reconozcan la alteridad, pluralidad y autonomía personal como condiciones imprescindibles para procesos e interacciones auténticamente políticas.

Dejen de hacer de la soberbia un recurso personal de relacionamiento y de transformar el consenso en una exigencia moral de posicionamiento, y el disenso real o asumido en una causal de exclusión, para rechazar el diálogo y establecer la negociación de las diferencias, la comunicación, el conocimiento, la valorización del otro, de sus ideas y sus metas.

Dejen de jugar con candela, o esas aguas fieras: no le den la espalda a la naturaleza, no sean testarudos.

Están a tiempo.