Otros países autoritarios como China o Rusia han seguido estrategias similares: han suministrado vacunas a su población sin antes concluir las tres fases imprescindibles de un ensayo clínico. Esto se ha justificado como una necesidad ante la emergencia sanitaria que supone la pandemia, ya que el riesgo que puede suponer una vacuna puede ser menor al que representa el coronavirus.

Sin embargo, el caso cubano es especial por la opacidad de la información sobre sus dos candidatos en fase III, aún en comparación con los fármacos chinos o rusos.

Sobre la seguridad o eficacia en humanos de Soberana 02 aún no se ha realizado ninguna publicación. Solo existe un artículo científico sobre su eficacia en ratones.

En redes sociales y programas de televisión, las autoridades han difundido una gráfica en la que se muestra que después de que 44 personas, de las que se desconoce la edad, recibieran dos dosis de Soberana 02 y una de Soberana Plus, el 91% de ellos desarrolló anticuerpos específicos contra el coronavirus.

Según han señalado expertos en inmunología como Pérez-Riverol, esta gráfica no evidencia que estos niveles de inmunidad sean suficientes para neutralizar el coronavirus u ofrecer protección a medio o largo plazo.

Sobre la seguridad y eficacia del candidato vacunal Abdala, sencillamente se desconoce todo.

Hasta el momento, la única publicación sobre el uso en humanos de un candidato cubano es sobre Soberana Plus. Sin embargo, este fármaco solo se probó en un grupo de 30 pacientes ya recuperados de covid-19 y no se está planteando como una vacuna que prevenga la enfermedad, sino como un refuerzo.

En contraste, laboratorios estatales o empresas chinas tenían, a mediados de abril, cinco candidatos en fase III y el gobierno de ese país ya estaba suministrado tres de ellos a la población, según una base de datos de vacunas contra el covid-19 publicada por la OMS. De cada uno de los cinco candidatos chinos en evaluación existían ya publicaciones sobre su uso en humanos, según un recuento realizado para este reportaje.

Tres de los fármacos chinos difundieron sus resultados en The Lancet, una de las revistas científicas más prestigiosas del mundo, y otro en la revista de la Academia Americana de Ciencias Médicas (Jama).

Uno de los candidatos desarrollados por la farmacéutica china Clover, que como Soberana 02 o Abdala empezó su fase III en marzo, ya ha publicadoresultados preliminares de su estudios de la fase I en The Lancet.

Pese a la importancia que tiene en el mundo científico difundir resultados de las investigaciones, los candidatos cubanos se encuentran entre los más opacos del mundo. De los 20 candidatos vacunales que a mediados de abril se encontraban en la fase III de ensayos clínicos, de solo seis no existen publicaciones sobre estudios clínicos en humanos. Dos de ellos son los candidatos cubanos.

Un caso similar a Cuba es el de Kazajistán, una antigua república soviética en Asia Central, que también tiene un candidato vacunal en fase III, del que apenas se cuenta con información pública y que se ha anunciado que será suministrado a la población.

Sin embargo, las autoridades kazajas no han negado a su población vacunas de eficacia probada y han inoculado dosis chinas y rusas. Cuba en cambio está apostando exclusivamente por sus productos.

Y los está desarrollando prácticamente en solitario.  En la actualidad, instituciones y empresas de todo el mundo se están aliando o colaborando para avanzar más rápido en el desarrollo y producción a gran escala de la vacuna, algo que constituye un desafío incluso para grandes transnacionales y países con muchos recursos. Los laboratorios cubanos, pese a sus limitaciones, no están integrados en esfuerzos internacionales.

Abdala es desarrollada por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) mientras que Soberana 02 ha sido creada por el Instituto Finlay de Vacunas.

Ambas son instituciones prestigiosas en Cuba y, anteriormente, han participado en el desarrollo de vacunas, como suele resaltar la propaganda gubernamental. Sin embargo, en el discurso oficial se tiende a eludir el hecho de que las anteriores vacunas fueron creadas durante periodos largos y, con frecuencia, con la colaboración de otros países o instituciones internacionales.

La vacuna contra la meningitis tipo B y C, uno de los grandes éxitos de la medicina cubana, necesitó nueve años para desarrollarse, prácticamente toda la década de 1980. Y para los estudios finales del candidato se contó con la asistencia de la OMS y los CDC de Estados Unidos. Posteriormente, esta vacuna se logró comercializar a gran escala en países africanos, con la colaboración de Brasil, como explicó en una reciente entrevista el doctor Luis Herrera, un experto en vacunas y fundador del CIGB.

Otra vacuna cubana exitosa, la de la hepatitis B, se ha logrado comercializar a nivel internacional gracias a una alianza con la farmacéutica francesa Abivax, que colaboró para que fuera posible realizar estudios de la fase III en varios países. La vacuna cubana contra la meningitis de origen bacteriano también fue desarrollada con la Universidad de Ottawa, Canadá.

(Gráfico: Bals Mena)

Propaganda

Pese a la escasa información real de la que se dispone sobre Soberana 02 o Abdala, los candidatos vacunales cubanos contra el covid-19 se han convertido en uno de los temas más presentes en la propaganda oficial.

Los medios estatales han producido y reproducido la imagen de Cuba como el primer país de América Latina y el Caribe en desarrollar vacunas propias en fases avanzadas de investigación. El esfuerzo por producir la vacuna ha sido constantemente exaltado y se ha utilizado para recalcar que Cuba es una potencia médica y farmaceútica sin igual en la región. Esto incluso condujo a que funcionarios del régimen sugirieran ideas falsas en medios oficiales, como que los candidatos cubanos contaban con el aval de la OMS y que podrían convertirse en la esperanza de todos los países pobres del mundo.

La oficina en Cuba de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) tuvo que desmentir esto.

 El despliegue propagandístico se intensificó a comienzos de este año. El 20 de enero, cuando el demócrata Joe Biden tomaba posesión como presidente de Estados Unidos y prometía vacunar en 100 días a 100 millones de personas, la propaganda cubana lanzaba su particular respuesta a la consigna: «Cuba alista 100 millones de dosis de vacuna anticovid-19».

¿Qué quería decir exactamente que Cuba «alista» ese gran número de dosis? Más allá del titular que se vendió a la población y al resto del mundo, la noticia en sí era más realista: «Cuba crea las capacidades para producir 100 millones de dosis de la vacuna Soberana 02 contra la covid-19». Fue realmente lo que anunció el Instituto Finlay, líder del proyecto, una afirmación que puede resultar tan grandilocuente como vacía en la práctica, una técnica habitual en la propaganda oficial.

Después, según avanzaban los estudios, las autoridades se encargaron que participaran en ellos periodistas estatales que transmitieran el entusiasmo oficial.

El director de la revista Temas, Rafael Hernández, publicó una foto suya en Facebook del momento en que recibía una inyección y confirmó que participaba de la fase II de Soberana 02.

Leticia Martínez, otra vocera gubernamental que también fue parte del ensayo, reportó su evolución en Facebook. «Me siento bien. Nada raro en mí. Solo un ligero dolor en el hombro izquierdo, que no duró más de dos horas. Nada de fiebre, ni malestar. Espero que en mi cuerpo se comprueben las buenas respuestas que necesitamos. Confío en ello», contó.

Los medios oficiales, además de informar puntualmente de la evolución de los candidatos y realzar el interés internacional que están atrayendo, han convertido el asunto en una cuestión de fe e ilusión. «Miles de cubanos inyectados y crece la esperanza en el alma nacional», titulabarecientemente Granma.

Pero lo cierto es que hasta la fecha, las únicas medidas de eficacia garantizada que tiene la población para protegerse contra la pandemia son las que Cuba lleva aplicando desde marzo de 2020.

«Solo tenemos las máscaras, el distanciamiento, evitar las aglomeraciones y ambientes cerrados y practicar higiene personal y de superficies. La única vacuna utilizable y eficaz en Cuba hoy es cumplir las medidas sanitarias», comentó el científico Pérez Riverol en otro post.

Pero esto tampoco es sencillo en un momento en el que la escasez de alimentos y otros artículos de primera necesidad convierte en inevitable hacer colas durante horas para comprar alimentos.

A esas colas que él no padece pero sus sobrinos sí, son las que teme Gustavo, el anciano de Miami. Y teme, en particular, a lo que pueda sucederle a su hermano Carlos Alberto. Para él, la perspectiva de recibir una vacuna y mucho más una de eficacia probada parece algo lejano.

Cuba apuesta todo por unas vacunas de las que se desconoce casi todo