Pedro Monreal publicó recientemente en Twitter un balance de los efectos perversos de las inversiones en el periodo 2014-2020. El gasto en sanidad, bienestar y educación se redujo en favor del sector inmobiliario hotelero, un hecho que lleva al economista a afirmar que esta dinámica «habría sido improbable si los pobres tuvieran algún poder real en las decisiones económicas»

Los científicos e institutos de investigación cubanos merecen mucho crédito por el desarrollo de varias vacunas contra el coronavirus. Sin embargo, el gobierno es responsable de la excesiva e innecesaria demora en la vacunación de la población, agravada por su decisión de no procurarse vacunas donadas desde el extranjero y de no adherirse al programa Covax (Covid-19 Vaccines Global Access) de 190 países, patrocinado por varias organizaciones internacionales, entre ellas la Organización Mundial de la Salud (OMS), con la que el gobierno mantiene buenas relaciones. Actualmente, sólo el 16% de la población está totalmente vacunada y apenas el 30% ha recibido al menos una dosis.

La crisis médica en la provincia y en la capital de Matanzas forma parte de un esquema más amplio de escasez y abandono de la atención médica, ya que el gobierno ha acelerado la exportación de personal médico al extranjero para reforzar lo que representa su principal exportación desde hace tiempo. Por eso, el valioso programa de médicos de familia introducido en los años 80, se deterioró seriamente.

Mientras que el gobierno cubano aplica un índice decreciente (que incluye algunos trabajos voluntarios) a sus clientes extranjeros, los médicos cubanos reciben entre el 10 y el 25% de lo que los clientes extranjeros le pagan al gobierno. No hace falta decir que el personal médico cubano no puede organizar sindicatos independientes para negociar con el gobierno las condiciones de trabajo. Sin embargo, salir al extranjero es algo que la mayoría de los galenos cubanos desean, ya que ganan una cantidad importante de divisas y pueden adquirir productos foráneos. No obstante, si no regresan a Cuba al final de su misión, son sancionados administrativamente (es decir, no judicialmente) con ocho años de exilio forzoso.

El contexto político

A principios de este año, la vieja guardia dirigente, que peleó contra el régimen de Batista y que tiene entre ochenta y noventa años, dejó sus funciones gubernamentales para darle paso a la nueva dirección compuesta por Miguel Díaz-Canel (nacido en 1960) como presidente y Manuel Marrero Cruz (nacido en 1963) como primer ministro. Esta nueva dirección sigue con la política de Raúl Castro de liberalización económica y social, sin democratización. Por ejemplo, en 2013 el gobierno liberalizó las reglamentaciones que controlaban la circulación de personas para que la mayoría de los cubanos pudiera viajar al extranjero más fácilmente.

Sin embargo, y a la misma vez, el gobierno ha hecho que sea prácticamente imposible para muchos disidentes salir del país, por ejemplo, retrasando su salida para que no puedan llegar a tiempo a las conferencias en el extranjero y creando una lista de unos doscientos «regulados» (personas sujetas a disposiciones reglamentarias) a los que no se les permite salir en absoluto.

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En su comparecencia del 11 de julio, el Presidente llamó a «los revolucionarios» a tomar las calles (Foto: Canal Caribe)

Es importante destacar que, al igual que otras medidas adoptadas por el gobierno cubano mencionadas anteriormente, estas acciones son la continuación de las políticas de Fidel y Raúl Castro, en las que las decisiones políticas y administrativas se toman al margen del sistema judicial. Lo mismo ocurre con las cientos de detenciones relativamente breves que el gobierno de Raúl Castro solía llevar a cabo cada año, sobre todo para intentar obstaculizar las manifestaciones públicas no controladas por el gobierno (un método policial que sólo se aplica, en principio, a las manifestaciones políticas previamente planificadas, a diferencia de las que tuvieron lugar el 11 de julio).

El Estado/Partido único

El Estado/Partido único sigue funcionando como bajo el gobierno de Fidel y Raúl Castro. Sin embargo, en realidad, el Partido Comunista de Cuba (PCC) no es realmente un partido, lo que implicaría la existencia de otros partidos. El PCC tampoco es un partido principalmente electoral, aunque controla firmemente desde la cúpula las llamadas elecciones periódicas que siempre dan lugar a la aprobación unánime de la línea política seguida por las autoridades.

A veces, algunas personas desilusionadas con los partidos corruptos existentes en América Latina e incluso en Estados Unidos reaccionan con indiferencia, o incluso aprueban el Estado unipartidista cubano, porque consideran que las elecciones refuerzan los sistemas corruptos. Esas personas piensan que es mejor tener un partido político honesto, que funcione, que un sistema multipartidista corrupto que no funcione.

El problema con este tipo de razonamiento es que los sistemas burocráticos de partido único no funcionan bien en absoluto, excepto quizás para suprimir por completo cualquier oposición. Además, la corrupción se abre paso tarde o temprano en un sistema de partido único, como la historia lo ha demostrado repetidas veces. En el caso de Cuba, el propio Fidel Castro advirtió en un famoso discursodel 17 de noviembre de 2005 que la Revolución tenía más posibilidades de perecer por la corrupción endémica que por las acciones de los contrarrevolucionarios.

El monopolio organizativo del PCC, que la Constitución cubana establece explícitamente, no sólo afecta las elecciones, sino que también extiende su poder de forma muy autoritaria para controlar la sociedad cubana a través de las llamadas organizaciones de masas que funcionan como correas de transmisión de las decisiones tomadas por el Buró Político del PCC.

Por ejemplo, la CTC [Central de Trabajadores de Cuba], el sindicato oficial, es la correa de transmisión que permite al Estado cubano mantener su monopolio sobre la organización de los trabajadores cubanos. Más allá de hacer cumplir la prohibición de las huelgas, la CTC no es una organización que defienda los intereses de la clase obrera determinados por los propios trabajadores. Por el contrario, fue creada para promover lo que la dirección del PCC en el poder considera que son los mejores intereses de los trabajadores.

Los mismos mecanismos de control se aplican a otras «organizaciones de masas» como la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y a otras instituciones como editoriales, universidades y el resto del sistema educativo. Los medios de comunicación (radio, televisión y periódicos) siguen estando bajo el control del gobierno, y se basan en las «orientaciones» del Departamento ideológico del Comité Central del PCC.

Sin embargo, hay dos excepciones importantes al control estatal sobre los medios de comunicación: la primera tiene que ver con las publicaciones internas de la Iglesia Católica, pero la jerarquía católica cubana es extremadamente prudente y la distribución de sus publicaciones se limita a sus parroquias y a otras instituciones católicas. Una excepción mucho más importante es Internet, que el gobierno no ha logrado someter a su control absoluto y que sigue siendo el principal vehículo para las voces críticas y disidentes. Ese control incompleto de Internet es precisamente lo que hizo posible las explosiones políticas nacionales del 11 de julio.

¿Adónde va Cuba?

Al no contar con la presencia de Fidel Castro ni con el grado de legitimidad que conservaba la cúpula histórica, Díaz-Canel y los demás dirigentes del nuevo gobierno fueron duramente golpeados en lo político por los acontecimientos del 11 de julio, si bien recibieron el vergonzoso apoyo de la mayor parte de la izquierda internacional. El hecho de que la gente parece no tener ya miedo es quizá la mayor amenaza para el gobierno que se desprende de los acontecimientos del 11 de julio.

A pesar de este golpe, la nueva dirección está dispuesta a seguir con la orientación de Raúl Castro que consiste en desarrollar una versión cubana del modelo chino-vietnamita, el que combina un alto grado de autoritarismo político con concesiones al capital privado y sobre todo, extranjero.

A su vez, los dirigentes del gobierno cubano seguirán aplicando políticas de reforma económica incoherentes e incluso contradictorias por miedo a perder el control en favor del capital privado cubano. El gobierno ha autorizado recientemente la creación de PYMES (pequeñas y medianas empresas privadas), pero no sería nada sorprendente que muchas de estas PYMES recién creadas acabaran en manos de funcionarios del Estado convertidos en capitalistas privados.

Existe un importante estrato gubernamental, especialmente en el ejército, de dirigentes empresariales y técnicos con amplia experiencia en sectores como el turismo. El más importante es el general Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, de 61 años, antiguo yerno de Raúl Castro, que es el director de GAESA, el enorme conglomerado de empresas militares, que incluye a Gaviota, la principal empresa turística de la isla. Es significativo que recientemente se haya convertido en miembro del Buró Político del PCC.

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General Luis Alberto Rodríguez López-Callejas

Tal vez esta generación más joven de empresarios, militares y burócratas civiles intente superar la mentalidad rentista que treinta años de intensa ayuda soviética crearon en los dirigentes cubanos, como demuestra el hecho de que no se modernizara ni diversificara la industria azucarera (como fue el caso en Brasil) durante los años relativamente prósperos que se acabaron en 1990. Es cierto que el bloqueo económico estadounidense contribuyó a la mentalidad rentista al fomentar una actitud de sobrevivencia económica cotidiana en lugar de aumentar la productividad de la economía cubana para permitir un futuro más próspero.

¿Qué podemos esperar de los Estados Unidos? Es poco probable que Joe Biden tome iniciativas importantes en su primer mandato para cambiar las políticas imperialistas de Estados Unidos hacia Cuba, las que empeoraron considerablemente bajo Trump. Aún es imposible saber si un probable segundo gobierno demócrata en Washington a partir de 2025 tendrá una política diferente, la interrogante está abierta.

Sin embargo, subyace una paradoja en la política del gobierno estadounidense hacia Cuba. Si bien la política de Estados Unidos no está actualmente motivada, principalmente, por los intereses de la clase dominante, sino por consideraciones electorales, sobre todo en el estado de Florida, no es necesariamente menos dura ni, lo que es más alarmante, menos sostenible.

La Cámara de Comercio de EE.UU., quizá la institución empresarial políticamente más activa en el país, ha defendido durante muchos años la reanudación de las relaciones comerciales normales con Cuba. Thomas J. Donohue, que fue durante mucho tiempo su director y quien se jubiló a principios de este año, visitó Cuba en muchas ocasiones y se reunió con los dirigentes del gobierno.

Las grandes empresas agrícolas también quieren en hacer negocios con la Isla, los intereses agrícolas y empresariales del Sur, el Suroeste y los estados montañosos (Arizona, Colorado, Montana, Nevada, Nuevo México, Utah, Wyoming, Idaho), representados tanto por políticos republicanos como demócratas. Sin embargo, es poco probable que estén dispuestos a invertir mucho capital político para lograr ese objetivo.

Esto supone una tarea adicional para la izquierda estadounidense, la que deberá salir del impasse –un atolladero que estimula claramente el mantenimiento indefinido del bloqueo– a través de un nuevo tipo de campaña que se concentre en la grave agresión y en la injusticia cometida contra el pueblo cubano sin hacer apología a la dirección política del Estado cubano.

En todo caso, los militantes de izquierda en Estados Unidos tienen dos tareas esenciales. En primer lugar, deben oponerse firmemente al criminal bloqueo económico de Cuba; en segundo, deben apoyar los derechos democráticos del pueblo cubano y no a un Estado policial esclerosado, así como apoyan la lucha por los derechos humanos, la democracia y el cambio social y económico radical en América Latina, en Colombia y Chile, o en Myanmar y Hong Kong en Asia. (Artículo publicado en In These Times, 27-7-2021)

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La versión completa en español de este artículo fue publicada originalmente en Correspondencia de Prensa, fragmentos son compartidos aquí sin autorización de su autor.

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