Reírse con alguien es fraternizar hasta lo más profundo, compartir todo lo compartible. El humor es el gran dispositivo de seducción. Sin embargo, nuestros tiempos parecen querer indicar lo contrario: se usa como arma de guerra con la que un ideólogo, no un humorista, lapida a su oponente a golpe de chiste. Pasa a ser visto ahora como algo problemático que debe ser controlado, restringido, censurado