cada año la confianza que se depositó termina en saco roto.

La protesta en Cuba ha demostrado ser necesaria. Hizo falta un 11 de julio para que el gobierno autorizara a toda prisa la entrada de medicamentos, para que recordara que los barrios humildes existen, para que se entregara un módulo de alimentos, para que se acometieran obras de mantenimiento y restauración en los espacios públicos, rebaja de planes de datos móviles, y que finalmente se aprobaran e incorporaran las famosas “MYPIMES” al esquema de las Formas de Gestión No Estatal. Han logrado que su gobierno se ponga a hacer lo que debía haber hecho antes, que es velar por los sectores más vulnerables de la ciudadanía. Estas acciones son nimiedades en comparación con la montaña de deficiencias y problemas políticos, sociales, económicos y sanitarios que enfrentamos; pero si no hubieran habido manifestaciones y protestas ni siquiera estas minucias las hubiéramos recibido. El pueblo ya sabe que contra la desidia solo cabe la protesta, el 15N no será la última que encontrarán en su camino.

Si a las autoridades y al Partido Comunista les molesta que se haga evidente la falta de consenso que tiene su gobierno entre la población cubana, pues la solución no está en culpar al otro, sino en resolver los problemas que motivan el descontento. No se escude en el fenómeno para esquivar las causas. Cuba es un país soberano y por ende la responsabilidad de conducir la nación por buen cauce corresponde única y exclusivamente a su gobierno. Biden no es el presidente de Cuba, sino usted, Miguel Diaz-Canel; toda acción conlleva una reacción que puede acarrear buenos y malos resultados. La madurez y la responsabilidad que requiere su cargo dicta que asuma ambas ante el pueblo cubano y la comunidad internacional. Si de algo ha servido la pandemia es para recordarnos que aunque se diga que somos una isla, no existimos de espaldas al mundo, formamos parte de él.

El maniqueísmo, la polarización y los extremismos no son buenos consejeros. No se puede administrar un país como se administra una finca. No es una cuestión solo de principios o voluntad, sino de objetividad y pragmatismo. El sistema económico y político ha pasado rápidamente de ser una peculiaridad a un anacronismo, y a este paso, una aberración. Pueden implementarse todas las reformas legales o económicas que se quieran; mientras siga imperando la mentalidad de guerra fría amarrada a conceptos de más de seis décadas y la exclusión del disenso político, no hay evolución posible; y una sociedad que no evoluciona está condenada al fracaso.

Presidente, usted se ha reunido con sus partidarios e incluso algunos le han dicho ciertas verdades en la cara, verdades algunas que no distan mucho de la que cualquiera de nosotros podríamos decirle, y otras sabemos que no serán del agrado del Partido Comunista, pero como cubanos nos asiste el deber y el derecho de decirlas. Sin embargo, se niega a escuchar a aquellos que no comparten sus mismas ideas, aún cuando compartimos la misma patria, cultura e idioma. Solo por pensar diferente se nos niega el respeto y la palabra. No es necesario seguir tropezando una, dos y tres veces con la misma piedra. ¿Es que “diálogo” y “cambio” resultan palabras tan ominosas a los oídos de la gobernanza?

La violencia solo genera más violencia, el odio solo genera más odio. No se encomiende a esos recursos, presidente, pues tarde o temprano uno recoge lo que siembra. La soberbia no se come, no genera riqueza, empleos, ni prosperidad.

El 15N saldremos a manifestarnos como ciudadanos que somos por convicción y voluntad propia. No necesitamos su venia y aunque no lo quieran reconocer sus voceros, los derechos no se “aprueban”. Todos han visto que la única incitación al odio y a la violencia viene de su parte.

Los alaridos de sus partidarios recuerdan los ecos del fascismo que tantos millones de muertos ocasionó al mundo. Nos oponemos a tales métodos y los denunciamos. Nosotros pondremos el cuerpo y el civismo. La sangre y la violencia, de ocurrir, van por usted.

Respetuosamente,
Lic. Fernando Almeyda Rodríguez
MsC. Leonardo M. Fernández Otaño

en otras palabras: ponga ud el colmillo (y los trancazos, palazos, disparos, cárceles…), que nosotros pondremos los huesos, y el resto pondrá el circo lamentable de gritos en descomunal desorden