El error está en creerse el cuento del marxismo-leninismo y en suponer que, una vez hecha la revolución, se dio con el diseño del Estado perfecto y los objetivos permanentes. Eso, sencillamente, no es verdad. Como dice la canción del cantautor cubano Carlos Varela: “Guillermo Tell/ tu hijo creció/ y quiere tirar la flecha”. Los cubanos jóvenes no se ven a sí mismos como los continuadores de ninguna revolución. Quieren tirar sus propias flechas. El líder del Movimiento San Isidro, el artista plástico Luis Manuel Otero Alcántara o el dramaturgo Yunior García Aguilera, el dirigente de Archipiélago, nacidos en los años ochenta, no sienten la menor adhesión a la obra de Fidel, Raúl o el Che.
Si la revolución es cambio súbito, el país más revolucionario del mundo es Estados Unidos, al menos desde el siglo XX. Ahí surgen los hallazgos tecnológicos y científicos más importantes del planeta, pero también las experiencias literarias más trascendentes, los cantautores, desde el ragtime al rap, pasando por los blues, el rock, el country, el góspel y hasta la salsa “niuyorquina” que incorpora guarachas cubanas, música puertorriqueña y bachatas y merengues dominicanos.
No hay ninguna posibilidad de comunicarles a los jóvenes las emociones “antiyanquis” de algunas generaciones que hicieron la revolución. Para ellos el bloqueo es un pretexto para oprimirlos. Saben que Paquito D´Rivera, Chucho Valdés y Arturo Sandoval tuvieron que irse con su música a otra parte, como antes habían hecho Celia Cruz, Olga Guillot y Fernando Albuerne, por sólo mencionar unos pocos artistas entre los miles que se han exiliado, porque en Cuba la idiotez y la dictadura se concretaban en una expresión extraordinaria que tuvo que oír alguna vez Paquito D´Rivera: “el saxofón es un instrumento contrarrevolucionario”.
En efecto, los cubanos desean cambiar el régimen que impera en la Isla. No son los Estados Unidos. A los Estados Unidos les importa bien poco el destino de sus vecinos. Los cubanos no quieren echarse al monte ni liarse a tiros para cambiar de régimen. Desean hacerlo pacíficamente, mediante consultas periódicas abiertas y de buena fe. No conozco el ánimo de los gobernantes cubanos. Pero si estuviera en los zapatos de ellos me lo pensaría.
Cambio de régimen en Cuba