Porque no queda otra que usar:

1. El miedo como un «recurso ordenador»[1]válido. La violencia estatal, organizada y sistemática, se despliega con acciones preventivas y otras represivas focalizadas.

2. La prácticas represivas y disciplinadoras se ejecutan por aparatos estatales (policiales, militares, judiciales y administrativos), y paraestatales, con respaldo o encubrimiento estatal. Sus ejecutores actúan muchas veces en plena ilegalidad, sin seguir protocolos de detención ni reconocer los hechos, a veces sin identidad, clandestinamente y siempre con garantizada impunidad.

3. Llevar a los ‘detenidos’ a prisiones clandestinas y tratados con toda suerte de vejámenes, agresiones físicas y psíquicas, ya fuera durante horas, días, semanas, meses o años.

4. El control estatal de todas las fuentes de información, tales prácticas luego se acompañan de «un juego continuo de negación de la verdad, de ocultamiento». Al mismo tiempo, difusión de hechos para generar rumores que infundan miedo en las personas y así conseguir «la paralización de toda movilización ajena a los intereses del Estado».

Saldo:

[2] una población de víctimas a la que se ha despojado (cuando no de la vida) de la libertad, de la integridad corporal, de la identidad, del honor, de la seguridad, de los vínculos familiares, de la camaradería y del proyecto vital».

Tomado de:

https://jovencuba.com/terrorismo-de-estado-cuba/amp/

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cualquier parecido con los fascismos que han existido y existen, no es pura casualidad, sino algo inherente a toda camarilla que se aprovecha de la confrontación para totalizar su poder y violar, ni siquiera escuchar, cuanto derecho humano algunos quieran para si y para todos los demás. El único derecho imperante es el de la tribu avasalladora en total control de todo poder, del terror garantía de su estabilidad en el trono depredador, pusilánime de incompetentes y trogloditas que se saben seguros tras las bayonetas cobardes de sus subordinados dentro de su archipiélago y de sus aliados por todo el mundo.