Predomina una mirada alicorta, no censurada por una ciudadanía rendida a la cosmovisión del ombligocentrismo que parece haber hecho dejación de su responsabilidad ciudadana en aras del disfrute sin límite de las mil y una delicias de su avatar consumidor, y de la entrega de su libertad a cambio del placebo de su integración como feligrés en la irracional diversidad de identidades de rebaño. Seguramente ese fin decretado de las luchas ideológicas, esa sentencia finisecular de anatema contra las utopías para encumbrar en la jerarquía axiológica el principio de libertad puramente abstracto, propio del fantasioso y ahistórico homo economicus, pudo ser de aplicación para los sistemas heredados de la efervescencia revolucionaria de la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX. Pero la victoria tras la Guerra Fría pronto se ha revelado un mero espejismo; el proyecto de integración europea ha quedado arrumbado en la cuneta de la historia mientras estábamos distraídos con la promesa del hipercapitalismo globalizado de un falso amanecer para el conjunto de la humanidad. La guerra ha vuelto a Europa con los mismos siniestros ademanes del siglo XXI [¿XX?]. Vuelve el temor al [¿de un?] apocalipsis nuclear. Del final de la historia al retorno de la historia.

https://filosofiaenlared.com/2022/04/es-la-historia/