Todos llevamos remos, pero algunos reman diferente, son equilibrados, sus decisiones son variables: en cada momento realizan una lectura de las condiciones imperantes y resuelven qué hacer.


No es fácil definirlos por sus objetivos, porque no se parecen a los que viven soñando con una isla paradisíaca con palmeras y aguas cristalinas, aunque se pasen la vida navegando sin encontrarla; ni se identifican con los otros remeros, los que no creen que haya islas valiosas o si las hay, no piensan que puedan llegar a ellas por sus propios medios. Los remeros inteligentes piensan en términos de objetivos amplios: desean naturalmente encontrar lugares que les proporcionen paz y que les despierten entusiasmo, pero no tienen la imagen de un único puerto y mantienen viva la capacidad de asombro. Saben también que nada es eterno, y que incluso si encuentran un lugar apropiado puede que no sea para siempre.