El ya desaparecido dramaturgo español Antonio Buero Vallejo estrenó en 1950 ‘En la ardiente oscuridad’, una obra que transcurre en una institución para ciegos donde irrumpe un personaje que pretende convencer a los invidentes de que pueden revertir su ceguera.

En realidad, en aquel entonces Buero Vallejo burlaba la censura bajo la dictadura franquista empleando la alegoría de la ceguera como una cárcel de la que el hombre debe escapar para conquistar su libertad.

“Ser Cultos para ser libres”
.
.

.
.
3 de octubre de 1965
Fecha:
03/10/1965
Señores invitados, lamebotas todos;
Compañeros del Comité Central;
Compañeros de los comités provinciales, regionales y seccionales;
Compañeros secretarios de los núcleos de nuestro Partido:
Me veo obligado a comenzar por un tema que no tiene relación directa con el motivo que aquí nos reúne, pero que sí, por ser una cuestión de actualidad y de interés político, no debo dejar de referirme a él.
Es el resultado del planteamiento hecho el 28 de septiembre en relación con un hecho que venía sucediendo hacía tres años, y que era de una manera pérfida utilizado por el enemigo para hacer campaña contra nuestra Revolución, el caso de los individuos que cuando fueron suspendidos los vuelos entre Cuba y Miami se quedaron con un pie aquí y el otro allá.
A fin de desenmascarar definitivamente al imperialismo yanki en este aspecto, formulamos las declaraciones que ustedes conocen el día 28, y cuando con posterioridad dijeron que eran algo vagas y ambiguas, así como que no habían sido presentadas por canales diplomáticos, hicimos una segunda declaración muy clara y muy concreta para dejar definitivamente zanjada la cuestión. Y en el día de hoy ya los cables traen la noticia de la respuesta definitiva del gobierno de Estados Unidos a este respecto.
Y voy a leer las noticias que traen esos cables.
Esencialmente dice:
«El presidente Johnson —este es un cable de la AP— anunció hoy que procurará un entendimiento diplomático con Cuba para que puedan asilarse en Estados Unidos cubanos que quieran salir de su patria.»
Esto de entendimiento diplomático quiere decir un acuerdo por vía diplomática con relación a este problema.
Dice: «He pedido al Departamento de Estado que busque por conducto de la embajada de Suiza, encargada de los asuntos de Estados Unidos, la venia del gobierno de Cuba en una solicitud al presidente de la comisión de la Cruz Roja Internacional.»
Dice igualmente: «He dado instrucciones a los ministerios de Estado, Justicia, Salud, Educación y Asistencia Social, para que hagan los arreglos necesarios para quienes en Cuba buscan la libertad puedan entrar ordenadamente a Estados Unidos.
Y en otro cable, con más noticias, añade, que además declaró el señor Johnson:
«Una vez más esto revela un sello de fracaso sobre un régimen cuando muchos de sus ciudadanos eligen voluntariamente abandonar la tierra en que nacieron hacia un hogar de esperanza. El futuro alberga poca esperanza para cualquier gobierno cuando el presente no permite esperanzas para su pueblo.» Dijo que «los refugiados serán bienvenidos con el pensamiento de que otro día puedan regresar a su patria para encontrarla limpia del terror y libre del miedo».
Es decir que, aparentemente no les quedó otra alternativa ni otra salida; y significa, en primer lugar, que hemos ganado una batalla por la libertad (APLAUSOS).
El señor Johnson no sería Johnson, ni sería presidente de Estados Unidos, ni sería yanki, si con ese proverbial fariseísmo no acompañara esta declaración, de todo este condimento relativo a las esperanzas que van a buscar los que marchan a Estados Unidos en busca de la libertad, y que nada puede ofrecer para el futuro, quienes para el presente solo ofrecen la perspectiva de tener que marcharse del país, a los ciudadanos de un país. Y también habla de la Cruz Roja, por tanto consideramos necesario que respondamos al señor Johnson sobre estos particulares que nada tienen que ver con el hecho en sí que nosotros planteábamos, y hacer algunas aclaraciones pertinentes en relación con todo esto.
En primer lugar todavía las agencias cablegráficas yankis, y muchos de los funcionarios de ese país, al igual que algunas agencias cablegráficas que no son yankis, pero que aparentemente a fuerza de oír repetir los argumentos, como es la Reuter y la France Press, se han hecho eco de la afirmación de que esto implicó un cambio en la política con relación a los que deseaban marcharse del país. Y esto es absolutamente falso. Desde el principio de la Revolución se tuvo sobre este particular una sola política; desde el principio de la Revolución hasta la Crisis de Octubre, estuvieron saliendo incesantemente de este país todos aquellos que lo deseaban y que habían recibido permiso de Estados Unidos.
Y cuando a raíz de la Crisis de Octubre ellos paralizaron los vuelos a Cuba, no hubo un cambio en la política del gobierno revolucionario, porque por las demás vías —es decir, por la vía de España y la vía de México— continuaban saliendo cerca de 300 personas mensuales, es decir, más de 3 000 personas al año. No ha habido el menor cambio en la política sobre los que deseen marcharse en el país, lo que hemos hecho es desenmascarar la mala fe y la hipocresía del imperialismo yanki, único responsable de que las vías para salir normalmente se hubiesen paralizado, a fin de promover cierto tipo de salidas clandestinas y arriesgadas, con el único propósito de hacer propaganda.
El señor Johnson posiblemente ignore que en Estados Unidos cuando tuvo lugar la lucha por lo independencia para librarse del coloniaje inglés, miles y miles de norteamericanos abandonaron el país después de la independencia, y se marcharon al Canadá.
Y en todas las revoluciones, bien sea la Revolución Francesa, o la Revolución Rusa, o la Revolución Cubana, ese fenómeno de la marcha o de la emigración de las clases privilegiadas es un hecho absolutamente histórico. Mas si la marcha de un país, si la marcha de los hombres y mujeres que nacen en un país hacia otro país pudiera ser un índice de las características de un régimen social, el mejor ejemplo es el caso de Puerto Rico, isla de la cual se apoderó el imperialismo yanki, y que ha mantenido bajo un régimen de explotación colonial, a consecuencia de lo cual más de un millón de los hombres y mujeres nacidos en ese país se han visto en la necesidad de emigrar hacia Estados Unidos. ¡Y el señor Johnson se olvidó de Puerto Rico y del millón de portorriqueños que viven en Nueva York en las más duras condiciones de vida, en los barrios más pobres, y realizando los trabajos más humillantes!
Desde luego que esto de hablar de la Cruz Roja es un truquito del señor Johnson a fin de dramatizar la cuestión. Y en realidad, ¿quién ha dicho que para tramitar pasaportes y dar permiso para que aterricen unos aviones en Miami tiene que intervenir la Cruz Roja? ¿Qué tiene que ver la Cruz Roja con eso? No se trata de un terremoto, ni de una hecatombe, ni de una guerra, sino del simple trámite de autorizar la llegada a Estados Unidos, de autorizar el aterrizaje de los aviones, o la llegada de los barcos.
La Cruz Roja no hace ninguna falta en este caso. La Cruz Roja, en todo caso, podría intervenir para plantearle al gobierno de Estados Unidos que cese la criminal medida mediante la cual se prohíbe la exportación de medicamentos a Cuba. ¡Para eso sí haría falta la Cruz Roja Internacional! (APLAUSOS.)
En todo caso, la Cruz Roja podría hacer un mejor trabajo en Viet Nam del Sur (APLAUSOS), donde los soldados yankis asesinan a miles, asesinan y torturan por millares a los ciudadanos de ese pueblo. O en Viet Nam del Norte, donde los criminales bombardeos yankis no distinguen en nada absolutamente, y lo mismo bombardean ciudades, que aldeas, que escuelas, que hospitales.
La Cruz Roja podría tener algo que hacer en Santo Domingo, donde los soldados invasores cometen todo tipo de atropellos contra el pueblo, y tienen ocupadas las escuelas de los estudiantes (APLAUSOS).
Podría intervenir en los propios Estados Unidos, a fin de evitar las masacres de ciudadanos negros, como la que ocurrió en Los Angeles, en California, recientemente (APLAUSOS).
Pero para esta cuestión, señor Johnson, no hace falta la presencia de la Cruz Roja. A nosotros nos basta discutir con los representantes de la embajada suiza, que son a la vez los representantes de los intereses norteamericanos en Cuba, y podemos ponernos de acuerdo perfectamente bien con ellos acerca de cualquier trámite. No hace falta que intervenga nadie más. Nosotros aceptamos la seriedad y la responsabilidad de los funcionarios suizos. Ahora, ¡si el gobierno de Estados Unidos no tiene confianza, o no cree en la habilidad o la capacidad de los funcionarios de la embajada suiza, eso es cosa del gobierno de Estados Unidos! (APLAUSOS.)
Ahora bien: hablando muy seriamente sobre estas cuestiones de libertades, yo quisiera saber si el señor Johnson pudiera responder un par de preguntas, puesto que nosotros aquí hemos estado permitiendo que salga todo el que quiera salir del país desde el principio de la Revolución, puesto que nosotros no hemos negado permiso nunca a los que han querido salir para ir a visitar a sus familiares y regresar, y puesto que si bien hay cubanos que tienen familiares en Estados Unidos y desean ir a reunirse con ellos, también hay cubanos que tienen familiares en Estados Unidos y que no quieren abandonar el país (APLAUSOS), y ya que el señor Johnson, junto a la Estatua de la Libertad se tomó le molestia de «condimentar» su declaración con todas estas pamplinerías acerca de libertad, ¡yo le pregunto si Estados Unidos es capaz de permitir que puedan venir a visitar a sus familiares en Cuba aquellos que deseen venir a visitarlos y regresar a Estados Unidos! (APLAUSOS), si Estados Unidos es capaz de permitir que cubanos que no desean residir en Estados Unidos visiten a sus familiares en Estados Unidos y regresen después a Cuba; y si Estados Unidos, por último, está dispuesto a permitir que los ciudadanos norteamericanos puedan visitar a Cuba (APLAUSOS).
Porque a ese mismo gobierno que habla de que mal puede andar un país cuando se marchan de ese país ciudadanos, nosotros le podemos decir: peor puede andar un país cuando, a pesar de ser un país que tanto pregona y tanto presume de ser un país de libertades; mal puede andar un país que, a pesar de haber alcanzado los estándares de desarrollo económico que han alcanzado, tiene miedo permitir que los ciudadanos de ese país puedan visitar a este país tan detractado y tan calumniado del miedo y del terror —como llaman ellos (APLAUSOS).
Y, por lo tanto, aquí va el segundo emplazamiento al gobierno de Estados Unidos. Lo emplazamos a que permita también visitar a Cuba, a sus familiares en Cuba, a aquellos que tienen aquí familiares que no quieren irse para Estados Unidos; a que permita que esos familiares, residentes en Cuba y que no quieren abandonar a Cuba, puedan ir a Estados Unidos y regresar; y, por último, lo emplazamos a que permita que los estudiantes o cualquier ciudadano de Estados Unidos pueda venir libremente a Cuba, de la misma manera que nosotros permitimos que se marche, o que vaya y que regrese, cualquier ciudadano de este país (APLAUSOS); que permita que puedan visitar a Cuba los representantes de las organizaciones negras de Estados Unidos, o de las organizaciones de los defensores de los derechos civiles, para que vean cómo, con la desaparición de la explotación del hombre por el hombre, desapareció definitivamente la discriminación racial en nuestro país (APLAUSOS).
Y veamos si el señor Johnson, ante el mundo y ante el pueblo de Estados Unidos, tiene alguna respuesta —que no sea un galimatías— que darle a este emplazamiento.
Nosotros mantenemos nuestra posición, mantenemos nuestra declaración, y esperamos que soliciten la pertinente entrevista para el caso los señores funcionarios de la embajada suiza, cuando reciban las pertinentes instrucciones del gobierno de Estados Unidos. Pero esperamos para saber si el señor Johnson tiene manera de responder a este emplazamiento.
Y ya que se habla tanto, ya que se jactan tanto de hablar de libertades, que baste ya de hablar de falsas libertades, baste ya de hablar de libertades abstractas, que los hechos están demostrando que donde realmente se está creando un mundo de libertades no es allí, sino aquí (APLAUSOS); tan libre, que no queremos que nadie, ajeno a su voluntad, tenga necesariamente que vivir en esta sociedad. Porque nuestra sociedad socialista, nuestra sociedad comunista, deberá ser eminentemente una asociación verdaderamente libre de ciudadanos (APLAUSOS).
Y aunque es cierto que determinados ciudadanos, educados en aquellas ideas del pasado y en aquel sistema de vida pasado, prefieren marcharse a Estados Unidos, también es muy cierto que este país se ha convertido en el santuario de los revolucionarios de este continente (APLAUSOS). También es cierto que nosotros consideramos acreedores a la hospitalidad de este pueblo y de esta tierra, no solo a los que en ella nacieron, sino a todos los hombres y mujeres de nuestra misma lengua, de nuestra misma cultura, o aun cuando no de la misma lengua, de similares orígenes históricos y étnicos de similar historia de explotación. Y en este país tienen derecho a venir —y han hecho uso de ese derecho todos cuantos han querido— los perseguidos por las oligarquías sanguinarias e imperialistas; a este país han venido a residir permanentemente o transitoriamente muchos hombres y mujeres que nacieron en otros territorios hermanos de este continente; y en este país durante años han vivido y han trabajado muchos técnicos y muchos profesionales procedentes de distintos rincones de América.
Esta no es solo una tierra de cubanos, esta es una tierra de revolucionarios (APLAUSOS); y tienen derecho a considerarse como hermanos nuestros y acreedores a ella los revolucionarios del continente, incluso los revolucionarios norteamericanos (APLAUSOS). Porque algún dirigente, como el caso de Robert Williams, perseguido allí ferozmente, encontró albergue en esta tierra. Y al igual que él, podrán encontrar albergue los que persigan allí los reaccionarios y los explotadores. No importa que hablen inglés y hayan nacido en Estados Unidos. Esta es la patria de los revolucionarios de este continente, al igual que Estados Unidos es el albergue inevitable de todos los esbirros, de todos los malversadores, de todos los explotadores, de todos los reaccionarios de este continente (APLAUSOS), porque no hay ladrón, no hay explotador, no hay reaccionario, no hay criminal, que no tenga las puertas abiertas de Estados Unidos.
Y con esto quedan respondidas las palabras del señor Johnson bajo su desteñida Estatua de la Libertad, que no se sabe qué representa ya ese amasijo de piedra y de hipocresía, como no sea lo que hoy significa para el mundo el imperialismo yanki.
Nosotros vamos ahora a nuestras cuestiones, vamos a las cuestiones de nuestro Partido, porque creo que las noticias que de aquí salen, todas las que se refieren a nuestros éxitos sociales, a nuestros éxitos económicos y a nuestros éxitos políticos, son noticias muy malas para los imperialistas yankis.
Y naturalmente que todo lo que fortalezca e impulse la Revolución, todo lo que nos permita avanzar el máximo, es altamente preocupante para ellos, porque eso de que volverán, sí, algún día añorarán volver, arrepentidos, una buena parte de los que se marcharon. Pero cuando el señor Johnson habla de regresar aquí en plan de libertadores, podríamos decirle que esos son sueños de una noche de otoño (RISAS).
Todo el país ha recibido con júbilo y entusiasmo la noticia de la constitución de nuestro Comité Central. Los nombres de los compañeros que integran este Comité, así como su historia, son sobradamente conocidos. Si no todos son conocidos por todos, todos son conocidos por una parte considerable e importante del pueblo. Hemos procurado escoger a quienes en nuestro juicio representan, de la manera más cabal, la historia de nuestra Revolución, a quienes, tanto en la lucha por la Revolución, como en la lucha por la consolidación, defensa y desarrollo de la Revolución, han trabajado y han luchado tesonera e incansablemente.
No hay episodio heroico en la historia de nuestra patria en los últimos años que no esté ahí representado; no hay sacrificio, no hay combate, no hay proeza —lo mismo militar que civil— heroica o creadora que no esté representada; no hay sector revolucionario, social, que no esté representado. No hablo de organizaciones. Cuando hablo de sector hablo de obreros, hablo de jóvenes, hablo de campesinos, hablo de nuestras organizaciones de masa.
Hay hombres que fueron portadores durante muchos años de las ideas socialistas, como es el caso de quien fuera fundador del primer Partido Comunista, el compañero Fabio Grobart (APLAUSOS); casos como la compañera Elena Gil (APLAUSOS), cuya extraordinaria labor al frente de las escuelas por donde han pasado más de 40 000 campesinas de las montañas, donde se han formado miles de maestros, donde estudian hoy más de 50 000 jóvenes y niños, y que nosotros consideramos un trabajo verdaderamente ejemplar; o casos como el compañero Arteaga (APLAUSOS) que, además de su historial de lucha, durante siete años ha trabajado en el sector agrícola y ha llevado a cabo planes exitosos, en algunos casos extraordinariamente exitosos, como es el plan agrícola del Escambray (APLAUSOS); casos de compañeros como el teniente Tarrau (APLAUSOS), compañero sobre el cual tal vez muchos no hayan oído hablar, pero es el compañero a quien el Ministerio del Interior situó al frente de los planes de rehabilitación en Isla de Pinos (APLAUSOS) y donde ha llevado a cabo, con actitud ejemplar y abnegada, un brillantísimo trabajo del cual algún día tendrá que hablarse y escribirse mucho.
He mencionado casos de compañeros, algunos más conocidos, otros menos conocidos. Sería interminable la lista de los compañeros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (APLAUSOS) por su historia antes y después del triunfo, ¡antes y después del triunfo!, como ejemplo de ejemplares revolucionarios, de incansables trabajadores, como ejemplo de superación en el estudio, en el desarrollo de la cultura, de los niveles culturales y de los niveles políticos, compañeros de una modestia extraordinaria, en cuyas manos ha estado fundamentalmente la defensa de la patria en estos siete años de peligros y de amenazas.
De los más conocidos no es necesario hablar. No quiere esto decir que estén aquí los únicos valores de la nación. No, muy lejos de eso. Cuenta nuestro país afortunadamente con incontables valores y sobre todo una promoción de compañeros nuevos, en pleno desarrollo, que algún día —sin duda de ninguna índole— llegarán a ostentar esa responsabilidad y ese honor.
Si nos preguntamos quienes faltan, indiscutiblemente que faltan. Sería imposible constituir un Comité Central con 100 compañeros revolucionarios sin que faltaran muchos compañeros. Lo importante no son los que faltan, esos vendrán detrás; lo que importa son los que están, y lo que representan los que están. Y nosotros sabemos que el Partido y el pueblo han acogido con satisfacción al Comité Central que se ha constituido (APLAUSOS).
Este Comité, reunido en el día de ayer, adoptó distintos acuerdos:
Primeramente, ratificar las medidas acordadas por la antigua Dirección Nacional, ratificar al Buró Político, al Secretariado y a las comisiones de trabajo, así como también al compañero electo para el cargo de Secretario de Organización (APLAUSOS). Pero, además, adoptó dos importantes acuerdos, que a su vez habían sido sugeridos por la antigua Dirección Nacional. Uno, lo que se refiere a nuestro órgano oficial, y es que en lugar de dos periódicos con caracteres políticos como se venían editando, concentrar los recursos humanos, concentrar los recursos en maquinaria y en papel para hacer un nuevo y único periódico de carácter político matutino, además del periódico «El Mundo» que no es un periódico propiamente de orientación política. Unir todos esos recursos y hacer un nuevo periódico que llevará el nombre de «Granma» (APLAUSOS), símbolo de nuestra concepción revolucionaria y de nuestro camino.
Y otro acuerdo aún más importante, en lo que se refiere al nombre de nuestro Partido. Primero fuimos ORI, en los primeros pasos de la unión de las fuerzas revolucionarias, con sus aspectos positivos y sus aspectos negativos; después fuimos Partido Unido de la Revolución Socialista, que significó un progreso extraordinario, un extraordinario avance en la creación de nuestro aparato político. Esfuerzo de tres años en que, de la cantera inagotable del pueblo, se extrajeron incontables valores surgidos de entre las filas de nuestros trabajadores, para llegar a ser hoy lo que somos en cantidad, pero sobre todo lo que somos en calidad. Pero Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba dice mucho, pero no dice todo; y Partido Unido da todavía la idea de algo que fue necesario unir, que recuerda todavía un poco los orígenes de cada cual. Y como entendemos que ya hemos llegado al grado tal en que de una vez por todas y para siempre ha de desaparecer todo tipo de matiz y todo tipo de origen que distinga a unos revolucionarios de otros, y hemos llegado ya al punto afortunado de la historia de nuestro proceso revolucionario en que podamos decir que solo hay un tipo de revolucionario, y puesto que es necesario que el nombre de nuestro Partido diga no lo que fuimos ayer, sino lo que somos hoy y lo que seremos mañana, ¿cuál es, a juicio de ustedes, el nombre que debe tener nuestro Partido? (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: «¡Comunista!») ¿Cuál es, compañero? ¡Un compañero de aquí! (EXCLAMACIONES DE: «¡Comunista!») ¡Los compañeros de acá! (EXCLAMACIONES DE: «¡Comunista!») ¡Los compañeros de allá! (EXCLAMACIONES DE: «¡Comunista!») ¡Los compañeros de allá! (EXCLAMACIONES DE: «¡Comunista!») ¡Partido Comunista de Cuba! (EXCLAMACIONES DE: «¡Comunista, Comunista!»)
Pues ese es el nombre que, interpretando el desarrollo de nuestro Partido, de la conciencia revolucionaria de sus miembros y de los objetivos de nuestra Revolución, adoptó en el día de ayer nuestro primer Comité Central.
Y es muy correcto, como explicábamos ayer a los compañeros del Comité; la palabra comunista ha sido muy calumniada y muy detractada a lo largo de los siglos. Comunistas hubo a lo largo de la historia, hombres de ideas comunistas, hombres que concebían un modo de vivir distinto a la sociedad en que habían nacido, y los que pensaron de una manera comunista en otros tiempos fueron considerados, por ejemplo, comunistas utópicos, quienes hace 500 años, porque de una manera idealista aspiraban a un tipo de sociedad que no era posible en aquel entonces dado el ínfimo desarrollo de las fuerzas productivas con que contaba el hombre; dado que al comunismo de donde partió el hombre primitivo, para vivir en una forma de comunismo primitiva, no podrá volver el hombre sino mediante tal grado de desarrollo de sus fuerzas productivas y tal modo de utilización de esas fuerzas, modo social de utilización de esas fuerzas, que se puedan crear los bienes materiales y los servicios en cantidades más que suficientes para satisfacer las necesidades del hombre.
Y todos los explotadores, todos los privilegiados, odiaron siempre la palabra comunista como si fuera un crimen; anatematizaban la palabra comunista. Y por eso cuando Marx y Engels escribieron su Manifiesto Comunista que daba origen a una nueva teoría revolucionaria, a una interpretación científica de la sociedad humana y de la historia humana, ellos decían «un fantasma recorre a Europa, y es el fantasma del comunismo», porque como un fantasma, con verdadero miedo, contemplaban las clases privilegiadas esas ideas.
Mas las clases privilegiadas en cualquier época de la historia contemplaron siempre con extraordinario miedo las ideas nuevas, y la sociedad romana se aterrorizó en su época también con las ideas cristianas cuando estas ideas surgieron al mundo, y fueron en un tiempo las ideas de los pobres y de los esclavos de aquellos tiempos. Y por odio a esas ideas nuevas, aquella sociedad lanzó a la hoguera y lanzó al circo a incontable número de seres humanos. Y así también, durante la Edad Media, en la época del feudalismo, las ideas nuevas fueron perseguidas y sus portadores calumniados y tratados de la peor forma.
Y las ideas nuevas que surgieron con la burguesía, en medio del feudalismo, lo mismo cuando aquellas ideas adoptaban posiciones políticas, que cuando adoptaban posiciones filosóficas, que cuando adoptaban posiciones religiosas, fueron cruelmente anatematizadas y perseguidas.
Siempre las clases reaccionarias se han valido de todos los medios para anatematizar y calumniar a las ideas nuevas. Y así, todo el papel y todos los medios de que disponen no les alcanzan para calumniar a las ideas comunistas, como si el afán de una sociedad en que el hombre no sea un explotador del hombre sino un verdadero hermano del hombre, como si el sueño de una sociedad en que todos los seres humanos sean realmente iguales de hecho y de derecho, no una simple cláusula constitucional como rezan las constituciones burguesas, donde dicen que todos los hombres nacen libres e iguales, como si se pudiera afirmar eso lo mismo del niño que nace en un barrio de indigentes, en una cuna pobre, que el niño que nace en una cuna de oro; como si se pudiera afirmar jamás que en una sociedad de explotadores y explotados, de ricos y de pobres, que todos los hombres nacen libres e iguales; como si todos esos hombres estuviesen llamados a tener en la vida la misma oportunidad.
El sueño secular del hombre —y posible hoy— de una sociedad sin explotadores ni explotados, ha concitado el odio y el rencor de todos los explotadores.
Los imperialistas, como si nos fuesen a ofender, o como si fuese una ofensa, hablan del gobierno comunista de Cuba, al igual que también la palabra «mambí» la emplearon contra nuestros libertadores como una ofensa, así también intentan emplear la palabra «comunista» como una ofensa, y la palabra «comunista» no es para nosotros una ofensa, sino una honra (APLAUSOS).
Y es la palabra que simboliza la aspiración de una gran parte de la humanidad, y por ella hoy trabajan concretamente cientos y cientos de millones de seres humanos. Y dentro de 100 años no habrá honra mayor, ni habrá nada más natural y lógico que llamarse comunistas (APLAUSOS).
Hacia una sociedad comunista nos encaminamos. Si no quieren los imperialistas caldo, pues les daremos tres tazas de caldo (APLAUSOS). De ahora en adelante, señores de la UPI, y de la AP, cuando nos llamen «comunistas» sepan que nos llaman de la manera más honrosa que puedan llamarnos (APLAUSOS).
Hay una ausencia en nuestro Comité Central, de quien posee todos los méritos y todas las virtudes necesarias en el grado más alto para pertenecer a él y que, sin embargo, no figura entre los miembros de nuestro Comité Central.
Alrededor de esto, el enemigo ha podido tejer mil conjeturas; el enemigo ha tratado de confundir y de sembrar la cizaña y la duda, y pacientemente, puesto que era necesario esperar, hemos esperado.
Y eso diferencia al revolucionario del contrarrevolucionario, al revolucionario del imperialista: que los revolucionarios sabemos esperar, sabemos tener paciencia, no nos desesperamos nunca, y los reaccionarios, los contrarrevolucionarios, los imperialistas, viven en perenne desesperación, viven en perenne angustia, en un perenne mentir, de la manera más ridícula, de la manera más infantil.
Cuando se leen las cosas que dicen algunos de esos funcionarios, algunos de esos senadores yankis, uno se pregunta: ¿Pero cómo es posible que este señor no esté en un establo en vez de pertenecer a lo que se llama un congreso? (APLAUSOS) Algunos de ellos dicen verdaderas barbaridades. Y tienen un tremendo hábito de mentir, no pueden vivir sin mentir. Viven angustiados.
Si el gobierno revolucionario declara una cosa —que es lo que ha estado haciendo siempre— como fue a la que me referí al principio, entonces ven cosas truculentas, terribles, ¡un plan detrás de todo eso!
¡Qué ridiculez! ¡Con qué miedo viven! Y uno se pregunta: ¿Lo creerán? ¿Lo creerán? ¿Creerán todo lo que dicen? O, ¿tendrán necesidad de creer todo lo que dicen? ¿O no pueden vivir sin creer todo lo que dicen? ¿O dicen todo lo que no creen?
Es difícil, sería cuestión de médicos y de psicólogos. ¿Qué tienen en el cerebro, qué angustia es esa que en todo ven una maniobra, un plan truculento, tenebroso, terrible? Y no saben que no hay mejor táctica, ni mejor estrategia que luchar con armas limpias, y que luchar con la verdad, porque esas son las únicas armas que inspiran confianza, son las únicas armas que inspiran fe, son las únicas armas que inspiran seguridad, dignidad, moral. Y son con esas armas con las que hemos ido venciendo y aplastando los revolucionarios a nuestros enemigos.
Mentira. ¿Quién ha escuchado nunca una mentira en boca de un revolucionario? Porque son armas que no benefician a ningún revolucionario, y ningún revolucionario serio tiene necesidad de acudir a una mentira nunca; su arma es la razón, la moral, la verdad, la capacidad de defender una idea, un propósito, una posición.
Y en fin, el espectáculo moral de nuestros adversarios es verdaderamente lamentable. Y así los agoreros, los intérpretes, los especialistas en las cuestiones de Cuba y las máquinas electrónicas, han estado trabajando incesantemente para desentrañar este misterio. Que si Ernesto Guevara (APLAUSOS) había sido purgado, que si Ernesto Guevara estaba enfermo, que si Ernesto Guevara había tenido discrepancias y cosas por el estilo.
Naturalmente que el pueblo tiene confianza, el pueblo tiene fe. Pero los enemigos se valen de estas cosas, sobre todo en el exterior, para calumniar: he ahí al régimen comunista tenebroso, terrible, los hombres se desaparecen, no dejan rastro, no dejan huellas, no hay una explicación; y nosotros dijimos en su oportunidad al pueblo, cuando el pueblo comenzó a notar esa ausencia, que oportunamente hablaríamos, algunas razones tendríamos para esperar.
Nos desenvolvemos en un medio rodeado por las fuerzas del imperialismo. No vive el mundo en condiciones normales; mientras las bombas criminales de los imperialistas yankis estén cayendo en un pueblo como Viet Nam no podemos decir que vivimos en condiciones normales (APLAUSOS); cuando más de 100 000 soldados yankis desembarcan allí para tratar de aplastar el movimiento de liberación; cuando los soldados del imperialismo desembarcan en una república que tiene igualdad de derechos jurídicamente como todas las demás repúblicas del mundo, cual es el caso de Santo Domingo, para pisotear su soberanía (APLAUSOS), no vive el mundo en condiciones normales; cuando alrededor de nuestra patria los imperialistas entrenan mercenarios y organizan ataques vandálicos de la manera más impune, como el caso de Sierra Aránzazu; cuando los imperialistas amenazan con intervenir en cualquier país de la América Latina y del mundo, no se vive en condiciones normales. Y cuando luchábamos en la clandestinidad contra la tiranía batistiana, los revolucionarios que no vivíamos en condiciones de normalidad, teníamos que atenernos a las reglas de la lucha; de la misma manera, aunque el poder revolucionario existe en nuestro país, en lo que se refiere a las realidades del mundo, no vivimos en condiciones normales y tenemos que atenernos a las reglas de esa situación.
Y para explicar esto vamos a leer una carta aquí de puño y letra, transcripta a máquina, del compañero Ernesto Guevara (APLAUSOS), que por sí misma se explica. Pensaba yo si debía hacer la historia de nuestra amistad y de nuestro compañerismo, cómo comenzó y bajo qué condiciones comenzó y cómo se desarrolló. Mas no es necesario. Me voy a limitar a leer la carta.
Dice así: «Habana… No fue puesta la fecha, puesto que esta carta era para ser leída en el momento en que lo considerásemos más conveniente, pero ajustándonos a la estricta realidad, fue entregada el 1ro de abril de este año, hace exactamente seis meses y dos días. Y dice así:
Habana
Año de la Agricultura
«Fidel:
«Me recuerdo en esta hora de muchas cosas, de cuando te conocí en casa de María Antonia, de cuando me propusiste venir, de toda la tensión de los preparativos.
«Un día pasaron preguntando a quién se debía avisar en caso de muerte y la posibilidad real del hecho nos golpeó a todos. Después supimos que era cierta, que en una revolución se triunfa o se muere (si es verdadera). Muchos compañeros quedaron a lo largo del camino hacia la victoria.
«Hoy todo tiene un tono menos dramático, porque somos más maduros, pero el hecho se repite. Siento que he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la Revolución Cubana en su territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo, que es ya mío.
«Hago formal renuncia de mis cargos en la Dirección del Partido, de mi puesto de Ministro, de mi grado de Comandante, de mi condición de cubano. Nada legal me ata a Cuba, solo lazos de otra clase que no se pueden romper como los nombramientos.
«Haciendo un recuento de mi vida pasada creo haber trabajado con suficiente honradez y dedicación para consolidar el triunfo revolucionario. Mi única falta de alguna gravedad es no haber confiado más en ti desde los primeros momentos de la Sierra Maestra y no haber comprendido con suficiente celeridad tus cualidades de conductor y de revolucionario. He vivido días magníficos y sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la Crisis del Caribe. Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días, me enorgullezco también de haberte seguido sin vacilaciones, identificado con tu manera de pensar y de ver y apreciar los peligros y los principios.
«Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Yo puedo hacer lo que te está negado por tu responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora de separarnos.
«Sépase que lo hago con una mezcla de alegría y dolor: aquí dejo lo más puro de mis esperanzas de constructor y lo más querido entre mis seres queridos… Y dejo un pueblo que me admitió como un hijo; eso lacera una parte de mi espíritu. En los nuevos campos de batalla llevaré la fe que me inculcaste, el espíritu revolucionario de mi pueblo, la sensación de cumplir con el más sagrado de los deberes: luchar contra el imperialismo dondequiera que esté: esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura.
«Digo una vez más que libero a Cuba de cualquier responsabilidad, salvo la que emane de su ejemplo. Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti. Que te doy las gracias por tus enseñanzas y tu ejemplo y que trataré de ser fiel hasta las últimas consecuencias de mis actos. Que he estado identificado siempre con la política exterior de nuestra Revolución, y lo sigo estando. Que en dondequiera que me pare sentiré la responsabilidad de ser revolucionario cubano, y como tal actuaré. Que no dejo a mis hijos y mi mujer nada material y no me apena: me alegra que así sea. Que no pido nada para ellos pues el Estado les dará lo suficiente para vivir y educarse.
«Tendría muchas cosas que decirte a ti y a nuestro pueblo, pero siento que son innecesarias, las palabras no pueden expresar lo que yo quisiera, y no vale la pena emborronar cuartillas.
«Hasta la victoria siempre.
«¡Patria o Muerte!
«Te abraza con todo fervor revolucionario,
Che.» (APLAUSOS PROLONGADOS)
Los que hablan de los revolucionarios, los que consideran a los revolucionarios como hombres fríos, hombres insensibles, u hombres sin entrañas, tendrán en esta carta el ejemplo de todo el sentimiento, de toda la sensibilidad, de toda la pureza que se puede encerrar en el alma de un revolucionario.
Y nosotros podríamos contestar, todos nosotros: Compañero Guevara: ¡No es la responsabilidad lo que nos preocupa, nosotros estamos responsabilizados con la Revolución, y nosotros estamos responsabilizados con la ayuda al movimiento revolucionario en la medida de nuestras fuerzas! (APLAUSOS PROLONGADOS), y asumimos la responsabilidad y las consecuencias, y los riesgos. Durante siete años casi ha venido siendo así, y sabemos que mientras el imperialismo exista, y mientras haya pueblos explotados y colonializados, seguiremos corriendo esos riesgos y seguiremos asumiendo serenamente esa responsabilidad.
Y nosotros teníamos el deber de conformarnos, teníamos el deber de respetar ese sentimiento de ese compañero, esa libertad y ese derecho. ¡Y esa sí es libertad, no la de los que van a ponerse un grillete, sino la de los que van a empuñar un fusil contra los grilletes de la esclavitud! (APLAUSOS.)
¡Y esa es otra de las libertades, señor Johnson, que nuestra Revolución proclama! y si los que quieren marcharse para irse a vivir con los imperialistas, a los que a veces los imperialistas reclutan para ir a luchar a Viet Nam y al Congo pueden hacerlo, ¡sépase también que todos los ciudadanos de este país, cuando soliciten permiso, no para ir a luchar junto a los imperialistas, sino para luchar junto a los revolucionarios, esta Revolución no les negará el permiso! (APLAUSOS PROLONGADOS.)
Este país es libre, señor Johnson, ¡verdaderamente libre para todos!
Y no fue esta la única carta. Junto a esta carta, y para la ocasión en que se hiciese uso de esta carta, también quedaron en nuestras manos distintas cartas de saludo a distintos compañeros y, además —como dice aquí—, «a mis hijos», «a mis padres», y a otros compañeros; cartas escritas por él para sus hijos y para sus padres. Y estas cartas se las entregaremos a los compañeros y a los familiares, y les pediremos que las donen a la Revolución, porque nosotros consideramos que estos son documentos dignos de la historia.
Y entendemos que esto lo explica todo, y es lo que a nosotros nos corresponde explicar. Lo demás, que los enemigos se preocupen. Nosotros tenemos bastantes tareas, bastantes cosas que hacer en nuestro país y con relación al mundo; bastantes deberes que cumplir, y los cumpliremos.
Desarrollaremos nuestro camino, desarrollaremos nuestras ideas, desarrollaremos nuestros métodos, desarrollaremos nuestro sistema. Utilizaremos toda la experiencia que pueda sernos útil, y desarrollaremos experiencias nuevas.
Una nueva época surge por entero en la historia de nuestro país, una forma distinta de sociedad, un sistema distinto de gobierno; el gobierno de un partido, del partido de los trabajadores, integrado por los mejores trabajadores, formado con la participación plena de las masas, para poder decir con toda justificación y con toda razón que es la vanguardia de los trabajadores y que es la representación de los trabajadores en nuestra democracia obrera y revolucionaria. Y será mil veces más democrática que la democracia burguesa, porque marcharemos hacia formas administrativas y políticas que implicarán la constante participación, en los problemas de la sociedad, de las masas, a través de los organismos idóneos, a través del Partido, en todos los niveles. E iremos desarrollando esas formas nuevas como solo una revolución puede hacerlo, e iremos creando la conciencia y los hábitos de esas nuevas formas. Y no nos detendremos, no se detendrá nuestro pueblo hasta haber alcanzado sus objetivos finales.
y este paso significa mucho, significa uno de los pasos más trascendentales en la historia de nuestro país, significa el momento histórico en que las fuerzas unificadoras fueron superiores a las fuerzas que dispersaban y dividían, significa el momento histórico en que todo un pueblo revolucionario se unió estrechamente, en que el sentido del deber prevaleció sobre todo, en que el espíritu colectivo triunfó sobre todos los individualismos, en que los intereses de la patria prevalecieron ampliamente y definitivamente sobre todo interés individual o de grupos, significa haber alcanzado el grado más alto de unión y de organización con la más moderna, la más científica, a la vez que la más revolucionaria y humana de las concepciones políticas.
Y somos el primer país de este continente, a más de ser, en el criterio del gobierno imperialista de Estados Unidos, el único país independiente. Porque si la Cámara de Representantes proclama el derecho a intervenir en cualquier país para evitar el peligro de una revolución comunista, aquí hay una revolución comunista en el poder (APLAUSOS). Luego se nos considera el único país independiente. Y, claro, cuando los representantes de los monopolios lanzaron esa bofetada en el rostro de todas las repúblicas de América, emitiendo la declaración de no independencia, unos cuantos —y podría decirse mejor muchos— se han sonrojado de vergüenza, muchos se han escandalizado cuando Estados Unidos declara su derecho a intervenir unilateralmente.
Bueno es recordarles los acuerdos que tomaron contra Cuba, bueno es recordarles la complicidad con las fechorías que contra nuestra patria tramó el imperialismo. Y entonces nosotros fuimos los únicos, los que nos levantamos decididos a morir y dijimos que defendíamos no solo el derecho de Cuba, sino que defendíamos la independencia de los demás pueblos de América Latina (APLAUSOS).
Los que siembran vientos recogen tempestades, y los que sembraron intervencionismo contra Cuba, rompimientos colectivos contra Cuba, bloqueos contra Cuba, están recogiendo tempestades de intervencionismos y de amenazas contra ellos mismos. Y se asombran y se llenan de pánico y se reúnen los parlamentos y los partidos burgueses dan el grito en el cielo. Ahí tienen los frutos de la complicidad con los imperialistas, ahí tienen lo que es el imperialismo.
Y así, cada día que pase, los pueblos verán más nítidamente quién tiene la razón, quién en estos años históricos defendió la verdadera independencia, la verdadera libertad, la verdadera soberanía; y la defendió con su sangre, y la defendió frente al imperialismo y a todos sus cómplices.
Los propios imperialistas les están enseñando. El fantasma del comunismo era incesantemente agitado. Y en nombre de combatir a ese fantasma, los imperialistas yankis han declarado su derecho a desembarcar en cualquier país de este continente, menos en Cuba (APLAUSOS).
Y lo que nosotros hemos avanzado, pero sobre todo lo que nosotros avanzaremos en los años venideros, utilizando todas las posibilidades potenciales de nuestro país, utilizando las enormes fuerzas que hemos organizado y que hemos creado, utilizándolo de una manera organizada, eficaz: esa es la tarea de nuestro Partido.
Tomaremos enorme ventaja, marcharemos a paso vertiginoso hacia el futuro, con un partido que deberá dirigir, que deberá atender todos los frentes, porque todos los frentes deberán ser atendidos por nuestro Partido, todos los problemas deberán ser estudiados. Y para eso hemos creado las comisiones, y nuevas comisiones serán creadas. Y no habrá un solo problema que no sea objeto de estudio y de análisis profundo por parte del Partido, para que de cada análisis salga la orientación, la orientación correcta y la mejor orientación.
Y decía que labraremos nuestro camino hacia el comunismo y llegaremos al comunismo. Tan seguros estamos, como de que hemos llegado hasta aquí.
Y en medio de las dificultades de todo tipo de este minuto de la historia del mundo, frente a un enemigo cada vez más poderoso, frente al doloroso hecho de la división en las filas revolucionarias en el mundo, nuestra política será de más estrecha unión, nuestra política será la política de un pueblo pequeño, pero independiente y libre.
Nuestro Partido educará a las masas, nuestro Partido educará a sus militantes. Entiéndase bien: ¡Nuestro Partido! ¡Ningún otro partido, sino nuestro Partido y su Comité Central! (APLAUSOS.)
Y la prerrogativa de educar y orientar a las masas revolucionarias es una prerrogativa irrenunciable de nuestro Partido, y seremos muy celosos defensores de ese derecho. Y en materia ideológica será el Partido quien diga lo que debe decir. ¡Y si nosotros no estamos de acuerdo y no queremos y no nos da la gana que las divergencias que dividan al campo socialista nos dividan a nosotros, nadie podrá imponernos semejante cosa! (APLAUSOS.)
Y todo material de tipo político, excepto que se trate de enemigos, solo podrá llegar al pueblo a través de nuestro Partido en el momento y en la oportunidad en que nuestro Partido lo determine (APLAUSOS).
Nosotros sabemos demasiado bien dónde está el enemigo, quién es el único y verdadero enemigo. Lo sabemos demasiado bien, lo sabemos de sobra. Contra ese enemigo hemos tenido que luchar en condiciones difíciles, para enfrentar a ese enemigo hemos necesitado la solidaridad y la ayuda de muchos, para derrotar la política agresiva de ese enemigo, para seguir enfrentándonos a ella, necesitamos recursos y necesitamos armas. Porque aquí, a miles de millas de distancia de cualquier otro país socialista, a miles de millas de distancia, sin que podamos depender en los momentos decisivos de otra cosa que de nuestras propias fuerzas y de nuestras propias armas, y como estamos conscientes de los riesgos que corremos hoy y de los riesgos que seguiremos corriendo, hemos de estar armados hasta los dientes y preparados hasta la saciedad (APLAUSOS).
Y podemos discrepar en cualquier punto de cualquier partido. Es imposible aspirar a que en la heterogeneidad de este mundo contemporáneo, en tan diversas circunstancias, constituido por países en las más disímiles situaciones y en los más desiguales niveles de desarrollo material, técnico y cultura, que podamos concebir el marxismo como algo así como una iglesia, como una doctrina religiosa, con su Roma, su Papa y su Concilio Ecuménico.
Esta es una doctrina revolucionaria y dialéctica, no una doctrina filosófica; es una guía para la acción revolucionaria, y no un dogma. Pretender enmarcar en especies de catecismos el marxismo, es antimarxista.
La diversidad de situaciones inevitablemente trazará infinidad de interpretaciones. Quienes hagan las interpretaciones correctas podrán llamarse revolucionarios; quienes hagan las interpretaciones verdaderas y las apliquen de manera consecuente, triunfarán; quienes se equivoquen o no sean consecuentes con el pensamiento revolucionario, fracasarán, serán derrotados e incluso suplantados, porque el marxismo no es una propiedad privada que se inscriba en un registro; es una doctrina de los revolucionarios, escrita por un revolucionario, desarrollada por otros revolucionarios, para revolucionarios.
Y nosotros habremos de caracterizarnos por nuestra confianza en nosotros mismos, por nuestra confianza en nuestra capacidad para seguir y desarrollar nuestro camino revolucionario. Y podremos discrepar en una cuestión, o en un punto, o en varios puntos con cualquier partido; las discrepancias cuando son honestas están llamadas a ser transitorias. Lo que nunca haremos es insultar con una mano y pedir con otra, y sabremos mantener cualquier discrepancia dentro de las normas de la decencia con cualquier partido, y sabremos ser amigos de quienes sepan ser amigos, y sabremos respetar a quienes nos sepan respetar.
Y estas pautas determinarán siempre nuestra libérrima conducta, y jamás le pediremos permiso a nadie para hacer nada, jamás le pediremos permiso a nadie para ir a ninguna parte, jamás le pediremos permiso a nadie para ser amigo de algún partido o de algún pueblo.
Sabemos la transitoriedad de los problemas. Y los problemas pasan, los pueblos perduran; los hombres pasan, los pueblos quedan; las direcciones pasan, las revoluciones persisten. Y nosotros vemos algo más que transitorias relaciones en las relaciones entre los partidos y entre los pueblos revolucionarios: vemos relaciones duraderas y relaciones definitivas.
Y de nuestra parte nunca saldrá nada tendiente a crear diferencia, algo más que entre los hombres, entre los pueblos. Y nos guiaremos por ese elemental principio, porque sabemos que es una posición correcta, que es un principio justo. Y nada nos apartará de la dedicación de todas nuestras energías a la lucha contra el enemigo de la humanidad, que es el imperialismo. Porque nosotros no podremos decir jamás que sean cómplices de los imperialistas a los que nos han ayudado a derrotar a los imperialistas (APLAUSOS).
Y aspiramos no solo a una sociedad comunista, sino a un mundo comunista en que todas las naciones tengan iguales derechos; aspiramos a un mundo comunista en que ninguna nación tenga derecho al veto, y aspiramos a que el mundo comunista del mañana no presente jamás el mismo cuadro de un mundo burgués desgarrado por querellas intestinas; aspiramos a una sociedad libre, de naciones libres, en que todos los pueblos —grandes y pequeños— tengan iguales derechos.
Defenderemos, como hemos defendido hasta hoy, nuestros puntos de vista y nuestras posiciones y nuestra línea, de manera consecuente con nuestros actos y con nuestros hechos. Y nada nos podrá apartar de ese camino.
No es fácil, en las complejidades de los problemas actuales y del mundo actual, mantener esa línea, mantener ese inflexible criterio, mantener esa inflexible independencia. ¡Pero nosotros la mantendremos! Esta Revolución no se importó de ninguna parte, es un producto genuino de este país, ¡nadie nos dijo cómo teníamos que hacerla, y la hemos hecho! (APLAUSOS); ¡nadie nos tendrá que decir cómo la seguiremos haciendo, y la seguiremos haciendo! ¡Hemos aprendido a escribir la historia, y la continuaremos escribiendo! Eso que no lo dude nadie.
Vivimos en un mundo complejo y un mundo peligroso. Los riesgos de ese mundo los correremos dignamente y serenamente. ¡Nuestra suerte será la suerte de los demás pueblos, y nuestra suerte será la suerte del mundo!
Les pido a todos los compañeros aquí presentes, a todos los representantes de nuestro Partido, a todos los secretarios de los núcleos en esta especie de amplísimo congreso, les pido a los que aquí representan la voluntad del Partido, del Partido que representa a los trabajadores, les pido la ratificación de los acuerdos de la Dirección Nacional (APLAUSOS), les pido la ratificación plena y unánime al Comité Central de nuestro Partido (APLAUSOS), les pido el pleno apoyo a la línea seguida por la dirección revolucionaria hasta aquí (APLAUSOS), y el pleno apoyo a la política proclamada hoy aquí (APLAUSOS).
¡Viva el Partido Comunista de Cuba! (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: «¡Viva!»)
¡Viva su Comité Central! (EXCLAMACIONES DE: «¡Viva!»)
¡Viva nuestra Revolución socialista y comunista! (EXCLAMACIONES DE: «¡Viva!»)
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)
Me gustaMe gusta
Queridos compañeros dirigentes del Partido y del Gobierno;
Queridos compañeros del Ministerio del Interior:
Esclavos de esta robolucion fascista.
Hoy se cumplen 15 años de la fundación de esta institución, aunque ya antes de la organización del ministerio se trabajó y se luchó para cumplir las tareas que más tarde tendría este organismo.
Son varias las instituciones revolucionarias que cumplen ya 15 años. Pero, en este caso, la fundación de este ministerio merece una conmemoración especial.
No voy a tratar de hacer una historia de las tareas desempeñadas por el Ministerio del Interior en nuestra Revolución, porque tal vez sería demasiado larga. Cuando el Congreso del Partido, en el Informe Central explicamos, aunque fuera sintéticamente, el esfuerzo, los logros y las victorias de nuestros combatientes del Ministerio del Interior.
Quiero señalar en esta ocasión que, en primer lugar, la batalla de esta institución de la Revolución se libró frente a la contrarrevolución, se libró frente al imperialismo, y no a cualquier imperialismo, sino esencialmente frente al imperialismo yanki. Cuando hablamos del imperialismo yanki no nos referimos a cualquier cosa. El imperialismo yanki ha sido la fuerza reaccionaria más poderosa, con más recursos económicos y técnicos, de cuantas ha conocido la historia del mundo. Y nuestra Revolución, a 90 millas de Estados Unidos, tuvo que luchar precisamente contra ese imperialismo.
Ese imperialismo era todopoderoso y estaba invicto en la historia de este continente.
Podemos decir, desde luego, que la primera derrota de ese imperialismo fue precisamente la Revolución Cubana. Se ha dicho que Girón fue la primera derrota del imperialismo yanki en América Latina, pero Girón fue parte de esa lucha, parte de nuestra Revolución; en realidad, pudiéramos decir que la primera gran derrota del imperialismo yanki en América Latina fue la Revolución Cubana (APLAUSOS).
Al principio menospreciaron nuestra Revolución. Posiblemente creyeron que sería fácil liquidarla, como en otros tiempos liquidaron otras revoluciones; como habían liquidado, por ejemplo, la revolución en Guatemala. Para ellos era inconcebible que tuviera lugar una revolución social en Cuba, contra los intereses de ese imperialismo. Pensaron con toda seguridad que sería fácil destruirla, por múltiples vías: por la vía de las agresiones económicas, por la vía del sabotaje y de la subversión, por la vía de las invasiones mercenarias o, en última instancia, por la vía de la invasión directa.
Tal vez ellos no soñaron nunca que al cabo de 17 años la Revolución se mantendría en el poder. Y con toda seguridad no soñaron nunca que un día conmemoraríamos el XV Aniversario de la creación de nuestro Ministerio del Interior (APLAUSOS).
Para ellos tal vez liquidar esta Revolución no constituiría un gran problema. Se trataba de la revolución en un país pequeño y, además, en un país latinoamericano. Para los imperialistas decir latinoamericano es hablar de algo inferior, porque los imperialistas son racistas. En Estados Unidos a los latinoamericanos los tratan mal; a los puertorriqueños los tratan mal, a los chicanos —que son antiguos descendientes de los mexicanos— los tratan mal. Ellos consideran al latinoamericano un ser inferior. Y si ahora comienzan a mirar con más respeto a los latinoamericanos, es sencillamente porque existe la Revolución Cubana (APLAUSOS).
Lo que imaginaron que sería fácil no resultó así. Y este aniversario lo demuestra. Todas las armas fueron empleadas: no solo las armas económicas, que fueron las primeras; no solo las armas militares, que siguieron después, sino que trataron por todos los medios de lo que hoy se llamaría desestabilizar a la Revolución Cubana: la subversión, el sabotaje, las bandas contrarrevolucionarias, las campañas ideológicas, la liquidación de los dirigentes de la Revolución.
Algún día la historia hablará de estas barbaridades que el imperialismo preparó contra nuestro país. Algún día la historia hablará de los procedimientos, de los planes, de los tenebrosos mecanismos que la CIA organizó para liquidar a los dirigentes de la Revolución, y algunos tal vez lo comparen con la Edad Media, en la época en que se utilizaba el puñal y el veneno entre los Estados, entre los gobiernos, para liquidar a los enemigos, con la diferencia de que en la Edad Media no existían los instrumentos que existen hoy para el crimen, el atentado y el asesinato. En la Edad Media no existían las bazookas, en la Edad Media no existían los fusiles con mirilla telescópica; en la Edad Media no existían estos materiales explosivos de tipo plástico de una gran potencia; en la Edad Media no existían estos equipos electrónicos para el espionaje y la subversión; en la Edad Media la química no estaba tan adelantada; en la Edad Media no existían estos venenos que existen hoy; en la Edad Media la biología apenas existía, no se conocían los gérmenes que se conocen hoy; en la Edad Media no existía la guerra bacteriológica.
Y todos esos medios modernos fueron empleados por el imperialismo para liquidar la Revolución Cubana: desde determinados productos para que se les cayera la barba a los dirigentes de la Revolución, hasta otros productos para que la caña se quedara sin cogollo pasando por toda una gama de mortíferos medios.
Y no se podría hablar de este XV Aniversario si no recordáramos estos hechos. Porque si a pesar de todos esos recursos y todos esos medios la Revolución Cubana no pudo ser liquidada, entre otras razones se debe a la existencia de este ministerio, cuyo XV Aniversario conmemoramos hoy (APLAUSOS).
Naturalmente que en esta lucha participaron otras muchas instituciones de la Revolución. En esta lucha participó todo el pueblo, en esta lucha participaron, por supuesto, nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias (APLAUSOS). Pero en esta lucha frente a la subversión, el sabotaje y la contrarrevolución, jugó un papel esencial el Ministerio del Interior.
Todos recordamos aquella época en que las bandas contrarrevolucionarias pululaban por todo el país. Prácticamente no había día o no había noche en que por nuestras costas no desembarcaran armas, en que sobre las montañas del país no se lanzaran equipos militares en paracaídas, en que no se produjeran infiltraciones. Todos recordamos aquellos días en que había bandas contrarrevolucionarias organizadas por el imperialismo prácticamente en todas las provincias de Cuba, incluso en la provincia de La Habana.
Se viajaba por las carreteras. Y en aquella época en que no existían las quemas de caña programadas para hacer la zafra con más alta productividad, sin embargo se veían los cañaverales ardiendo a lo largo de nuestras carreteras.
Fue una lucha dura, una lucha heroica, en que nuestro pueblo venció por la energía con que combatió esas acciones, y por la estrecha cooperación entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del Interior. Una a una fueron siendo liquidadas todas las bandas. Los combatientes del Ministerio del Interior penetraban las bandas, las ubicaban y las localizaban, y las unidades de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias las exterminaban.
En esta tarea murieron numerosos combatientes del Ministerio del Interior y numerosos combatientes de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias.
En aquella época no podía hablarse de estas técnicas, pero hoy nuestro pueblo recibe mucha información de aquellos actos heroicos, y nuestro pueblo conoce muchos héroes de aquellos días difíciles. Hoy podemos decir más: nuestro pueblo conoce algunas de las tácticas que se utilizaron para liquidar las bandas.
Baste decir que las últimas de ellas y los últimos de ellos fueron capturados en las costas, cuando creían que se dirigían hacia Estados Unidos, porque estaban ya en la fase de repliegue final. Y efectivamente, existió un repliegue final, pero ese repliegue final cayó en manos revolucionarias. Eran recibidos con chiclets, Chesterfields, whiskies y otros productos norteamericanos; pero cuanto llegaban a las bodegas de los barcos, eran recibidos por manos revolucionarias (APLAUSOS). Y así, hasta que se capturó el último integrante de esas bandas.
Antes de la Revolución costó trabajo demostrar que un ejército mercenario podía ser destruido por el pueblo.
A nadie se le ocurría alzarse en ninguna parte. La Revolución se hizo mediante la lucha armada, mediante la guerra irregular frente al régimen opresor y tiránico, frente al régimen explotador; pero después de eso, muchos creían que con los mismos mecanismos y con las mismas armas podía combatirse a una Revolución. Por eso costó también mucho trabajo demostrar que una Revolución era indestructible (APLAUSOS).
En los primeros años después del triunfo era posible hacer creer a algunos incautos, ingenuos o estúpidos, que la Revolución podría ser destruida mediante la lucha irregular, mediante la lucha guerrillera, con una diferencia: que mientras los revolucionarios teníamos que obtener las armas arrebatándoselas al enemigo y que nadie nos mandaba armas, los contrarrevolucionarios recibían de Estados Unidos constantemente las armas más sofisticadas. Y constituyó una lucha dura demostrar que contra el pueblo ninguna contrarrevolución tendría éxito.
Hoy día, a nadie se le ocurre alzarse en una montaña contra la Revolución, a no ser que esté loco (RISAS). Pero si está loco, con toda seguridad llega primero al hospital Psiquiátrico.
Es decir, fue necesario destruir un mito primero; de que el régimen capitalista era indestructible, de que las Fuerzas Armadas del régimen capitalista eran invencibles. Y ese mito fue destruido. Y después se hizo necesario destruir otro mito; el mito de que podía haber una contrarrevolución victoriosa frente al pueblo.
En los primeros años, el país se consagró esencialmente a esta lucha, y esta lucha está indisolublemente unida a la historia del Ministerio del Interior (APLAUSOS).
Hoy, la contrarrevolución ha disminuido extraordinariamente; hoy, a la lucha frente al enemigo contrarrevolucionario se dedica una porción infinitamente más pequeña de la energía de nuestro pueblo y de nuestra Revolución. Quedan contrarrevolucionarios, pero cada vez menos. Realizan algunas actividades en el interior de nuestro país, pero cada vez menos.
Hoy, la contrarrevolución se manifiesta en el exterior, de toda aquella gusanera que un día soñó con destruir a la Revolución quedan todavía algunos rezagos. Porque si decimos la verdad, la mayor parte de aquellos que un día cometieron el crimen y la traición de abandonar su patria, hoy ya no tienen esperanzas de aplastar a la Revolución; pero quedan los profesionales del crimen, los profesionales de la subversión, los alumnos más aventajados de la CIA, que todavía realizan actividades contrarrevolucionarias, principalmente en el exterior del país. Esos son los que cometen atentados dinamiteros contra nuestras embajadas, los que pretenden asesinar a nuestros funcionarios diplomáticos.
Esa lucha, desde luego, será larga, porque esos elementos viven de eso. Si un día no se dedicaran a eso, morirían de hambre.
Incluso la propia CIA, que los amaestró y los instruyó es muchas veces incapaz de controlarlos. Esto no quiere decir que la CIA no tenga responsabilidad con estos hechos. La CIA es la CIA, y a veces simula no tener responsabilidades; y a veces, efectivamente, esos elementos actúan por su cuenta, pero nadie sabe cuándo la CIA los está utilizando. La CIA les enseñó a manejar los explosivos, la CIA les enseñó a manejar instrumentos de muerte, y hoy hasta la propia CIA y los organismos policíacos de Estados Unidos son a veces incapaces de controlarlos. Basta el hecho, para demostrarlo, de que en los propios Estados Unidos se ha escenificado una lucha interna entre los elementos contrarrevolucionarios; y se dice, que en los últimos tiempos se han realizado casi 15 atentados y se han colocado alrededor de 200 bombas en Estados Unidos, en la lucha interna que escenifican los elementos contrarrevolucionarios. Y esta es la hora en que el famoso FBI y la famosa CIA no han podido descubrir a uno solo de los autores de estos atentados y de estas 200 bombas. Ellos criaron cuervos y los cuervos les están sacando los ojos.
Es cierto que la contrarrevolución realiza fechorías en el exterior contra nuestras representaciones diplomáticas, pero los actos delictivos que cometen en los propios Estados Unidos son más que los que actualmente están cometiendo fuera de los Estados Unidos. Estos actos pueden molestar un poco, pero no intimidan a nadie. Indignan, ¡sí!, cuando sabemos que en un país como Portugal una explosión causó la muerte de funcionarios nuestros y causó la muerte de compañeras, y que hubo huérfanos en esa cobarde y miserable acción. Desde luego que el gobierno de Portugal no es totalmente ajeno a esos hechos; no en el sentido de que participe en tales hechos, pero sus contradicciones y sus debilidades tienen que ver con hechos de esta naturaleza.
En el día de hoy, y tal vez para conmemorar el XV Aniversario de nuestro ministerio, la oficina de nuestra misión en las Naciones Unicas, o uno de los departamentos de nuestra oficina, fue volado por un atentado contrarrevolucionario. Afortunadamente no hubo víctimas. Pero realmente eso va en detrimento del prestigio de Estados Unidos, va en detrimento de los propios imperialistas. ¿Qué puede decir un país que resulte incapaz de impedir que los representantes diplomáticos ante las Naciones Unidas sean víctimas de estos atentados?
Eso es en gran parte resultado del caos y de la anarquía de la sociedad capitalista.
Desde luego que nuestros representantes diplomáticos no se irán de las Naciones Unidas; desde luego que nuestros representantes diplomáticos estarán allí en el mismo corazón del imperio, mientras las Naciones Unidas estén en el corazón del imperio (APLAUSOS PROLONGADOS). ¡Nadie se acobardará! ¡Nadie renunciará a sus deberes! ¡Nadie se retirará de sus funciones!
Desde luego que nosotros no hemos replicado al terrorismo con terrorismo. Si el Estado cubano se dedicara a hacer terrorismo y a responder con terrorismo a los terroristas, creemos que realmente seríamos eficaces terroristas (APLAUSOS). Que nadie se imagine otra cosa. Si nos dedicamos al terrorismo, con toda seguridad que seríamos eficientes. Pero es el hecho que la Revolución cubana nunca ha aplicado el terrorismo. No quiere decir que renunciemos a ello, ¡lo advertimos! (APLAUSOS) Simplemente decimos que no lo hemos aplicado y que no nos proponemos aplicarlo en un futuro inmediato. Decimos que no lo hemos aplicado, y esperamos no tener necesidad de aplicarlo (APLAUSOS) y que los gobiernos donde estos bandidos realizan estos hechos tomen las medidas pertinentes para evitarlos.
Claro que estos son los frutos ubérrimos de lo que el imperialismo ha sembrado en el mundo. Recordamos, por ejemplo, cuando los imperialistas inventaron el secuestro de aviones contra Cuba. Los primeros aviones secuestrados en el mundo fueron aviones cubanos. Con aplausos y grandes elogios, los secuestradores eran señalados en la prensa yanki como héroes. Y al cabo de un tiempo, aquel vivero de delincuencia que es la sociedad imperialista, comenzó a producir sus propios secuestradores de aviones, hasta que llegó un día en que a veces aterrizaban en el aeropuerto de La Habana dos y hasta tres aviones yankis secuestrados en unas horas.
Ellos sembraron la semilla, y del seno de la propia sociedad yanki salieron los secuestradores. Porque de una sociedad de gente enajenada, de una sociedad desquiciada, ¿qué otra cosa podía esperarse?
Y si el problema de los secuestros de aviones se resolvió en el mundo, no fue por el imperialismo yanki: fue por la propia Revolución Cubana, que adoptó las medidas pertinentes para poner fin a un problema que estaba ya afectando a toda la humanidad. Pero este compromiso nuestro no es eterno. Si los yankis creen que Cuba debe poner de su parte, pero que mientras, por otra, la gusanera contrarrevolucionaria, directa o indirectamente dirigida por la CIA, puede realizar actos de terrorismo y puede atacar nuestros barcos pesqueros, como ya lo hicieron una vez, nuestro compromiso de lucha contra el secuestro de aviones no se mantendrá. Y ese compromiso estará en dependencia de lo que el propio Gobierno de Estados Unidos haga para impedir que se cometan impunemente tales actos delictivos, tales crímenes contra nuestros pescadores, o tales crímenes contra nuestros representantes diplomáticos.
La Revolución en definitiva es invulnerable, y todas las armas que los imperialistas empleen frente a Cuba, más tarde o más temprano, se volverán contra ellos.
En medio del conjunto de revelaciones sobre las fechorías de la CIA, ellos tratan de encontrar algunas explicaciones a sus propios problemas. Por ejemplo, hay quienes tratan de asociar los planes de la CIA para asesinar a los dirigentes de la Revolución, con hechos que han ocurrido en los propios Estados Unidos, como fue el asesinato de Kennedy, insinuando que la muerte de Kennedy puede haber sido represalia de la Revolución Cubana por los planes que en la época de Kennedy se organizaron contra los dirigentes de la Revolución Cubana.
En realidad, reiteramos que nunca la Revolución Cubana ha practicado el terrorismo, nunca la Revolución Cubana ha llevado a cabo este tipo de represalia en su política internacional.
La muerte de Kennedy todavía está envuelta en cierto misterio; porque por alguna razón ellos no quisieron publicar los datos que reunió la comisión que investigó los hechos, y dijeron que dentro de 100 años se publicarían. El papel que jugó la CIA y que jugó el FBI en esos acontecimientos no ha sido dilucidado, y a quien se supone autor de esos hechos no se sabe qué vínculos tenía con la CIA y con el FBI. Pero lo que puede afirmar categóricamente la Revolución Cubana es que jamás tuvo la menor participación en la muerte del presidente de los Estados Unidos, John Kennedy.
Nuestra Revolución —como decíamos anteriormente— nunca ha practicado esa política. Y algunos de los voceros del imperialismo han tratado de sacar conclusiones del hecho de que una vez nosotros señalábamos que los planes de asesinatos de dirigentes extranjeros crean precedentes funestos, que pueden llegar un día a afectar a todo el mundo. Y esto, como una cuestión de elemental lógica. De la misma forma que la piratería aérea, inventada y organizada contra Cuba, un día llegó a afectar a toda la comunidad internacional, sin que Cuba tuviera la menor responsabilidad en ello, porque Cuba jamás tuvo ninguna participación en ninguno de los secuestros de aviones que se realizaron en el mundo.
Esta ha sido una lucha larga, y de muchos años; lucha para defender la Revolución, lucha para garantizar la seguridad y los intereses del Estado cubano, en la cual los combatientes del Ministerio del Interior han tenido su papel más destacado y heroico.
Pero las funciones del Ministerio del Interior no se concretaron solo a la tarea de defender a la Revolución frente a sus enemigos, ni fue solo heroico en ese terreno el papel del Ministerio del Interior, sino que sus funciones fueron mucho más amplias, y desarrollaron tareas de extraordinario interés para nuestra sociedad revolucionaria en muchos otros campos.
En la defensa del orden interior, el ministerio ha realizado un trabajo también extraordinario. Por ejemplo, la lucha contra el delito, la lucha contra la delincuencia. En la medida en que cada vez existan menos actividades contrarrevolucionarias, la lucha contra el delito común adquiere una importancia cada vez mayor. Y si al principio de la Revolución estas actividades se diferenciaban —el delito común y la actividad contrarrevolucionaria—, la tendencia en la actualidad es que estas actividades se confundan cada vez más, hasta el extremo en que llega un momento en que apenas es posible distinguir entre el delincuente contrarrevolucionario y el delincuente común, porque muchos de los individuos que en alguna ocasión realizan alguna actividad contrarrevolucionaria han realizado antes fechorías de carácter común.
Cada vez más esta lucha contra el delito común tendrá una gran importancia en nuestro país. La delincuencia común, cuyas causas se originaban fundamentalmente en la sociedad capitalista, ha disminuido extraordinariamente en nuestra sociedad; pero, desde luego, no ha sido erradicada. Y será una lucha my larga, durante mucho tiempo, de toda la sociedad la cuestión de la erradicación del delito común.
Claro está que nuestra sociedad no exalta el crimen. Todos recordarán —o si no todos una parte de nuestra población recordará— cómo en los tiempos pasados el delito común, y sobre todo los delitos de sangre, eran virtualmente exaltados. ¿Quién no recuerda aquella crónica roja de nuestros periódicos donde aparecía hasta la proeza de un descuartizador? Con sensacionalismo se daba gran despliegue de publicidad a los hechos de sangre. Y esos hechos se repetían. En todos los periódicos la crónica roja reflejaba los delitos de sangre cometidos diariamente. Había incluso famosas horas radiales en que todos los días aparecían virtualmente exaltados y convertidos en héroes, con una gran publicidad, los autores de hechos sangrientos.
Y naturalmente que la realidad de la sociedad capitalista, más esta exaltación del crimen, promovía y multiplicaba los hechos de sangre. Los hechos de sangre, en cambio, han disminuido extraordinariamente en nuestra Revolución. No es que hayan desaparecido. Desgraciadamente, en alguna que otra ocasión, se producen hechos de sangre y los llamados crímenes pasionales. Pero nuestra sociedad no exalta el crimen, nuestra sociedad no convierte en héroes a los criminales, nuestra sociedad no crea ninguna caja de resonancia, ninguna publicidad para los autores de hechos de sangre. Los investiga, los juzga y los castiga ejemplarmente, pero los autores de hechos sangrientos no reciben ninguna publicidad en nuestra sociedad.
Las nuevas condiciones sociales de nuestro país, y el enfrentamiento correcto de estos hechos, se han traducido en una extraordinaria disminución de los delitos sangrientos.
Nuestra sociedad tiene que luchar todavía contra los residuos del pasado, como son los delitos contra la propiedad. A pesar de que no existen en el régimen socialista las condiciones que incentivan el delito contra la propiedad, aún existen delitos contra la propiedad en nuestro país. Y ello constituirá una de las tareas fundamentales de nuestro Ministerio del Interior en los años futuros.
Se crea una mayor organización, se crea un mayor control, se crean los mecanismos eficaces para descubrir cualquier violación contra la propiedad social o la propiedad personal, y ello nos ayudará a abordar de la manera más correcta y más eficiente estos problemas.
Pero el Ministerio del Interior no solo se consagra a la noble tarea de proteger la vida y los intereses de la sociedad en su conjunto y de las personas en particular; el Ministerio del Interior consagra una importante cantidad de energía, no solo a prevenir el delito y sancionar el delito, sino incluso a las tareas de la reeducación de los delincuentes. Y tanto en la reeducación de delincuentes contrarrevolucionarios como delincuentes comunes, nuestra Revolución ha tenido en realidad grandes éxitos; éxitos que no han estado exentos de errores y de fallas, pero éxitos incuestionables. Son numerosos los elementos contrarrevolucionarios y los elementos responsables de delitos comunes que han sido realmente reeducados por nuestro Ministerio del Interior.
Muy pocos países en el mundo cuentan con planes semejantes a los nuestros, planes más humanos y planes más fructíferos que los nuestros. Estos planes han abarcado a todo tipo de delincuentes, fundamentalmente mediante el trabajo. Es decir, que el gran maestro de la reeducación, igual que el de la educación, es el trabajo.
Y mediante estos planes de reeducación el Ministerio del Interior ha hecho también un importante aporte al desarrollo del país. Mediante estos planes de reeducación se organizaron actividades productivas en las prisiones, con aquellos que por su peligrosidad no debían estar en lo que ellos llaman el «ciclo abierto»; y mediante estos planes, con aquellos de menor peligrosidad, han contribuido al desarrollo social y al desarrollo agropecuario del país.
Decenas de escuelas, ciento de obras agropecuarias y otras muchas construcciones y producciones han sido desarrolladas mediante estos planes por el Ministerio del Interior, con la especial circunstancia de que en nuestro país los presos que realizan estas actividades productivas reciben la correspondiente remuneración y participan, incluso, en actividades emulativas. El ministerio ha aportado al desarrollo económico del país, mediante estos planes de reeducación, cientos de millones de pesos, a nuestra economía.
En otros aspectos, por ejemplo, la prevención y la disminución de los accidentes del tránsito, el ministerio ha realizado también una extraordinaria tarea. La importancia de esta función podemos medirla y podemos verla con toda claridad, si analizamos que, por ejemplo, solo en el año 1975 ocurrieron 901 muertes por accidentes de tránsito y casi 15 000 personas resultaron lesionadas. No hablamos ya de los costos económicos, que son grandiosos; pero el hecho de que 901 personas hubiesen muerto y casi 15 000 resultaran lesionadas, demuestra el extraordinario valor que tienen las tareas del ministerio en la lucha contra los accidentes de transito. Y a pesar de que estas cifras parecen altas, estamos absolutamente convencidos de que nuestro país es uno de los más bajos del mundo en cuanto a muertes y personas lesionadas por accidentes de tránsito. ¿Pero quién puede discutir la importancia de esa función, que preserva vidas de mujeres, de niños, de obreros, de ciudadanos en general?
Y nuestra lucha contra los accidentes del tránsito, tanto en el orden preventivo como en el castigo correspondiente, se hace cada vez más rigurosa y cada vez más eficiente. Es que hay un tipo de criminal en nuestra sociedad al que no juzgamos como al otro criminal que llega con un puñal o un arma a asesinar a alguien. Hay asesinos por las calles, que ni siquiera ellos mismos saben que son asesinos. Son esos a los que se les dice que no corran a 120 kilómetros, y corren a 120 kilómetros; son esos que no respetan las señales, son esos que no respetan las luces del tránsito, son esos que no respetan las regulaciones. Ellos no quieren matar a nadie, desde luego, pero son una especie de asesinos inconscientes que no se sabe a qué hora del día o de la noche, por irresponsabilidad asesinan a alguien. Técnicamente no se llama asesinato, pero, de hecho, moralmente es un asesinato.
Y esa lucha de nuestro ministerio para prevenir y disminuir los accidentes del tránsito es una función de extraordinario valor en nuestra sociedad.
Igualmente lucha el ministerio del Interior por la prevención y el combate de los incendios. Esa es otra actividad que quizás no se resalte tanto como otras actividades del ministerio, pero tiene una importancia extraordinaria. Hay que haber estado en un incendio, en uno de esos llamados siniestros. Hay que ver a los compañeros que tienen la responsabilidad de combatir los incendios. Nosotros, personalmente, hemos tenido ocasión de verlos en algunos casos, como cuando una gran cantidad de bidones de combustible de la refinería más importante que tiene el país estalló en un gran incendio. Hay que ver en qué consiste el trabajo de los que luchan contra el incendio, los riesgos que ello implica; los casos de accidentes, de vidas que se pierden heroicamente, por parte tanto de los combatientes permanentes de esa función, como de los trabajadores que colaboran con esas actividades.
Ellos preservan los recursos del país, ellos impiden que el país pierda decenas y decenas de millones de pesos en riquezas.
Y no solo libran una lucha en el combate contra los incendios, sino en la prevención de los incendios. Cuando se analizan la mayor parte de los incendios, casi el ciento por ciento no obedece a un hombre malintencionado, a un sabotaje, a un crimen deliberado; obedece a un descuido, obedece a una gran irresponsabilidad, obedece tanto a la irresponsabilidad de trabajadores que no cumplen con las regulaciones pertinentes, como a irresponsabilidad de organismos del Estado que no se preocupan adecuadamente por esas cuestiones. La inmensa mayoría, casi el ciento por ciento de ese tipo de accidentes, obedecen a descuidos y cuestan al país pérdidas de vidas humanas y cuestan al país grandes pérdidas económicas.
Al referirnos a estas actividades del Ministerio del Interior, y aunque más bien relacionados con la defensa de la Revolución, no debemos olvidar a los guardafronteras; a esos abnegados combatientes que, en los más apartados rincones del país y venciendo toda clase de incomodidades y dificultades, vigilan nuestras fronteras y protegen nuestras costas. Para ellos no hay frío ni calor, ni sequía ni humedad, ni mosquitos o cualquier otra clase de insectos. Alrededor de toda nuestra isla, que tiene miles de kilómetros de costas, ellos protegen a nuestro país frente a las potenciales incursiones de nuestros enemigos.
He señalado en este día algunas de las importantísimas funciones que desempeña el Ministerio del Interior, y que justifican el reconocimiento y el agradecimiento de nuestro pueblo. Pero estas tareas no las podría realizar ningún organismo, sino en estrecha vinculación con las masas.
¿Qué es lo que hace eficiente nuestro Ministerio del Interior? ¿Qué es lo que lo hace capaz de grandes éxitos? La vinculación con las masas. Pero, ¿qué es lo que hace posible estas tareas de la seguridad del Estado y del orden interior, si no es la Revolución, si no es nuestra Revolución Socialista?
En un sistema capitalista el Ministerio del Interior realiza funciones que están en contradicción con los intereses de las masas, con los intereses de los trabajadores, con los intereses de los explotados. En un país capitalista el Ministerio del Interior defiende los intereses de los explotadores. Y por eso, en general, si no es pagado y tarifado y de una forma inmoral, ningún Ministerio del Interior en la sociedad capitalista recibe la colaboración de nadie. Sin embargo, en nuestro sistema revolucionario, en nuestro sistema socialista, el Ministerio del Interior defiende los intereses de las masas, defiende los intereses del pueblo, defiende los intereses de los trabajadores (APLAUSOS). Y de ahí la estrecha vinculación de nuestro ministerio con las masas; de ahí el cariño y el respeto de nuestro pueblo hacia los combatientes del Ministerio del Interior.
Recordemos el pasado. ¿Qué era un agente de orden interior? ¿Qué era un policía? Era un enemigo del pueblo, era un agente de las clases explotadoras, era —como le llamaban— un esbirro. Utilizaba su arma y sus prerrogativas para abusar del pueblo, para oprimir al pueblo. Y en general, ya sabemos los privilegios: se explotaba la prostitución, se explotaba el juego, se explotaba el contrabando de drogas; se explotaba, en fin, el delito. Hoy, desde luego, no se puede explotar la prostitución, porque no hay prostitución; ni se puede explotar el juego, porque no hay juego. Y si hay juego, o existiera una que otra prostituta por la libre, no son actividades protegidas por la fuerza pública, no son actividades amparadas en la complicidad del Estado. Como si hay drogas. La droga es hoy uno de los grandes dolores de cabeza, uno de los grandes problemas de la sociedad capitalista. ¿Pero cómo puede hacer drogas en Cuba? ¿Quién la importa, si el Estado, que tiene el monopolio de las importaciones, no importa drogas; si el Estado, que dirige las actividades agrícolas, no promueve el cultivo de la marihuana? No es que no pueda haber alguno que otro cultivador independiente de marihuana; una semillita o un gajito de marihuana, tal vez prospere en cualquier jardín. Les confieso que sabemos mucho más de caña, de arroz, de pastos, de viandas, vegetales, cítricos y otros cultivos que del cultivo de la marihuana.
Recordamos, incluso, nuestros años de la Sierra Maestra. Aquel era un cultivo prácticamente comercial de los campesinos. En medio del capitalismo, pues, si no les compraban el café y les compraban la marihuana, algunos campesinos cultivaban marihuana. ¡Cuántas veces pasamos nosotros, los combatientes de la Sierra Maestra, al lado de un campo de marihuana, y no sabíamos lo que era un campo de marihuana!
Pero después de la Revolución, ¿quién recibe créditos para cultivar marihuana, o quién es estimulado a cultivar esas cosas? ¿Nuestros campesinos de las montañas? ¡Jamás! ¡Nuestros campesinos de las montañas son revolucionarios! La conciencia de nuestros campesinos, en general, es una conciencia revolucionaria. Es decir, que resulta muy difícil que alguien se sienta estimulado a esos cultivos. Y en general, es mínimo. Y se persigue y se combate. Se combate el juego, se combaten las drogas enérgicamente, se combate la prostitución que —como ustedes saben— era una necesidad de la sociedad capitalista. La prostitución es consustancial de la sociedad capitalista.
Nuestra Revolución ha erradicado esa lacra, ha dignificado a la mujer antaño discriminada y obligada muchas veces a ese infame medio de vida. Algunas de estas actividades solo por excepción se pueden dar en nuestra sociedad, y nunca con el apañamiento y la complicidad de nuestras autoridades.
No se puede concebir un hombre más modesto, ni más honesto que un combatiente de nuestro Ministerio del Interior. Ese jamás se dejará sobornar por ningún dinero para poner o no poner una multa; ese jamás irá a ninguna parte a exaccionar a nadie; ese no explotará jamás a nadie; ese no promoverá jamás la prostitución, ni el juego, ni la droga. ¡Digamos bien alto y con toda justicia que la característica esencial de nuestros combatientes del Ministerio del Interior es, por encima de todo, la honradez más acrisolada! (APLAUSOS)
Y eso lo sabe muy bien nuestro pueblo y lo comprende muy bien nuestro pueblo. Y por eso quiere y respeta a nuestros combatientes del Ministerio del Interior, y por eso nuestro pueblo coopera con las tareas de los combatientes del Ministerio del Interior.
Otra característica esencial de esos combatientes es el respeto al ciudadano, la decencia de nuestros combatientes del Ministerio del Interior.
Recuerdo todavía que cuando el X Aniversario decíamos nosotros que algunos pretendían abusar del combatiente, pretendían abusar de su respeto y de su consideración al ciudadano; y decíamos que eso realmente no podía aceptarse, que eso realmente no podía admitirse por ningún concepto.
Por eso, otra de las características de nuestros combatientes no es solo su modestia o su honradez, sino también su decencia. Y por eso nuestro pueblo quiere y respeta a los combatientes del Ministerio del Interior. También su espíritu humano —como señalábamos nosotros en el Informe al Congreso—, muy característico de nuestros combatientes, su respeto a la dignidad humana, y cómo ellos han seguido la tradición desde la Sierra Maestra de que jamás se usó la violencia contra ningún detenido. Ni aun en la guerra, que muchas veces pretende justificar cualquier cosa, ni aun en la guerra nosotros usamos la violencia contra ningún prisionero. La justicia la aplicábamos, sí, no importa cuán severa fuera, pero mediante ley. Jamás ningún combatiente revolucionario mancilló su dignidad usando la violencia física, es decir, torturando a un prisionero.
Y a pesar de lo que nuestros miserables enemigos puedan decir y proclamar y hablar de violencias físicas en Cuba, ustedes saben, y nosotros sabemos, y nuestro pueblo sabe, que es un principio esencial de nuestra Revolución no utilizar jamás la violencia física contra un detenido, contra un prisionero, sea quien sea. Y ese principio se ha cumplido rigurosamente (APLAUSOS).
Hay algo que poseemos, a lo cual sí que no renunciamos, y es nuestra moral. Lo que un combatiente revolucionario tiene frente al enemigo, por encima de todo, es la moral; y frente a esa moral se estrella toda resistencia. Lo que un combatiente tiene son sus principios, es su ideología. Y la experiencia de más de 15 años de lucha revolucionaria nos enseña que un gusano, que un contrarrevolucionario, siempre se desmoraliza frente a la conducta y frente a la moral de un combatiente revolucionario (APLAUSOS). Y por eso, sin ponerle un solo dedo encima, sin golpear jamás a nadie, sin torturar a nadie, todas las batallas las han ganado siempre los combatientes revolucionarios, porque el combatiente revolucionario tiene algo que no conoce el contrarrevolucionario y son los principios, es la verdad, es la moral.
Y eso lo ha demostrado nuestra historia. ¿Qué contrarrevolucionario no ha hablado? ¿Qué contrarrevolucionario no ha contado todo lo que sabe, cuando se le demuestra con palabras, con argumentos, con hechos, el papel ridículo, inmoral, criminal, desvergonzado, insostenible, que han estado haciendo? Porque hay que decir, además, que aparte de la moral y de esos principios, ha estado la eficiencia de nuestros organismos de seguridad, que siempre han sabido lo que han estado planeando los enemigos, que siempre han conocido todas las interioridades de sus organizaciones, y que siempre han prevenido los hechos lo más posible con la ayuda del pueblo. ¡Porque aquí lo que podemos decir es que cada ciudadano del país es un combatiente del Ministerio del Interior! (APLAUSOS PROLONGADOS)
Al conmemorar este XV Aniversario, nos falta señalar una de las características, una de las virtudes, una de las cualidades de nuestros combatientes del Ministerio del Interior, que es su espíritu internacionalista y las brillantes páginas que en estos años han escrito junto a nuestros gloriosos combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
Son numerosos, muy numerosos, los actos de heroísmo protagonizados no solo frente al enemigo imperialista, en extraordinarios hechos que ya constituyen leyendas, sino también en sus servicios a la causa revolucionaria de otros pueblos. No hay prácticamente ninguna página gloriosa de esta historia internacionalista en que no estén presentes los combatientes del Ministerio del Interior; pero en la última y quizás más gloriosa página escrita por nuestro pueblo en el campo de la solidaridad internacional, el apoyo al pueblo de Angola (APLAUSOS PROLONGADOS), los combatientes del Ministerio del Interior escribieron su página más brillante.
Recordamos los días más difíciles: cuando las tropas sudafricanas avanzaban a 70 kilómetros por día desde Namibia, y fue necesario enviar la primera unidad regular, la dirección de nuestro Partido, de nuestro Gobierno y de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias, escogieron el Batallón de Tropas Especiales del Ministerio del Interior (APLAUSOS PROLONGADOS).
Recordamos esos días. Eran sumamente difíciles. Había que parar a los sudafricanos, y estábamos a más de 12 000 kilómetros. Se escogió ese batallón que, apoyado por pelotones de armas antitanques del Ministerio de las Fuerzas Armadas, se trasladó por aire a Angola en el mes de noviembre. Se le señaló que su misión era organizar la primera línea de defensa junto a los angolanos para parar a los sudafricanos, y que detrás irían otras unidades de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias. ¡Y los combatientes del Batallón de Tropas Especiales cumplieron cabalmente su misión! A las pocas horas de arribar a Luanda, marchaban hacia el frente: y el avance, hasta entonces relámpago de los sudafricanos, fue detenido.
El Batallón de Tropas Especiales del Ministerio del Interior, junto a otras unidades de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias que llegaron después (APLAUSOS), es decir, un regimiento de artillería, un batallón de tropas motomecanizadas y el personal de la artillería a reacción, junto a los combatientes del MPLA, no solo detuvieron a las tropas sudafricanas, sino que las derrotaron y crearon las condiciones para su ulterior expulsión del territorio de Angola (APLAUSOS).
Aquí se encuentran presentes más de 100 combatientes de ese Batallón de Tropas Especiales (APLAUSOS PROLONGADOS) que participaron en los combates de Ebo, de Cariango, los Cerros de Medunda y otros, donde la Blitzkrieg sudafricana fue destrozada.
Y no solo contribuyó el Ministerio del Interior con este Batallón de Tropas Especiales, sino que un segundo batallón de personal escogido entre combatientes y cuadros del Ministerio del Interior marchó después, y participaron también junto a los combatientes del MPLA en la ofensiva victoriosa del frente sur.
Y al hablar de este tema, debemos señalar que efectivamente, ya los combatientes del Batallón de Tropas Especiales están regresando a nuestro país, al igual que los combatientes de otras unidades de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias. Pero el enemigo no debe sacar ninguna conclusión equivocada.
Es absurdo pensar que cuando nuestros combatientes marcharon a Angola, fueran con la idea de permanecer indefinidamente en el país: fueron con la idea de permanecer en el país, a solicitud del Gobierno de la República Popular de Angola, mientras existiera un invasor en el territorio del hermano pueblo de Angola. Una vez concluida su tarea, en virtud de los acuerdos entre el Gobierno de la República Popular de Angola y el Gobierno de Cuba, nuestro personal militar en Angola está siendo gradualmente retirado. Entiéndase bien: ¡gradualmente retirado! (APLAUSOS) ¿Cuál será el período de tiempo para la retirada de nuestras fuerzas? Lo describimos así, y así lo hemos acordado con el Gobierno de la República Popular de Angola: ¡el tiempo estrictamente indispensable para apoyar la defensa del pueblo de Angola contra cualquier agresión exterior, mientras se organiza, entrena y equipa el Ejército Popular de Angola! (APLAUSOS)
El pueblo de Angola requirió nuestra ayuda cuando se vió invadido por mercenarios en todas direcciones, y esencialmente por las tropas sudafricanas, pero el pueblo de Angola está organizando su ejército. Y nosotros, junto a la Unión Soviética, estamos ayudando a organizar el ejército de Angola (APLAUSOS). No escatimamos los recursos ni los cuadros necesarios para organizar ese ejército. Y estamos seguros de que Angola tendrá un magnífico ejército, un formidable ejército, que en un momento dado no requerirá de unidades regulares de Cuba para defender su país de la agresión exterior.
En la actualidad nuestro pueblo está aumentando la ayuda civil a Angola. Nuestro pueblo está ayudando a tratar de que inicien su zafra varios centrales azucareros, está ayudando en los programas médicos y está ayudando en numerosas actividades económicas. Disminuiremos la presencia del personal militar, y aumentaremos la presencia del personal civil, aunque, naturalmente, el personal civil será mucho menos que el número total de combatientes que en determinado momento estuvieron en Angola.
Pero que no se engañen los enemigos. La retirada durará todo el tiempo necesario para cumplir estos requisitos. Y es gradual, es gradual. Y advertimos que en Angola quedan y quedarán todo el tiempo necesario —repito— los hombres y las armas indispensables para garantizar, junto al pueblo de Angola, la seguridad exterior de ese país (APLAUSOS).
Qué tiempo, se preguntan los imperialistas, que no tienen ningún derecho a preguntar; y nosotros respondemos a nuestro pueblo: ¡El tiempo estrictamente indispensable mientras se organiza, entrena y equipa el Ejército Popular de Angola! ¡Ni un día más, ni un día menos! (APLAUSOS)
Pero advertimos a los imperialistas: ¡No se equivoquen! ¡No se equivoquen y pretendan hacer alguna agresión contra el pueblo de Angola! ¡Lo que va quedando allí mientras nos vamos retirando y mientras se va organizando el ejército de Angola, es suficiente para darle cualquier paliza a cualquier agresor! (APLAUSOS)
Y por eso nuestro pueblo se complace en recibir gradualmente a los combatientes victoriosos del Ministerio del Interior y de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias (APLAUSOS).
Ellos estuvieron allí muchos meses y realizaron un trabajo extraordinario. Merecen el más profundo reconocimiento y la admiración de nuestro pueblo. Fueron allí como representantes dignos de la Revolución Cubana y cumplieron cabalmente su papel. ¡Y solo un pueblo que es capaz de luchar por los demás, es también capaz de luchar por sí mismo! (APLAUSOS) y los imperialistas saben hoy muy bien cuál es el valor de nuestros combatientes, porque no lo saben solo en Cuba, sino que lo saben también fuera de Cuba (APLAUSOS).
Debemos añadir que nuestras relaciones con el Gobierno de la República Popular de Angola son magníficas. Y que todas las cosas que hemos hecho, cuando nos solicitaron la ayuda y cuando participamos en la lucha y todo el programa ulterior, tanto de ayuda militar como de ayuda civil, ha sido absolutamente de acuerdo. De Angola no nos llevaremos absolutamente nada, porque no somos imperialistas, ¡somos revolucionarios, somos internacionalistas! (APLAUSOS)
Nuestra ayuda fue cumpliendo un mandato de nuestros principios. Y lo que interesa a nuestro pueblo, el único interés de nuestro pueblo, es el avance de la revolución en Angola, el éxito de Angola, el avance de la revolución en Africa, la liberación total en Africa. Y hemos cumplido cabalmente con estos principios.
Nuestra Revolución no solo triunfó, nuestra Revolución no solo fue capaz de consolidarse, sino que fue también capaz de ayudar al triunfo y la consolidación de la revolución en otros pueblos. A esta noble y hermosa tarea revolucionaria se ha consagrado una generación de cubanos.
Hoy aquí sabemos que casi un 20% de los miembros del Ministerio del Interior llevan 15 años en el cumplimiento de sus tareas. Sabemos que un porcentaje muy alto llevan más de 10 años y ostentan con orgullo su certificado de más de 10 años de servicio en el Ministerio del Interior (APLAUSOS). Sabemos también que un 70% de los combatientes del Ministerio del Interior son miembros del Partido o de nuestra Juventud (APLAUSOS), y ello habla muy alto de su calidad revolucionaria y política.
¡Solo nos resta decir que nuestro Partido y nuestro pueblo se sienten orgullosos de sus combatientes del Ministerio del Interior!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)
Me gustaMe gusta
este otro cuando fue?
si no pones cuando fue tiene valor cero, la historia no se hace de adivinanzas amigo Fidel
Me gustaLe gusta a 1 persona
Quizás se pueda deducir a partir del momento que describe de la guerra de Angola, pero no cabe duda de que poner la fecha es preferible.
Me gustaMe gusta
Camagüeyanos:
Es que la presencia de tantas personas reunidas, en una ciudad donde todavía se escuchan de cuando en cuando los disparos de los enemigos agazapados, donde no existen medios de transporte, donde se ha escogido, incluso, un sitio apartado del centro de la ciudad; la presencia de tantos hombres y mujeres nos da una idea aproximada de la responsabilidad abrumadora que sobre nuestros hombros pesa (APLAUSOS).
Yo quisiera ver al pueblo, y la luz no me permite ver. A pesar de todo, brindémosles a los periodistas todas las facilidades, porque para eso hay libertad de prensa en nuestra patria (APLAUSOS); que ellos tomen sus películas, que cuando yo lo pueda ver… Espero, que hay tiempo, es temprano. Prefiero esperar para poder hablarle al pueblo de frente y viendo al pueblo, mirarlo cara a cara (EXCLAMACIONES).
Es para nosotros y para ustedes, un motivo de orgullo —a pesar de los pequeños inconvenientes— tener delante un camión lleno de periodistas cubanos y extranjeros. Bien merecen los periodistas la oportunidad de trabajar; el periodista trabaja para el pueblo, el periodista informa al pueblo. El pueblo solo necesita que le informen los hechos, las conclusiones las saca él, porque para eso es lo suficientemente inteligente nuestro pueblo cubano. Por algo las dictaduras no quieren libertad de prensa, por algo nos tuvieron censurados y amordazados durante tantos meses (EXCLAMACIONES). Durante tantos meses seguidos, que sumados —como bien dicen ustedes— eran años.
Pero, además, cuando no había censura no podía decirse, sin embargo, que había libertad de prensa. Porque cuando un derecho se lo pueden arrebatar al pueblo de un día para otro tranquilamente, no es un derecho. Existe un derecho, cuando es realmente un derecho seguro; cuando se puede disfrutar sin el temor de que se lo arrebaten, porque nadie puede arrebatárselo (APLAUSOS).
Libertad de prensa hay ahora, porque sabe todo el mundo que mientras quede un revolucionario en pie habrá libertad de prensa en Cuba (APLAUSOS). Quien dice libertad de prensa, dice libertad de reunión; quien dice libertad de reunión, dice libertad de elegir sus propios gobernantes libremente (APLAUSOS). Cuando se habla del derecho de elegir libremente, no se refiere solo al presidente o a los demás funcionarios, sino también a los dirigentes; el derecho de los trabajadores a elegir sus propios dirigentes (APLAUSOS). Cuando se habla de un derecho después de la Revolución triunfante, se habla de todos los derechos; derechos que son derechos porque no se pueden arrebatar, porque el pueblo los tiene asegurados de antemano.
Cuando un gobernante actúa honradamente, cuando un gobernante está inspirado en buenas intenciones, no tiene por qué temer a ninguna libertad (APLAUSOS). Si un gobierno no roba, si un gobierno no asesina, si un gobierno no traiciona a su pueblo, no tiene por qué temer a la libertad de prensa, por ejemplo (APLAUSOS), porque nadie podrá llamarlo ladrón, porque nadie podrá llamarlo asesino, porque nadie podrá llamarlo traidor. Cuando se roba, cuando se mata, cuando se asesina, entonces el gobernante tiene mucho interés en que no se le diga la verdad. Cuando un gobierno es bueno, no tiene por qué temer a la libertad de reunión, porque los pueblos no se reúnen para combatirlo, sino para apoyarlo. Quienes, como nosotros, tienen hoy el privilegio de ver a la masa del pueblo reunirse para brindarnos su respaldo, pueden comprender perfectamente, que solo cuando los gobernantes se han granjeado la enemistad de su pueblo, pueden concebir la estupidez, la injusticia, de negarles a los ciudadanos el derecho a reunirse (APLAUSOS).
Cuando un gobierno ha sido incapaz e inmoral, entonces es solamente cuando se le ocurre negarles a los ciudadanos el derecho de votar, porque, si es bueno, la ciudadanía le brinda su respaldo; si es malo, se lo niega.
Muchas lecciones ha aprendido nuestro pueblo en los últimos años. Todos hemos aprendido algo. Nuestro pueblo ha aprendido mucho. No hay mejor escuela que la experiencia, y no hay mejor lección que aquella que se experimenta en la propia carne. Siete años de tiranía han enseñado mucho a nuestro pueblo, siete años de tiranía nos han enseñado, sobre todo, que nuestras libertades no podemos nunca más perderlas de nuevo.
Si aquí en esta plaza se ha reunido virtualmente la ciudad entera, es porque a la ciudadanía le está interesando su destino, es porque a la ciudadanía le está interesando todo cuanto atañe a su futuro y a sus derechos. El indolente ha desaparecido, el indiferente no existe. No hay hombre o mujer que no se preocupe hoy por las cuestiones públicas, porque no hay uno solo que no haya sufrido en sus carnes la garra de la tiranía. Yo no sé cuántos cubanos han vivido estos siete años sin haber recibido un golpe, un empujón, una bofetada, un culatazo, un insulto; qué cubano no ha perdido un ser querido o un amigo vilmente asesinado; qué cubano no guarda luto en su ropa o en su corazón. Y es que no hace falta que le asesinen a un hermano, es que no hace falta que le asesinen al esposo o al hijo; basta levantarse una mañana y ver regado por las calles un rosario de cadáveres, para que todo el mundo se sienta de luto, para que cada madre se llene de incertidumbre y de temor: Hoy fue el hijo de la vecina, el hijo de la amiga; mañana puede ser su hijo o su esposo.
No vivían seguros en Cuba ni los chivatos (ABUCHEOS). Desde luego, que estaban mucho más seguros que ahora; pero ocurría a veces que las propias tropas en operaciones —a veces— mataban a los chivatos para que no les dijeran dónde estaban los rebeldes. Nadie se sentía seguro.
Fueron siete años de verdadero terror, de verdadera inseguridad, de verdadera humillación; se respiraba una atmósfera de crimen, de terror, de inseguridad.
Pero no se trataba solamente de que la vida y la seguridad no estaban garantizadas para nadie. Había cosas peores. Había cosas peores que la muerte: la humillación, la impotencia frente a los rifles mercenarios; sentirse hijo de este país, sentirse ser humano y vivir como animales. Sentirse ser humano y pensar que aquí no se respetaba condición alguna; daba lo mismo que fuese niño o anciano, hombre o mujer, nadie escapaba. Si el ser humano nace con una dignidad innata, y hasta a un niño cuando se le ofende se le hiere, cuando se le trata mal de palabra llora, cuando el padre le pega se siente humillado, ¿qué país era este, donde a los hombres respetables, padres ya de numerosos hijos, en cualquier esquina un esbirro les pegaba una bofetada? Lo que los niños no pueden soportar, tenían que soportarlo los mayores.
Pero había cosas peores, algo que hacía todavía más infeliz a la ciudadanía, algo más asqueante, porque frente al deseo de matar —como dijo alguien— surge el deseo de morir; porque el exceso de asesinar semejantes, despierta en los hombres el reto a la muerte.
Hay algo a lo que el ser humano no se adapta jamás: a lo que le produce asco, a lo inmoral; a la presencia de toda una serie de sujetos que iba desde el botellero hasta el chivato, desde el politiquero hasta el bolitero, desde el policía esbirro al policía picador, desde el camaján chiquito hasta el camaján grande; desde las microondas de los esbirros hasta los Cadillacs y los Oldsmobiles de los politicastros ladrones; desde Otto Meruelo hasta Luis Manuel Martínez y Díaz Balart; desde el asesino desalmado hasta el guataca insolente y empedernido; desde la censura de prensa para todo el pueblo hasta el derecho de decir todo lo que les daba la gana a unos cuantos insolentes; desde la prohibición a las estaciones de radio y a los periódicos de escribir lo que quisiesen sus directores y sus redactores hasta la obligación de permitir que allí ellos escribieran todo lo que les diera la gana, o hablaran ellos.
Y si no fuera porque los hombres y los pueblos a la hora del triunfo no han de ser rencorosos, valdría la pena mencionar más de cuatro nombres de descarados (EXCLAMACIONES); los mismos que decían que la solución era el primero de noviembre, no este, sino el otro, el anterior; y los mismos que si no llega a ser por la Revolución, dicen que la solución son las elecciones de 1962 (ABUCHEOS). Y así querían tener a nuestro pueblo —cuando era imposible soportar tanta infamia, cuando era imposible soportar todo lo que aquí enumeraba hace unos minutos—, para así poder dominar mejor a su antojo a un pueblo que ni tenía fusiles, ni sabía manejarlos.
Pero es mejor que haya sido así, es mejor que pareciera imposible. No para sacar en conclusión que nosotros tengamos más pueblo, sino para sacar en conclusión que lo que resulta imposible es imponerle una dictadura al pueblo de Cuba. Y así habíamos pensado siempre los cubanos. Y todo el mundo vivía confiado de que dictaduras no habría, porque el cubano no soporta dictaduras. Todo el mundo pensaba que a nadie se le ocurriría semejante cosa, porque era una locura. Sin embargo, de la noche a la mañana, se despertó con una dictadura, nos despertaron los tanques rodando por las calles en zafarrancho de combate y en tono de represión a la menor… (INTERRUPCION). No eran aquellos tanques que partieron de Columbia el 10 de marzo hacia el corazón de la capital como los tanques que marchan hoy de Oriente hacia La Habana, y sin embargo son los mismos tanques, solo que antes los tenían ellos para implantar el terror y la opresión y ahora los tenemos nosotros para defender al pueblo (APLAUSOS). Esos tanques son del pueblo; se los hemos arrebatado a la tiranía para dárselos al pueblo. Y por eso esta mañana tuvimos la singular satisfacción de ver que a nuestro tanque el pueblo le tiraba flores. Y no es un tanque, son 16 tanques: los tanques que mandaron para perseguir a los rebeldes, y los rebeldes van ahora para La Habana con los tanques (EXCLAMACIONES). Pero hay algo más extraordinario todavía: los soldados que mandaron para Oriente a perseguir a los rebeldes, ahora van para La Habana junto con los rebeldes (APLAUSOS); las fragatas que mandaron a Oriente para destruir a cañonazos a nuestras tropas, van ahora para La Habana con los rebeldes (APLAUSOS); los aviones que antes desde este mismo Camagüey partían a bombardear la Sierra Maestra, están aquí ahora, a la disposición… (ININTELIGIBLE)… (APLAUSOS). Y no solo estos aviones, sino algo todavía más simpático: los aviones que mandaron los ingleses, los Seafury que compraron en Inglaterra… (INTERRUPCION)… Van a bombardear la Sierra Maestra con juguetes para los muchachos (APLAUSOS). (INTERRUPCION)… camiones para obras públicas, hay una comisión de un 30%; si se va a comprar tela para hacerles uniformes a los soldados, hay una comisión de un 20%… (INTERRUPCION)… ropas y zapatos y medicinas y dulces y regalos para los campesinos. Y hoy, ya me reuní con los pilotos y se lo dije: vamos a bombardear ahora la Sierra Maestra con regalos y con cosas agradables al pueblo (APLAUSOS), porque después de dos años de guerra lo que se le creó al campesinado fue un reflejo condicionado, que hasta cuando pasaba un avión de pasajes la gente sufría el temor de que se tratase de un bombardeo. Para demostrarles a los campesinos que la guerra se acabó de verdad, que ya no hay nada más que temer —por lo menos de algún enemigo interno—; para demostrarles a los campesinos de la Sierra Maestra que estos aviones son suyos (APLAUSOS), vamos a mandar los aviones a lanzar regalos a los campesinos de la Sierra Maestra. Y créanme que será para mí un motivo de gran satisfacción, porque una mañana en el alto de la Sierra dije: algún día esos aviones vendrán aquí, pero a tirar medicinas y a tirar regalos para los campesinos. Y voy a cumplir mi palabra (APLAUSOS).
Lo que les quiero decir es que los tanques, los cañones, los aviones, las fragatas, los fusiles, las ametralladoras, todo, está en manos del pueblo (APLAUSOS).
No sé si Batista estará más fuerte ahora (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”), como decía aquel, que le íbamos a prestar un servicio a Batista. Pero yo sé que todos los fusiles y todos los tanques, y todo lo que tenía Batista, lo tiene ahora el pueblo (EXCLAMACIONES DE: “¡Abajo!”). ¿Abajo? Primero que nada, dónde estará metido Batista a estas horas. ¡Mejor es ni mentarlo, señores! Estoy seguro de que a nadie le preocupa Batista (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) Si con lo poderoso que era el pueblo no le tuvo miedo, ¿cómo le va a tener miedo ahora al señor Batista? …(INTERRUPCION)… Lo insultábamos cuando estaba en el poder y era porque no podíamos hacerle otra cosa. Pata de Ganso sí ya está preso (EXCLAMACIONES). No, no, no lo van a matar; lo van a ajusticiar, que no es lo mismo. Como también está Trujillo preso (EXCLAMACIONES). Matarlo, no; fusilarlo, que no es lo mismo.
Y no es porque los combatientes revolucionarios tengamos sed de sangre, ni nos mueva un sentimiento de venganza. No es por eso. Es sencillamente porque ese es el castigo que en justicia merecen. No merecen continuar viviendo… (INTERRUPCION).
Nuestra angustia y nuestro dolor nacen de saber… (INTERRUPCION)… un destino mejor, que el pueblo cubano merece una vida mejor; que para las inmoralidades… (INTERRUPCION)… bendita en pueblo, desgraciada en política. Esta tierra cuyo pueblo lucha y quiere algo mejor sin acabar de conseguirlo; su destino lo frustran por una causa o por otra. ¿No habrá llegado la hora de que reciba el premio de sus desvelos, que reciba el premio de su sacrificio?
Poco es lo que vamos a prometer, porque esto no es cuestión de promesas. Se hacen promesas cuando uno está demandando que le crean lo que promete, cuando se está pidiendo algo. No vamos a prometer nada, vamos a hacer (APLAUSOS), vamos a empezar a luchar en todas partes; vamos a invertir las energías de nuestros revolucionarios, de esos jóvenes que se jugaban la vida todos los días, de nuestros combatientes, de esos jóvenes que subían y bajaban montañas incansablemente; de este pueblo luchador. Vamos a invertir esa energía, ahora que no hay guerra, en arreglar esto. Vamos a empezar, que lo que hay es que empezar. Y empezar por donde estemos, si estamos en un municipio, empezar por ahí mismo; y cada cual empezar por el suyo y empezar por su provincia y empezar por todas partes. Vamos ahora a lanzar una ofensiva contra la corrupción, contra la inmoralidad, contra el vicio, contra el juego y contra el robo (APLAUSOS), contra el analfabetismo, contra las enfermedades, contra el hambre. Vamos a empezar una ofensiva simultánea, como la ofensiva que terminó con el fin de la dictadura. Vamos a luchar también contra el imperio de la corrupción, de la explotación, del abuso y de la injusticia, que ahora tenemos un ejército más grande, está todo el pueblo (APLAUSOS).
Es imposible que ese mar de cabezas, que son los de aquí, pero que si lo juntáramos con los de un poco más adelante: con los de Bayamo y con los de Holguín y con los de Santiago y con los de Santa Clara, podría hacer una muchedumbre de 20 kilómetros de largo… ¡Porque es el pueblo entero, y el pueblo con las armas en la mano, el pueblo con un ejército suyo, con un presidente suyo, con un consejo de ministros suyo. El pueblo libre y con todo en sus manos! Un pueblo que sabe hablar, que sabe reunirse, que sabe reclamar, es imposible que, si lanza una ofensiva contra todo lo que ha constituido su desgracia, no logre la victoria (APLAUSOS).
Por nuestra parte, pueden considerar que ya la hemos empezado. La guerra se acabó ayer y ya estamos trabajando, trabajando más que cuando no había paz; la paz para nosotros es trabajo triplicado, es lucha triplicada. Y estaremos luchando, mientras nos quede una gota de energía estaremos en pie y no descansaremos y no dormiremos (APLAUSOS). Ya estamos trabajando sobre la marcha, haciendo algo, sentando las bases de algo, adelantando algo, en todo lo que está dentro de nuestras atribuciones. Porque esto no quiere decir que uno lo vaya a hacer todo, sino que todos tenemos que hacer algo, cada cual dentro de sus atribuciones. Por mi parte, no reclamaré nunca otra cosa que más trabajo cuando no me alcance con el que tengo. Y ahora tengo varios, puede decirse que tengo mucho, pero… (ININTELIGIBLE)… sin pérdida de tiempo. Y uno de los más importantes es precisamente tener en estos momentos bajo mi responsabilidad, nada menos que las actividades y la reestructuración de cuatro cuerpos armados sin ser yo militar, porque yo no soy militar, soy abogado. Y no quiero decir que ser militar… (ININTELIGIBLE). Y un hombre de ley es el que tiene que resolver todos los problemas relativos a las fuerzas armadas. Mi grado es de Comandante y no pienso tener más grados que esos, no paso de ahí. Podemos tener la satisfacción de decir que creo que esta ha sido la primera revolución en el mundo que no ha dado ni un general; no ha dado ni uno, ni los dará (APLAUSOS). Generales todos eran aquí y, sin embargo, me maravillo de lo bien que me entiendo con los militares, el entusiasmo con que aceptan nuestros puntos de vista, el interés. No podemos decir que ahora… porque los más malos están presos o irán a parar a la cárcel y los que queden serán los que no tienen razón para ser ajusticiados o estar en la cárcel. Hay buenos militares, y no uno, sino muchos buenos militares. Yo puedo decirlo, porque he sido adversario de ellos y he combatido contra ellos; tengo elementos de juicio para discernir y distinguir entre un criminal, asesino y… (ININTELIGIBLE)… y un militar que detesta eso y que ha sufrido. Porque hay muchos militares que han sido victimas, militares de academia que ingresaron al ejército cuando no había guerra, y que de buenas a primeras fueron poco a poco cayendo… el cuerpo, el instituto armado cayó en esa situación a que lo llevó Batista. Es lógico que ya la responsabilidad de cada hombre hay que analizarla siempre con mucho cuidado. Tal era el caso, por ejemplo, de algunos militares a quienes todos los días les estaban diciendo que nosotros éramos unos asesinos, unos ambiciosos, que lo que queríamos era retirarlos de su carrera. Y hombres que estaban engañados, porque es verdad que había muchos militares engañados. Y la mejor prueba es que, cuando hicieron contacto con nosotros y nos conocieron a nosotros, variaron de opinión y actuaron con una opinión distinta. Porque los cientos de soldados prisioneros que nosotros enviamos para La Habana, ayudaron a que el ejército se uniera a nosotros. Lo justo antes que nada. Había muchos militares que creían de buena fe que nosotros éramos unos enemigos de la paz, del orden, que éramos unos criminales. Muchos. Y ese no es el caso, señores, de Pata de Ganso, de Trujillo. Es distinto por completo. Son unos criminales natos, unos tipos… (ININTELIGIBLE)…, que hay que exterminar sencillamente, porque lo demanda la salud del pueblo.
Y les explicaba que cuando se actúa de buena fe y con intenciones rectas, no es difícil que los hombres se incorporen. Y estoy seguro de que podré contar con la colaboración de muchos militares limpios, es decir, los limpios, porque el que ha robado y el que ha matado, ¡ni uno solo! (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS.) Las armas las tienen que manejar hombres que las conozcan, las armas pesadas, los cañones. Los rebeldes no teníamos cañones, los rebeldes no teníamos tanques, los rebeldes no teníamos aviones. Hay muchos equipos de guerra que se necesita un experto en ellos, y aquí en la Columna, los tanques, la artillería y otras armas… (ININTELIGIBLE)… son soldados seleccionados que conocen su especialidad técnica, porque alguien tiene que manejar esas armas. Aparte de que los rebeldes tienen que aprender a manejarlas todas también. Pero lo que quiero decir es que la Revolución tiene que depurar lo malo y unir lo mejor.
Yo tengo la seguridad de que se hará un ejército que será modelo de América y garantía permanente de la paz y de la libertad, un ejército que estará con el pueblo, con la Constitución y con las leyes… (INTERRUPCION).
El pueblo aprendió a ganar su… (ININTELIGIBLE)… después de haber conquistado… (INTERRUPCION)… no se ascenderá a un oficial por amiguismo, sino por mérito, por conducta y por capacidad. Y el pueblo podrá contar en breve tiempo, en un tiempo mínimo, con unos institutos armados que serán como el Ejército Rebelde (APLAUSOS), integrados por los rebeldes y por los militares honorables que hay en las fuerzas armadas, los hombres limpios de sangre y de oro mal habido. Los demás, para la cárcel o el cadalso.
Y no quiero decir sino que todo el que haya robado, todo el que haya asesinado, tendrá que comparecer ante los Tribunales Revolucionarios. Pero eso no es con los militares solo, no. Nosotros no tenemos ningún sentimiento de animadversión contra los militares. Los civiles que han robado (EXCLAMACIONES), los representantes y los senadores… (ININTELIGIBLE)… que han estado cobrando los sueldos del pueblo, tienen que devolverlos (EXCLAMACIONES); todos esos señores que cobraban 5 000 pesos todos los meses, tienen que devolverlos, o perderán los bienes que posean, o no podrán volver a llamarse cubanos, porque aquí no podrán vivir.
Con esto les quiero decir a los comandantes del Ejército Rebelde que, en esta primera etapa, mientras se consolida la Revolución, mientras se consolida el triunfo, estarán dedicados a la tarea que es más importante ahora que ninguna: organizar la fuerza armada del pueblo. No habría libertad segura, no habría derecho seguro, no habría esperanza alguna, si no se garantiza la fuerza armada del pueblo; y no sería correcto en este momento, después que se ha luchado tanto, abandonar nuestras obligaciones, las obligaciones contraídas durante más de dos años de guerra. Y aunque son hombres extraordinariamente capacitados para cualquier actividad civil los más viejos comandantes de nuestro ejército, es imposible sacar ahora a Camilo de Columbia, al Che de La Cabaña, a Escalona de Pinar del Río, a Raúl de Santiago (APLAUSOS). ¿Creen ustedes que podríamos sacar a nuestros comandantes de esas posiciones en estos momentos? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Se sentiría muy seguro el pueblo? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”)
Esa es la razón por la que nos vemos obligados durante un tiempo que será el menor posible, a …(ININTELIGIBLE)…
Pero no nos conformaremos con esto. Dentro de nuestras atribuciones, en todo lo que no se salga de ellas ni interfiera otras actividades, en lo que esté al alcance de nuestras manos, trataremos de prestar al país otros muchos servicios. No se nos puede negar el derecho a cumplir con tantos hombres y con tantas mujeres que hicieron algo por nosotros. No se nos puede negar el derecho a hacer algo por nuestros campesinos, por aquellos hombres que durante tantos años y tanto tiempo compartieron nuestras vicisitudes y nuestras esperanzas. No puede ser que el triunfo sea para apartarnos, por ejemplo, de la Sierra Maestra. ¡No! Eso sería obra de ingratos. Nosotros no olvidaremos nuestros deberes más elementales. Allá ofrecimos caminos, y va a haber caminos; allá ofrecimos escuelas, y va a haber escuelas; allá ofrecimos hospitales, y va a haber hospitales (APLAUSOS). Y lo que ofrecimos a los campesinos de la Sierra Maestra es lo que hemos ofrecido a los campesinos de otros lugares de Cuba. Ponemos a la Sierra como símbolo simplemente, pero las necesidades de allí son las mismas necesidades de los campesinos de la Sierra Cristal, de la Sierra Escambray, de la Sierra de los Órganos en Pinar del Río, ¡en todo el campo! Y en lo que esté al alcance de nuestras manos, nos ocuparemos de ellos. Y a pesar de las obligaciones que tenemos en el aspecto militar, todo lo que esté al alcance… (ININTELIGIBLE)… Y el hecho de haber tenido que empuñar las armas durante dos años por la libertad y por el derecho de nuestros compatriotas, no ha de ser para que se nos niegue entonces el derecho de… (ININTELIGIBLE).
Quiero decir que nosotros haremos en todos los órdenes para el pueblo lo que podamos, lo que nos permitan nuestras atribuciones. Porque eso sí, seremos, por encima de todo, respetuosos de las atribuciones de los demás funcionarios de la República, y, sobre todo, de la investidura y de las facultades del Presidente legítimo de la República (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). Jamás ningún acto nuestro interferirá… (ININTELIGIBLE)… la autoridad del Presidente de la República, que contará con nuestro acatamiento y nuestra subordinación, porque para eso hemos luchado por una república civilista, y seremos los primeros en dar el ejemplo. Como ninguna vanidad ni ninguna ambición nos mueven, ningún trabajo nos costará tener siempre las mejores relaciones con el poder civil de la República. Porque los problemas surgen cuando hay ambiciones, y cuando hay malas intenciones; pero cuando no, los problemas se resuelven, o no surgen nunca, como estoy seguro de que jamás surgirá un problema entre nosotros y el Presidente legítimo de la República, que ya ha escogido su consejo de ministros, hombres jóvenes dispuestos también a trabajar con entusiasmo en esta hora. Cada cual irá por norma, a hacer lo que más pueda por el pueblo.
Estoy seguro de que nuestra patria ha entrado en una etapa nueva completamente. Y los revolucionarios están embriagados de entusiasmo y tienen una fe en el porvenir; el impulso… (ININTELIGIBLE)… será extraordinario y los frutos no tardarán en verse.
Ya desde mañana una actividad febril reinará de un extremo a otro del país; ya la huelga general se acaba, porque no hace falta, porque el Presidente legítimo de la República ha tomado ya posesión del cargo, porque todos los mandos en las instituciones militares de la nación están en… (ININTELIGIBLE)… de la jefatura revolucionaria, porque el poder revolucionario está plenamente vigente. Y, por tanto, marcharán ahora columnas, pero no columnas armadas, sino columnas de obreros hacia las fábricas, columnas de trabajadores hacia los centrales azucareros, columnas de camiones a recoger los frutos de nuestros campos. Los campesinos venderán el café que tenían almacenado; los arroceros transportarán su arroz; los ganaderos venderán su carne cuando todavía es la época buena para ello; y los centrales harán la zafra.
En lo adelante, los recursos del Estado se manejarán pulcramente. Los impuestos que en lo adelante se cobren no irán a parar a los bolsillos de nadie. Cada ciudadano pagará lo que le corresponde, y lo pagará con gusto, porque sabe que nadie se lo va a robar. Se acabaron los inspectores que van a los establecimientos a pedir y a exigir; y se acabarán las costumbres de los contribuyentes que preferían sobornar al inspector que pagar al fisco. Se acabarán las botellas; se acabarán las comisiones; se acabarán los despilfarros. Y la República podrá contar con más recursos que nunca, lo cual iniciará una era completamente nueva en nuestra patria.
Para todo tenemos un plan… (INTERRUPCION)…, que se le vende al central o al dueño de la finca; y está el servicio… (ININTELIGIBLE)… del pobre. El agente de autoridad, o el llamado agente de autoridad que le coge al bolitero, le coge al mariguanero, le coge a la prostituta. Pero no es que le quite solamente al vicioso; le quita al hombre honrado, le quita al comerciante, le quita al trabajador, le quita a todo el mundo. Es la explotación organizada, de escala menor a mayor. El policía cobra 5,00 pesos, pero el capitán cobra 10,00 pesos y el comandante cobra 100,00 pesos. El cabo hace un negocio chiquito, pero el general hace un negocio grande. Y los aviones, esos aviones que tenemos nosotros ahí ahora, esos aviones venían cargados de mercancías, estaban dedicados al contrabando, los aviones de guerra estaban dedicados al contrabando.
Todo era un negocio turbio. El más turbio de los negocios era un senador que no trabajaba ni 10 horas en el mes y cobraba 5 000 pesos, mientras un obrero de Obras Públicas trabajando muy duramente ganaba 3.00 ó 4.00 pesos, y ganaba 100.00 pesos al mes trabajando… (ININTELIGIBLE)… Y no les pagaban… Ustedes veían que al senador era al primero que le pagaban, porque cuando las estaciones de radio anunciaban los días del cobro… (ININTELIGIBLE)… Pero algo peor: si ese señor asesinaba a alguien en la calle no iba a parar a la cárcel, era impune. Para castigarlo había que pedirles permiso, y como era una pandilla, si dejaban meter preso a uno, tenían que dejar meter presos a los otros luego. Solamente aceptaban que fuera enjuiciado, cuando un senador mataba a otro senador, porque ya era cuestión de senadores y ya no podía hacer eso. Pero si el que asesinaba no era un senador sino era un padre de familia cualquiera, ah, pues no, no había permiso. Y cuando cualquier ministro robaba 10 millones de pesos, se postulaba en la próxima campaña, se hacía representante, y ya los tribunales no le podían hacer nada. Y así resultaba que el senador era libre de hacer y deshacer.
El policía era libre de hacer y deshacer y no le pasaba nada. El juez no condenaba a nadie. ¿A quién acudir? La ley era un papel inofensivo. La ley era para impedir, para que los abogados acabaran con él, y el juez acabara con él y la policía acabara con él.
Llamar las cosas por su nombre. Yo, sí, yo soy abogado, pero del pueblo sencillamente. Y al hablar en estos términos bien se sabe que no estoy hablando de todos los abogados… (ININTELIGIBLE)… Pero yo no puedo hablar mal de los abogados. Desgraciadamente la profesión de abogado es una profesión dura, los primeros que están muy mal son los abogados porque es una profesión donde se hacen… No se puede hablar mal de los abogados después que hemos visto tantos abogados defendiendo a los presos políticos y tantos abogados sacrificándose en la lucha contra la dictadura. Y el Colegio de Abogados fue de las primeras instituciones que al régimen… Es una cuestión justa que haga la aclaración, sin que eso altere el sentido de lo que dije. El infeliz no tiene con qué pagar un abogado y, al no pagar un abogado… Lo que yo decía es que la justicia esa es una mentira. Si hubiera justicia en Isla de Pinos no estarían los ladrones… (ININTELIGIBLE)… no estaría el que te roba porque tiene hambre. Porque yo quiero hacer una pregunta: un hombre joven que está fuerte y quiere trabajar y no encuentra trabajo y el Estado no lo ayuda, se desentiende de ese individuo que es un ciudadano de nuestro país, ese hombre tiene hambre y no tiene manera de ganarse la vida honradamente, no le queda la alternativa de matarse. ¿Por qué hay tantos hombres jóvenes vendiendo bolita, haciendo trabajos realmente que no significan medio de vida alguno? Por no robar. Lo extraordinario es que con tanta pobreza no haya más ladrones, y esto habla muy alto de la moral de nuestro pueblo… Es una de sus virtudes. Como la de la felicidad honradamente, preferir morirse de hambre a que lo llamen ladrón.
Yo decía que si hubiera justicia, en las cárceles estarían otros hombres. Aquí hay quien se roba 165 millones de pesos y no le pasa nada (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). Pero el pueblo tiene su parte de culpa también, parte de culpa la tiene, porque hay muchos ciudadanos que, cuando esos ladrones les pasan por delante, los aplauden. Y decir la verdad es una de mis obligaciones (APLAUSOS). Y en parte se debe a que se ha hecho una costumbre aquí que a los ladrones no les pase nada. Pues esta vez les va a pasar (APLAUSOS).
Señor, pasa uno por delante de la residencia de un pagador del ejército y se encuentra usted una casa de dos pisos con piscina, 20 cuartos, un jardín, 3 máquinas, una finca, ¡y gana trescientos pesos! Aquí lo que hay que preguntar no es quién roba, sino quién no robó. El representante que cobra 3 000 pesos es un ladrón, aunque llamen sueldo a lo que se le paga (EXCLAMACIONES); el senador que cobra 6 000 pesos es un ladrón (EXCLAMACIONES); el concejal que cobra 30.00 pesos por no hacer nada es un ladrón y mucho más si es en la época de la dictadura (EXCLAMACIONES); el agente de la autoridad que cobre 100.00 pesos por respetar la ley y defender a los ciudadanos, y lo que hace es agredir a los ciudadanos y violar la ley, es un ladrón (EXCLAMACIONES); el juez que castiga al infeliz y no castiga al poderoso y cobra un sueldo por ser juez, es un ladrón (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). Sin embargo, nunca les pasa nada. Si el Estado tiene un parque forestal, cualquier día llega, viene el capitán jefe de la zona aquella y tumba todos los árboles, y no pasa nada.
Todo es negocio. Si se van a comprar 20 camiones para Obras Públicas, hay una comisión de un 30%; si se va a comprar tela para hacerles uniformes a los soldados, hay una comisión de un 20%. Todo es comisión y todo es negocio sucio en todas partes. Si hay un crédito para hacer un camino, se roban la mitad… (ININTELIGIBLE). Y cuando no te cobran la comisión, venden los intereses del país, y les hacen concesiones a empresas extranjeras que son onerosas para la nación. Venden la soberanía, venden nuestra riqueza mineral, venden los servicios públicos. ¡Quién no sabe cuántos inconfesables negocios ha hecho la dictadura, y cuánto daño le ha hecho a la nación cubana!
Dicen que en la huida se robaron hasta los fondos de la Caja de Retiro, ascendientes a 42 millones de pesos. Se rompen todos los récords de desvergüenza y de insensibilidad. Como una venganza a los mismos soldados a los que tuvieron peleando durante tantos años, tanto tiempo, les roban los retiros, después de dejarlos embarcados, como los dejaron; los abandonaron y se fueron (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Yo no sé en qué embajadas estén. Ya veremos… (INTERRUPCION EN LA GRABACION)… No merecen continuar viviendo los que no tuvieron piedad para la vida de los demás; no merecen que nadie se compadezca de ellos quienes no tuvieron compasión con las madres que dejaban vestidas de luto, o los niños que dejaban huérfanos, o los hogares que dejaban sin sustento, no una vez, sino muchas veces. Porque hay muchos de esos que han asesinado más de una docena de padres de familia.
Bastante respetuoso y disciplinado se ha portado el pueblo, bastante respetuoso de las órdenes y de la disciplina que debe tenerse en esta hora, porque no ha arrastrado con todos los chivatos, con todos los esbirros. Y es porque el pueblo sabe que ese no es el procedimiento correcto. ¡No hay que manchar las calles con la sangre de nadie, porque las calles lo que hay es que limpiarlas de sangre, de la sangre que dejaron los criminales! (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS.) No es necesario que los pueblos presenten el espectáculo de cadáveres destrozados, porque hemos presenciado ya muchos… (INTERRUPCION EN LA GRABACION)… cumplimos solo con la voluntad y el derecho del pueblo. Un pueblo que ha sufrido tanto también tiene derecho a reclamar justicia (APLAUSOS). Sin embargo, nadie podrá desacreditar al pueblo cubano, nadie podrá sacar la fotografía de un cadáver destrozado y decir: “Fueron las turbas, no hay orden, impera la anarquía, aquí hace falta una dictadura porque no hay orden”, que es lo que dicen los enemigos de la libertad y de la democracia; se valen de la tal casa saqueada y del esbirro arrastrado, para estar escribiendo por tiempo indefinido y para estar sacando fotografías por tiempo indefinido… (ININTELIGIBLE)… Un pueblo así merece ser libre, un pueblo así merece un destino mejor. Nadie en todos estos días ha presenciado una desorbitación, nadie se ha valido de la confusión para delinquir. Ha primado aquí un respeto absoluto. Cualquier rebelde que salta por las calles de Camagüey… (ININTELIGIBLE)… son unos perfectos caballeros con el pueblo (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). Y lo que sí he visto con satisfacción es lo contrario: cómo el pueblo empuja al rebelde… (ININTELIGIBLE)… cuando está haciendo alguna línea para no dejar pasar… (ININTELIGIBLE)… Pero aprovecho la ocasión para pedirle al pueblo que coopere siempre con nuestros combatientes, con nuestros soldados (APLAUSOS); que no los maltraten (EXCLAMACIONES), porque si les dan una orden de que no conviene que pase el público por un lugar… Ustedes saben cómo es el público, todos nos conocemos, y precisamente por su exceso de entusiasmo, por su exceso de alegría, todos quieren llegar al mismo tiempo, y es imposible. Si les dan una orden, la tienen que cumplir, y si los quitan de allí, no cumplen la orden; y como se trata del pueblo, pues no pueden defenderse: se trata del pueblo. Y si los rebeldes son los defensores del pueblo, lógico es que el pueblo sea defensor de los rebeldes (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Cuando todo se normalice, no se verá un fusil en la calle. ¿Fusiles para qué y contra qué? Los fusiles, guardados en los cuarteles (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). ¡Verde olivo, por supuesto! (EXCLAMACIONES DE: “¡Verde olivo y sin fusil!”) (LE DICEN ALGO.) No, en eso no los complacemos. Sin 26 (EXCLAMACIONES). El 26 lo llevarán en el corazón, pero no en el uniforme. El uniforme, sí; el 26 en el uniforme, no (EXCLAMACIONES). ¿La barba qué? ¿Que se afeiten la barba? (EXCLAMACIONES.) Bueno, pues si así es, yo propongo que todo el mundo se deje crecer la barba… (INTERRUPCION en la grabación)… del uniforme, de los fusiles. Hablábamos del pueblo y de nosotros. De lo que queremos decididamente para nuestro pueblo. Y hacer lo que queremos (EXCLAMACIONES). Y no solo mucho trabajo, sino buenos salarios (EXCLAMACIONES), y zafra larga, y precios bajos. Esas serán las próximas batallas que el pueblo va a librar (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). En lo adelante el pueblo ganará todas sus batallas, porque el pueblo aprendió a ganar después de haber conquistado no solo la Revolución, sino el tenerla asegurada para sí, y ganará también las demás batallas.
No voy a decir aquí de cuántos millones de toneladas será la zafra, porque eso no es una cosa arbitraria, pero sí parece ser que las perspectivas… (ININTELIGIBLE)… Este año 1959 va a ser bueno en todo, porque si termina como empezó, será un año de suerte para el pueblo (EXCLAMACIONES). Muchas cosas las tenemos que tratar, y vamos aclarando las ideas sin muchas palabrerías. No discursos extensos, de muchas palabras y pocos sentimientos. Los discursos politiqueros pasaron de moda. Aquello de reunir al pueblo y tenerlo dos horas parado para que desfilaran 20 señores hablando boberías, no. Porque estaban aspirando y lo que les importaba era que les dieran el voto. Era realmente un abuso con el pueblo. El pueblo era tan bueno, que lo soportaba todo. No quiero con esto ni mucho menos, disminuir ni despreciar la política. Hablo de la mala política, no de la política como la entendía nuestro Apóstol: a política comunitaria, al servicio de la colectividad; el arte de servir al pueblo. Lo que ocurre es que hasta las palabras las han desacreditado. Me refiero al estilo, que hay que cambiar. Hay que implantar la ley del desinterés y la sinceridad (APLAUSOS). ¡De intereses nada, de ambiciones nada! Aquí el que anda con ambiciones y las demuestre, hay que apartarlo (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). Nadie tiene derecho a preocuparse de su vanidad, de su capricho, de su cosa personal, a costa del pueblo (APLAUSOS).
Cuando hoy atravesaba las calles de Camagüey, donde encontraba tantas caras emocionadas, tantos brazos que se alzaban, cuando parecía que todo era una alegría inmensa en los rostros, yo pensaba en otras cosas. Yo decía: cada hombre y cada mujer y cada joven y cada anciano, cada niño, parecía ser feliz. Cualquiera diría que aquella gente no tenía problemas, que aquella gente no tenía preocupaciones. Sin embargo, yo decía: detrás de cada rostro que se alegra, cuántas preocupaciones habrá (APLAUSOS). ¿Cuántos de aquellos hombres y mujeres que caminaban, que rebosaban de júbilo, cuántos tendrían trabajo, cuántos tendrían un centavo en el bolsillo, cuántos podrían tener la seguridad de que si enfermaba un hijo o un hermano iba a tener con qué comprarle la medicina? ¿Cuántos tendrían un techo decoroso donde vivir? ¿Cuántos tendrían la seguridad de poder comer al otro día? Y estaba seguro de que detrás de aquellos rostros, de que aquel hombre o mujer, cuando pasara el instante y volviera a su casa, volverían a su mente el cúmulo inmenso de preocupaciones de cada hombre o mujer humilde… (ININTELIGIBLE)…
…Sin embargo, se alegraban, se alegraban por algo (EXCLAMACIONES). No solo por Cuba libre, porque no hacemos nada con ser libres y morirnos de hambre. Nada hacemos con una vida… (ININTELIGIBLE)… nada hacemos con que no haya esbirros por la calle y no aparezcan nuestros hijos asesinados, si no tenemos ni con qué darles de comer. La libertad no es todo. La libertad es la primera parte, la libertad para empezar a tener el derecho de luchar.
Pensaba que la alegría no era solo porque fuésemos libres. Me parecía que a nosotros se nos pedía algo más. Y era evidente que no considerábamos cumplido nuestro deber con simplemente haber ayudado a conquistar la libertad del pueblo. Me parecía que en el rostro de aquellos miles y miles de personas había una esperanza. No se simpatiza en balde con una causa. Me parecía ver una esperanza de un mejoramiento, de una solución, si no de todas, de una parte de las angustias que los hombres llevan en sí, apremiados por las necesidades de la vida, que son muchas y urgen.
Yo estoy seguro de que los cubanos no se conforman simplemente con ser libres en su patria. Yo estoy seguro de que los cubanos quieren además disfrutar de su patria. Yo estoy seguro de que quieren también participar del pan y la riqueza que se producen en su patria.
¿Cómo vamos a decir: “esta es nuestra patria”, si de la patria no tenemos nada? “Mi patria”, pero mi patria no me da nada, mi patria no me sostiene, en mi patria me muero de hambre. ¡Eso no es patria! Será patria para unos cuantos, pero no será patria para el pueblo (APLAUSOS). Patria no solo quiere decir un lugar donde uno pueda gritar, hablar y caminar sin que lo maten; patria es un lugar donde se puede vivir, patria es un lugar donde se puede trabajar y ganar el sustento honradamente y, además, ganar lo que es justo que se gane por su trabajo (APLAUSOS). Patria es el lugar donde no se explota al ciudadano, porque si explotan al ciudadano, si le quitan lo que le pertenece, si le roban lo que tiene, no es patria.
Nuestra patria necesitaba la lealtad de sus hombres públicos, que se aboliera de una vez y para siempre tanta lacra, tanto vicio, tanta corrupción, tanto desorden en todos los aspectos.
¿Qué había aquí? ¿Qué ha habido siempre? El soborno, el parasitismo, el que quiere vivir del vicio, el que quiere vivir sin trabajar, el político estafador, el alcalde que se roba los fondos del ayuntamiento, el concejal que le dan… (ININTELIGIBLE)…, y se lo lleva, el botellero que cobra sueldo y no trabaja, el policía que compra en la esquina y no paga… (INTERRUPCION EN LA GRABACION)…
LIMIT
Me gustaMe gusta
…deja adivinar, tambien del histrionico en jefe?
tambien al limite, nuevamente a que viene el fascista en jefe ahora a este cuento de ahora.
aca nadie entiende para que traes esto que paso hace 64 anos, cuando tenian pueblo y fueron agotando a paso agigantado ese capital politico hasta llegar al nivel escualido actual
Me gustaMe gusta
Santiagueros, compatriotas de toda Cuba:
Al fin hemos llegado a Santiago (Aplausos). Duro y largo ha sido el camino, pero hemos llegado (Aplausos).
Lo digo de antemano, no habrán jamás elecciones libres. Jamás!
Se decía que hoy a las 2:00 de la tarde se nos esperaba en la capital de la República, el primer extrañado fui yo (Aplausos), porque yo fui uno de los primeros sorprendidos con ese golpe traidor y amañado de esta mañana en la capital de la República (Aplausos).
Además, yo iba a estar en la capital de la República, o sea, en la nueva capital de la República (Aplausos), porque Santiago de Cuba será, de acuerdo con el deseo del presidente provisional, de acuerdo con el deseo del Ejército Rebelde y de acuerdo con el deseo del pueblo de Santiago de Cuba, que bien se lo merece, la capital (Aplausos). ¡Santiago de Cuba será la capital provisional de la República! (Aplausos).
Tal vez la medida sorprenda a algunos, es una medida nueva, pero por eso ha de caracterizarse, precisamente, la Revolución, por hacer cosas que no se han hecho nunca (Aplausos). Cuando hacemos a Santiago de Cuba capital provisional de la República sabemos por qué lo hacemos. No se trata de halagar demagógicamente a una localidad determinada, se trata, sencillamente, de que Santiago ha sido el baluarte más firme de la Revolución (Aplausos).
La Revolución empieza ahora, la Revolución no será una tarea fácil, la Revolución será una empresa dura y llena de peligros, sobre todo, en esta etapa inicial, y en qué mejor lugar para establecer el Gobierno de la República que en esta fortaleza de la Revolución (Gritos y aplausos); para que se sepa que este va a ser un gobierno sólidamente respaldado por el pueblo en la ciudad heroica y en las estribaciones de la Sierra Maestra, porque Santiago está en la Sierra Maestra (Gritos y aplausos). En Santiago de Cuba y en la Sierra Maestra tendrá la Revolución sus dos mejores fortalezas (Aplausos).
Pero hay, además, otras razones: el movimiento militar revolucionario, el verdadero movimiento militar revolucionario, no se hizo en Columbia. En Columbia prepararon un “golpecito” de espaldas al pueblo, de espaldas a la Revolución y, sobre todo, de acuerdo con Batista (Aplausos).
Puesto que la verdad hay que decirla y puesto que venimos aquí a orientar al pueblo, les digo y les aseguro que el golpe de Columbia fue un intento de escamotearle al pueblo el poder y escamotearle el triunfo a la Revolución. Y, además, para dejar escapar a Batista, para dejar escapar a los Tabernillas, para dejar escapar a los Pilar García y a los Chavianos, para dejar escapar a los Salas Cañizares y a los Ventura (Aplausos).
El golpe de Columbia fue un golpe ambicioso y traidor que no merece otro calificativo, y nosotros sabemos llamar las cosas por su nombre y atenernos, además, a la responsabilidad (Aplausos).
No voy a andar con paños calientes para decirles que el general Cantillo nos traicionó y no es que lo voy a decir, sino que lo voy a probar. Pero, desde luego, lo habíamos dicho siempre: no vayan a tratar a última hora a venir a resolver esto con un “golpecito militar”, porque si hay golpe militar de espaldas al pueblo, la Revolución seguirá adelante, que esta vez no se frustrará la Revolución.
Esta vez, por fortuna para Cuba, la Revolución llegará de verdad al poder. No será como en el 95 que vinieron los americanos y se hicieron dueños de esto (Aplausos). Intervinieron a última hora y después ni siquiera dejaron entrar a Calixto García que había peleado durante 30 años, no quisieron que entrara en Santiago de Cuba (Aplausos). No será como en el 33 que cuando el pueblo empezó a creer que una Revolución se estaba haciendo, vino el señor Batista, traicionó la Revolución, se apoderó del poder e instauró una dictadura por once años. No será como en el 44, año en que las multitudes se enardecieron creyendo que al fin el pueblo había llegado al poder, y los que llegaron al poder fueron los ladrones. Ni ladrones, ni traidores, ni intervencionistas. Esta vez sí que es la Revolución.
Pero, no querían que fuese así. En los instantes mismos en que la dictadura se desplomaba como consecuencia de las victorias militares de la Revolución, cuando ya no podían resistir ni siquiera 15 días más, viene el señor Cantillo y se convierte en paladín de la libertad. Naturalmente, que nosotros nunca hemos estado en una actitud de rechazar cualquier colaboración que implicase un ahorro de sangre, siempre que los fines de la Revolución no se pusiesen en peligro. Naturalmente, que nosotros siempre hemos estado llamando a los militares para buscar la paz, pero la paz con libertad y la paz con el triunfo de la Revolución, era la única manera de obtener la paz.
Por eso, cuando el 24 de diciembre se nos comunicó el deseo del general Cantillo de tener una entrevista con nosotros, aceptamos la entrevista. Yo les confieso a ustedes que, dado el curso de los acontecimientos, la marcha formidable de nuestras operaciones militares, yo tenía muy pocos deseos de ponerme a hablar de movimientos militares; pero yo entendí que era un deber, que nosotros los hombres que tenemos una responsabilidad no nos podemos dejar llevar por las pasiones. Y pensé que si el triunfo se podía lograr con el menor derramamiento de sangre posible, mi deber era atender las proposiciones que me hiciesen los militares (Aplausos).
Fui a ver al señor Cantillo que vino a hablarme en nombre del Ejército. Se reunió conmigo el día 28 en el central Oriente, adonde llegó en un helicóptero, a las 8:00 de la mañana. Allí conversó con nosotros durante cuatro horas, y yo sí que no voy a hacer una historia inventada ni cosa que se parezca, porque tengo testigos excepcionales de la entrevista. Allí estaba el Dr. Raúl Chibás, allí estaba un sacerdote católico, allí estaban varios militares cuyos testimonios no pueden ser puestos en duda por ningún concepto.
Allí, después de analizar todos los problemas de Cuba, después de puntualizar todos los detalles, acordó, el general Cantillo, realizar de acuerdo con nosotros un movimiento militar revolucionario. Lo primero que le dije fue esto, después de analizar bien la situación: la situación del Ejército, la situación a que lo había llevado la dictadura; después de aclararle que a él no le tenía que importar Batista ni los Tabernillas ni toda aquella gente, no le tenía que importar nada, porque aquella gente había sido muy desconsiderada con los militares cubanos; que aquella gente había llevado a los militares a una guerra contra el pueblo, que es una guerra que se pierde siempre, porque contra el pueblo no se puede ganar una guerra (Aplausos).
Después de decirle que los militares eran víctimas de las inmoralidades del régimen, que los presupuestos para comprar armamentos se los robaban, que a los soldados los engañaban constantemente, que aquella gente no merecía la menor consideración de los militares honorables, que el Ejército no tenía por qué cargar con la culpa de los crímenes que cometía la pandilla de los esbirros de confianza de Batista; le advertí, le advertí bien claramente, que yo no autorizaría jamás, por mi parte, ningún tipo de movimiento que permitiese la fuga de Batista. Le advertí que si Batista quería fugarse, que se fugara enseguida y con él Tabernilla y todos los demás, pero que mientras que nosotros pudiéramos evitarlo, teníamos que impedir la fuga de Batista (Aplausos).
Todo el mundo sabe que nuestro primer planteamiento en caso de un golpe militar para llegar a un acuerdo con nosotros era la entrega de los criminales de guerra, y esa era una condición esencial.
Y se podía haber capturado a Batista y a todos sus cómplices. Y yo se lo dije bien claro que no estaba de acuerdo con que Batista se fuera. Le expliqué bien qué tipo de movimiento había que hacer; que yo no respaldaría, ni el Movimiento 26 de Julio ni el pueblo, respaldarían un golpe de Estado, porque la cuestión es que el pueblo es el que ha conquistado su libertad y nadie más que el pueblo (Aplausos).
La libertad nos la quitaron mediante un golpe de Estado, pero para que se acabaran de una vez y para siempre los golpes de Estado, había que conquistar la libertad a fuerza de sacrificio de pueblo, porque no hacíamos nada con que dieran un golpe mañana y otro pasado y otro dentro de dos años y otro dentro de tres años; porque aquí quien tiene que decidir, definitivamente, quién debe gobernar es el pueblo y nadie más que el pueblo (Aplausos).
Y los militares deben estar incondicionalmente a las órdenes del pueblo y a la disposición del pueblo y a la disposición de la Constitución, y de la ley de la República.
Si hay un gobierno malo que roba y que hace más de cuatro cosas mal hechas pues, sencillamente, se espera un poco y cuando llegan las elecciones se cambia el mal gobierno; porque para eso los gobiernos en los regímenes constitucionales democráticos tienen un período de tiempo limitado. Porque si son malos, el pueblo los cambia y vota por otros mejores.
La función del militar no es elegir gobernantes, sino garantizar la ley, garantizar los derechos del ciudadano (Aplausos). Por eso le advertí que golpe de Estado ¡no!, movimiento militar revolucionario, ¡sí!, y no en Columbia sino en Santiago de Cuba (Aplausos).
Le dije bien claro, que la única forma de lograr la vinculación y la confraternización del pueblo y de los militares y de los revolucionarios, no era dando un “madrugonazo” en Columbia, a las dos o las tres de la mañana, sin que nadie se enterara como acostumbran a hacer estos señores, sino sublevando la guarnición de Santiago de Cuba, que era lo suficientemente fuerte y estaba lo suficientemente bien armada para iniciar el movimiento militar y sumar al pueblo, y sumar a los revolucionarios a ese movimiento; que en las circunstancias en que estaba la dictadura era irresistible, porque de seguro que se sumarían de inmediato todas las guarniciones del país, y eso fue lo que se acordó.
Y no solo se acordó eso, sino que yo le hice prometer, porque él pensaba ir a La Habana al día siguiente, y nosotros no estábamos de acuerdo, porque yo le decía: “Es un riesgo que usted vaya a La Habana”. Él decía: “No, no es ningún riesgo”. “Usted corre mucho peligro de que lo detengan porque esa conspiración… aquí todo se sabe”. “No, yo estoy seguro que no me detienen”. Y claro, cómo lo iban a detener si era un golpe de Batista y de Tabernilla. Yo dije, bueno, o este hombre lo tiene todo resuelto allí, lo controla todo, o este golpe es un poco sospechoso. Y entonces le dije: “Usted me promete que usted no se va a dejar persuadir en La Habana por una serie de intereses que están detrás de usted, para dar un golpe en la capital. Usted me promete que no”. Y me dice: “Le prometo que no”. “Usted me jura que no”. Y me dijo: “Le juro que no”.
Yo considero que lo primero que debe tener un militar es honor, que lo primero que debe tener un militar es palabra; y este señor ha demostrado no solo falta de honor y falta de palabra, sino falta, además, de cerebro. Porque un movimiento que pudo haberse hecho desde el primer momento con todo el respaldo del pueblo y con el triunfo asegurado de antemano, lo que hizo fue dar un salto mortal en el vacío. Creyó que iba a ser demasiado fácil engañar al pueblo y engañar a la Revolución.
Sabía algunas cosas, sabía que en cuanto dijeran que Batista había agarrado el avión, el pueblo se iba a tirar a la calle loco de contento. Y pensaron que el pueblo no estaba lo suficientemente maduro para distinguir entre la fuga de Batista y la Revolución. Porque si Batista se va y se apoderan allá de los mandos los amigos de Cantillo, muy bien pudiera ser que el doctor Urrutia tuviera que irse dentro de tres meses también; porque, lo mismo que nos traicionaban ahora, nos traicionaban luego. Y la gran verdad es que el señor Cantillo nos traicionó a nosotros antes de dar el golpe. Dije que lo demostraba, y lo voy a demostrar.
Se acordó con el general Cantillo que el levantamiento se produciría el día 31 a las 3:00 de la tarde. Se aclaró que el apoyo de las fuerzas armadas al movimiento revolucionario sería incondicional, el presidente que designasen los dirigentes revolucionarios y los cargos que a los militares les asignasen los dirigentes revolucionarios. Era un apoyo incondicional el ofrecido.
Se acordó el plan en todos sus detalles: el día 31, a las 3:00 de la tarde, se sublevaría la guarnición de Santiago de Cuba. Inmediatamente varias columnas rebeldes penetrarían en la ciudad, y el pueblo, con los militares y con los rebeldes, confraternizaría inmediatamente, lanzándose al país una proclama revolucionaria e invitando a todos los militares honorables a unirse al movimiento.
Se acordó que los tanques que hay en la ciudad serían puestos a disposición de nosotros, y yo me ofrecí, personalmente, para avanzar hacia la capital con una columna blindada, precedida por los tanques. Los tanques me serían entregados a las 3:00 de la tarde, no porque se pensase que había que combatir, sino para prever en caso de que en La Habana el movimiento fracasase y hubiese necesidad de situar nuestra vanguardia lo más cerca posible de la capital. Y, además, para prever que no se fueran a realizar excesos en la ciudad de La Habana.
Era lógico que con el odio despertado allí contra la fuerza pública por los inenarrables horrores de Ventura y de Pilar García, la caída de Batista iba a producir una desorbitación en la ciudadanía. Y que, además, aquellos policías se iban a sentir sin fuerza moral para contener al pueblo, como efectivamente ocurrió.
Una serie de excesos han tenido lugar en la capital: saqueos, tiroteos, incendios. Toda la responsabilidad cae sobre el general Cantillo por haber traicionado la palabra empeñada y por no haber realizado el plan que se acordó. Creyó que nombrando capitanes y comandantes de la policía —muchos de los cuales cuando los habían nombrado ya se habían ido, prueba de que no tenían la conciencia muy tranquila— iba a resolver la cuestión.
Qué distinto, sin embargo, fue en Santiago de Cuba. ¡Qué orden y qué civismo! ¡Qué disciplina demostrada por el pueblo! Ni un solo caso de saqueo, ni un solo caso de venganza personal, ni un solo hombre arrastrado por las calles, ni un incendio. Ha sido admirable y ejemplar el comportamiento de Santiago de Cuba, a pesar de dos cosas: a pesar de que esta había sido la ciudad más sufrida y que más había padecido el terror, por lo tanto, la que más derecho tenía a estar indignada (Aplausos); y a pesar, además, de nuestras declaraciones de esta mañana diciendo que no estábamos de acuerdo con el golpe.
Santiago de Cuba se comportó ejemplarmente bien, y creo que será este caso de Santiago de Cuba un motivo de orgullo para el pueblo, para los revolucionarios y para los militares de la Plaza de Santiago de Cuba (Aplausos).
Ya no podrán decir que la Revolución es la anarquía y el desorden. Ocurrió en La Habana por una traición, pero no ocurrió así en Santiago de Cuba, que podemos poner como modelo cuantas veces se trate de acusar a la Revolución de anárquica y desorganizada (Aplausos).
Es conveniente que el pueblo conozca las comunicaciones que intercambiamos el general Cantillo y yo. Si el pueblo no está cansado (Gritos y exclamaciones de: “¡No!”) le puedo leer las mismas.
Después de los acuerdos tomados, cuando nosotros ya habíamos suspendido las operaciones sobre Santiago de Cuba, porque el día 28 ya nuestras tropas estaban muy próximas a la ciudad, y se habían realizado todos los preparativos para el ataque a la Plaza, de acuerdo con la entrevista sostenida, hubimos de realizar una serie de cambios, abandonar las operaciones sobre Santiago de Cuba y encaminar nuestras tropas hacia otros sitios, donde se suponía que el movimiento no estaba asegurado desde el primer instante. Cuando todos nuestros movimientos estaban hechos, la columna preparada para marchar sobre la capital, recibo, unas pocas horas antes, esta nota del general Cantillo que dice textualmente:
“Han variado mucho las circunstancias en sentido favorable a una solución nacional” —en el sentido que él quiere para Cuba. Era extraño, porque después de analizar los factores que se contaban, no podía ser más favorable la circunstancia. Estaba asegurado el triunfo, y esto era una cosa extraña que viniera a decir: “Han variado muy favorablemente las circunstancias”. Las circunstancias de que Batista y Tabernilla estaban de acuerdo, asegurado el golpe. “[…] Que recomiendo no hacer nada en estos momentos y esperar los acontecimientos en las próximas semanas, antes del día 6”.
Desde luego, la tregua prolongada indefinidamente, mientras ellos hacían todos los amarres en La Habana.
Mi respuesta inmediata fue esta:
El contenido de la nota se aparta por completo de los acuerdos tomados, es ambiguo e incomprensible. Y me ha hecho perder la confianza en la seriedad de los acuerdos. Quedan rotas las hostilidades a partir de mañana a las 3:00 p.m., que fue la fecha y hora acordadas para el movimiento.
(Aplausos)
Ocurrió entonces una cosa muy curiosa. Además de la nota, que era muy breve, yo le mando a decir al jefe de la Plaza de Santiago de Cuba con el portador de la misma, que si las hostilidades se rompían porque los acuerdos no se cumplían y nos veíamos obligados a atacar la Plaza de Santiago de Cuba, entonces no habría otra solución que la rendición de la Plaza; que exigiríamos la rendición de la Plaza si las hostilidades se rompían y el ataque se iniciaba por nuestra parte. Pero ocurrió que el portador de la nota no interpreta correctamente mis palabras y le dice al coronel Rego Rubido que yo decía que exigía la rendición de la Plaza como condición para cualquier acuerdo. Él no dijo lo que yo le había afirmado: “Que si se iniciaba el ataque”, pero no que yo le había puesto al general Cantillo como condición que se rindiera la Plaza.
En consecuencia del mensaje, el coronel jefe de la Plaza de Santiago de Cuba me envía una carta muy conceptuosa y muy pundonorosa que voy a leer también. Naturalmente que se sentía ofendido con aquel planteamiento que le habían hecho erróneamente, y dice:
La solución encontrada no es golpe de Estado ni Junta Militar, y, sin embargo, creemos que es la que mejor conviene al doctor Fidel Castro, de acuerdo con sus ideas, y pondría en 48 horas el destino del país en sus manos. No es solución local, sino nacional; y cualquier indiscreción adelantada podría comprometerla o destruirla creando el caos. Queremos que se tenga confianza en nuestra gestión y se tendrá la solución antes del día 6.
En cuanto a Santiago, debido a la nota y a las palabras del mensajero, hay que cambiar el plan y no entrar. Dichas palabras han causado malestar entre el personal “llave” y nunca se entregarían las armas sin pelear. Las armas no se rinden a un aliado y no se entregan sin honor.
Frase muy hermosa del jefe de la Plaza de Santiago de Cuba.
Si no se tiene confianza en nosotros o si se ataca Santiago, se considerarán rotos los acuerdos y se paralizarán las gestiones para la solución ofrecida, desligándonos formalmente de todo compromiso. Esperamos, debido al tiempo necesario para actuar en una u otra forma, que la respuesta llegue a tiempo para ser enviada a La Habana en el viscount de la tarde.
Mi respuesta a esta nota del coronel José Rego Rubido fue la siguiente:
Territorio Libre de Cuba, diciembre 31 de 1958.
Señor coronel.
Un lamentable error se ha producido en la trasmisión a usted de mis palabras. Tal vez se debió a la premura con que respondí a su nota y a lo apurado de la conversación que sostuve con el portador. Yo no le dije que la condición planteada por nosotros en los acuerdos que se tomaron era la rendición de la Plaza de Santiago de Cuba a nuestras fuerzas. Hubiese sido una descortesía con nuestro visitante, y una proposición indigna y ofensiva para los militares que tan fraternalmente se han acercado a nosotros.
La cuestión es otra: se había llegado a un acuerdo y se adoptó un plan entre el líder del movimiento militar y nosotros. Debía comenzar a realizarse el día 31 a las 3:00 p.m. Hasta los detalles se acordaron después de analizar cuidadosamente los problemas que debían afrontarse. Se iniciaría con el levantamiento de la guarnición de Santiago de Cuba, persuadí al general C. [Cantillo] de las ventajas de comenzar por Oriente y no en Columbia, por recelar el pueblo grandemente de cualquier golpe en los cuarteles de la capital de la República, y lo difícil que iba a ser, en ese caso, vincular la ciudadanía al movimiento. Él coincidía plenamente con mis puntos de vista; se preocupaba solo por el orden en la capital y acordamos medidas para conjurar el peligro.
La medida era, precisamente, el avance de la columna nuestra sobre Santiago de Cuba.
Se trataba de una acción unida de los militares, el pueblo y nosotros; un tipo de movimiento revolucionario que desde el primer instante contaría con la confianza de la nación entera. De inmediato, y de acuerdo con lo que se convino, suspendimos las operaciones que se estaban llevando a cabo, y nos dimos a la tarea de realizar nuevos movimientos de fuerzas hacia otros puntos como Holguín, donde la presencia de conocidos esbirros hacía casi segura la resistencia al movimiento militar revolucionario.
Cuando ya todos los preparativos estaban listos por nuestra parte, recibo la nota de ayer, donde se me daba a entender que no se llevaría [a cabo] la acción acordada. Al parecer había otros planes, pero no se me informaba cuáles ni por qué. De hecho ya no era cosa nuestra la cuestión. Teníamos simplemente que esperar. Unilateralmente se cambiaba todo. Se ponía en riesgo a las fuerzas nuestras que, de acuerdo con lo que se contaba, habían sido enviadas a operaciones difíciles; quedábamos sujetos, además, a todos los imponderables. Cualquier riesgo del general C., en sus frecuentes viajes a La Habana, se convertiría militarmente para nosotros en un desastre. Reconozca usted que todo está muy confuso en este instante, y que Batista es un individuo hábil y taimado, que sabe maniobrar. ¿Cómo puede pedírsenos que renunciemos a todas las ventajas obtenidas en las operaciones de las últimas semanas, para ponernos a esperar pacientemente a que los hechos se produzcan?
Bien aclaré que no podía ser una acción de los militares solos; para eso, realmente, no había que esperar los horrores de dos años de guerra. Cruzarnos de brazos en los momentos decisivos es lo único que no se nos puede pedir a los hombres que no hemos descansado en la lucha contra la opresión desde hace siete años.
Aunque ustedes tengan la intención de entregar el poder a los revolucionarios, no es el poder en sí lo que a nosotros nos interesa, sino que la Revolución cumpla su destino. Me preocupa, incluso, que los militares, por un exceso injustificado de escrúpulos, faciliten la fuga de los grandes culpables, que marcharán al extranjero con sus grandes fortunas, para hacer desde allí todo el daño posible a nuestra patria.
Personalmente puedo añadirle que el poder no me interesa, ni pienso ocuparlo. Velaré solo porque no se frustre el sacrificio de tantos compatriotas, sea cual fuere mi destino posterior. Espero que estas honradas razones, que con todo respeto a su dignidad de militares les expongo, las comprendan. Tengan la seguridad de que no están tratando con un ambicioso ni con un insolente […].
Párenme los tanques allí, hagan el favor (Gritos y aplausos).
Cuando terminemos nuestras declaraciones y la proclamación del presidente provisional, los tanques le harán honor al poder civil de la República, pasando enfrente de nuestros balcones (Aplausos).
Continúo leyendo la carta del día 31 al señor coronel jefe de la Plaza de Santiago de Cuba.
Personalmente puedo añadirle que el poder no me interesa, ni pienso ocuparlo, velaré solo porque no se frustre el sacrificio de tantos compatriotas, sea cual fuere mi destino posterior. Espero que estas honradas razones, que con todo respeto a su dignidad de militares les expongo, las comprendan. Tengan la seguridad de que no están tratando con un ambicioso ni con un insolente [repite el párrafo anterior a la interrupción].
Siempre he actuado con lealtad y franqueza en todas mis cosas. Nunca se podrá llamar triunfo a lo que se obtenga con doblez y engaño. El lenguaje del honor que ustedes entienden es el único que yo sé hablar.
Nunca se mencionó en la reunión con el general C. la palabra rendición, lo que ayer dije y reitero hoy es que a partir de las 3:00 de la tarde del día 31, fecha y hora acordadas, no podíamos prorrogar la tregua con relación a Santiago de Cuba, porque eso sería perjudicar extraordinariamente a nuestra causa. Nunca una conspiración es segura. Anoche llegó aquí el rumor de que el general C. había sido detenido en La Habana; que varios jóvenes habían aparecido asesinados en el cementerio de Santiago de Cuba. Tuve la sensación de que habíamos perdido el tiempo miserablemente, aunque afortunadamente hoy parece comprobarse que el general C. se encuentra en su puesto, ¿qué necesidad tenemos de correr esos riesgos?
Lo que dije al mensajero en cuanto a rendición, que no fue trasmitido literalmente y pareció motivar las palabras de su nota de hoy, fue lo siguiente: que si se rompían las hostilidades por no cumplirse lo acordado, nos veríamos obligados a atacar la Plaza de Santiago de Cuba, lo que es inevitable, dado que en ese sentido hemos encaminado nuestros esfuerzos en los últimos meses, en cuyo caso, una vez iniciada la operación, exigiríamos la rendición de las fuerzas que la defienden. Esto no quiere decir que pensemos que se rindan sin combatir, porque yo sé que, aun sin razón para combatir, los militares cubanos defienden las posiciones con tozudez y nos han costado muchas vidas. Quise decir solo que después que se haya derramado la sangre de nuestros hombres por la conquista de un objetivo, no podía aceptarse otra solución, ya que aunque nos cueste muy caro, dadas las condiciones actuales de las fuerzas que defienden al régimen, las cuales no podrán prestar apoyo a esa ciudad, esta caería inexorablemente en nuestras manos. Ese ha sido el objetivo básico de todas nuestras operaciones en los últimos meses, y un plan de esa envergadura no puede suspenderse por unas semanas sin graves consecuencias, caso de que el movimiento militar se frustre, perdiéndose, además, el momento oportuno, que es este, cuando la dictadura está sufriendo grandes reveses en las provincias de Oriente y Las Villas.
Se nos pone en el dilema de renunciar a las ventajas de nuestras victorias o atacar, un triunfo seguro a cambio de un triunfo probable. ¿Cree usted que con la nota de ayer, ambigua y lacónica, contentiva de una decisión unilateral, pueda yo incurrir en la responsabilidad de mantener en suspenso los planes?
Como militar que es reconozca que se nos pide un imposible. Ustedes no han dejado un minuto de hacer trincheras; esas trincheras las pueden utilizar contra nosotros un Pedraza, un Pilar García, o un Cañizares, si el general C. es relevado del mando y con él sus hombres de confianza. No se nos puede pedir que permanezcamos ociosos. Vea usted que se nos coloca en una situación absurda. Aunque defiendan con valor sus armas, no nos queda más remedio que atacar, porque nosotros también tenemos obligaciones muy sagradas que cumplir.
Más que aliados, deseo que los militares honorables y nosotros seamos compañeros de una sola causa, que es la de Cuba […].
Deseo, por encima de todo, que usted y sus compañeros no se hagan una idea errónea de mi actitud y de mis sentimientos. He sido extenso para evitar que se confundan o tergiversen los conceptos.
Respecto a la tácita suspensión del fuego en la zona de Santiago de Cuba, para evitar toda duda, ratifico que aunque en cualquier instante antes de que se inicien los combates podemos reanudar las operaciones, a partir de hoy debe quedar advertido que el ataque se va a producir de un momento a otro, y que por ninguna razón volveremos a suspender los planes, ya que todo esto, como son cuestiones que se tramitan en secreto, puede sembrar la confusión en el pueblo y perjudicar la moral de nuestros combatientes.
Atentamente,
Libertad o muerte.
(Aplausos)
El coronel Rego me respondió con una pundonorosa carta que es también digna de aplausos, y que dice así:
Señor:
Recibí su atenta carta fechada en el día de hoy [31 de diciembre de 1958] y créame que le agradezco profundamente la aclaración relativa a la nota anterior, aunque debo confesarle que siempre supuse que se trataba de una mala interpretación, pues a través del tiempo he observado su línea de conducta y estoy convencido de que es usted un hombre de principios.
Yo desconocía los detalles del plan original, pues solamente fui informado de la parte a mí concerniente, como también desconozco algunos pequeños detalles del plan actual. Yo estimo que, en parte, usted tiene razón cuando hace el análisis del plan original, pero creo que demoraría unos días más en llegar a su consumación y nunca podría evitarse que muchos de los culpables —grandes, medianos y chicos— se escaparan.
Soy de los que pienso que es absolutamente necesario dar un ejemplo en Cuba para aquellos que, aprovechando las posiciones del poder (Aplausos) cometen toda clase de hechos punibles, pero, desgraciadamente, la historia está plagada de casos semejantes y rara vez los culpables pueden ser puestos a disposición de las autoridades competentes, porque rara vez las revoluciones se hacen como deben hacerse.
Y por eso se escapan los grandes culpables como se han escapado, desgraciadamente, hoy.
Continúa la carta:
Comprendo perfectamente sus preocupaciones en el presente caso. Yo, menos responsabilizado con la historia, también las tengo.
En cuanto a la actuación unilateral de que me habla, le reitero que no he participado en ello. En ambos casos solo fui informado de la parte que me concernía, estimando que lo ocurrido ha sido que el general C. tornó la idea de lo que usted deseaba de acuerdo con sus normas y principios, actuando en consecuencia.
No tengo motivos para suponer que persona alguna esté tratando de propiciar la fuga de culpables y, personalmente, soy opuesto a tal cosa —decía el coronel Rego Rubido (Aplausos)— pero caso de producirse, la responsabilidad histórica por tales hechos recaería sobre quienes los hicieren posible y nunca sobre los demás.
Creo, sinceramente, que todo habrá de producirse en armonía con sus ideas y que el general está procediendo, inspirado en los mejores deseos para bien de Cuba y de la Revolución que usted acaudilla.
Supe de un joven estudiante muerto que se encontraba en el cementerio, y hoy mismo dispuse que se agotaran los medios investigativos, a fin de determinar quién fue el autor y las circunstancias en que ocurriera el hecho, tal como lo realicé en días pasados, hasta poner a disposición de la autoridad judicial correspondiente a los presuntos responsables.
Finalmente, debo informarle que cursé un despacho al general interesando un avión para hacerle llegar su conceptuosa carta, y no se impaciente, que a lo mejor antes de la fecha fijada como límite máximo está usted en La Habana.
Cuando el general se marchó, le pedí que me dejara el helicóptero con el piloto por si a usted se le ocurría pasear el domingo por la tarde sobre Santiago (Aplausos).
Bueno, doctor, reciba usted el testimonio de mi mejor consideración y el ferviente deseo de un feliz Año Nuevo.
Firmado: Coronel Rego Rubido
(Aplausos)
En este estado estaban las conversaciones cuando, tanto el coronel Rego, jefe de la Plaza de Santiago de Cuba, como yo, fuimos sorprendidos por el golpe de Estado de Columbia que se apartaba por completo de lo acordado. Y lo primero que se hizo, lo más criminal que se hizo, fue dejar escapar a Batista, a Tabernilla y a los grandes culpables (Aplausos). Los dejaron escapar con sus millones de pesos, los dejaron escapar con los 300 ó 400 millones de pesos que se han robado y ¡muy caro nos va a costar eso! Porque ahora van a estar desde Santo Domingo y desde otros países haciendo propaganda contra la Revolución, fraguando todo el daño posible contra nuestra causa. Y durante muchos años los vamos a tener ahí amenazando a nuestro pueblo, manteniéndolo en constante estado de alerta, porque van a pagar y a fraguar conspiraciones contra nosotros. Y todo por la debilidad, por la irresponsabilidad y por la traición de los que promovieron el golpe contrarrevolucionario de la madrugada de hoy.
¿Qué hicimos nosotros? Tan pronto supimos del golpe, nos enteramos por Radio Progreso; y a esa hora, adivinando yo lo que se estaba fraguando, ya estaba haciendo unas declaraciones, cuando me entero de que Batista se había ido para Santo Domingo. Yo pensé: ¿Será un rumor?, ¿será una bola? Y mando a ratificar; cuando oigo la noticia de que, efectivamente, el señor Batista y su camarilla se habían escapado y, lo más bonito es que el general Cantillo decía que ese movimiento se había producido gracias a los patrióticos propósitos del general Batista, ¡los patrióticos propósitos del general Batista!, ¡que renunciaba para ahorrar derramamiento de sangre! ¿Qué les parece? (Gritos).
Hay algo más todavía. Para tener una idea de la clase de golpe que se preparó, basta decir que a Pedraza lo había nombrado miembro de la Junta y se fue (Risas y gritos). Yo creo que no hay que añadir nada más para ver la clase de intenciones que tenían los golpistas. Y no nombraron al presidente Urrutia, que es el presidente proclamado por el Movimiento y por todas las organizaciones revolucionarias (Aplausos). Llamaron a un señor que es el más viejo, nada menos, de todos los magistrados del Tribunal Supremo, que
son bastante viejos todos (Risas); y sobre todo un señor que ha sido presidente, hasta hoy, de un Tribunal Supremo de Justicia, donde no había justicia de ninguna clase.
¿Cuál iba a ser el resultado de todo esto? Pues una revolución a medias, una componenda, una caricatura de revolución. El señor Perico de los Palotes; lo mismo da que se llame de una manera o de otra. Ese señor Piedra, que a estas horas si no ha renunciado que se prepare, que lo vamos a ir a hacer renunciar a La Habana (Aplausos). Creo que no dura las 24 horas. Va a romper un récord (Risas y aplausos).
Designan a este señor, y muy bonito: Cantillo, héroe nacional, paladín de las libertades cubanas, amo y señor de Cuba, y el señor Piedra allí. Sencillamente habíamos derrocado a un dictador para implantar otro. En todos los órdenes, el movimiento de Columbia era un movimiento contrarrevolucionario, en todos los órdenes se apartaba del propósito del pueblo, en todos los órdenes era sospechoso; e inmediatamente el señor Piedra hizo un llamamiento, dijo que lo iba a hacer para llamar a los rebeldes y una comisión de paz. Y nosotros tan tranquilos, dejábamos los fusiles y lo dejábamos todo, y nos íbamos allá a rendirles pleitesía al señor Piedra y al señor Cantillo.
Era evidente que tanto Cantillo como Piedra estaban en la luna. Estaban en la luna porque creo que el pueblo de Cuba ha aprendido mucho, y los rebeldes hemos aprendido algo.
Esa era la situación esta mañana, que no es la situación de esta noche, porque ha cambiado mucho (Aplausos). Ante este hecho, ante esta traición, dimos órdenes a todos los comandantes rebeldes de continuar las operaciones militares, y de continuar marchando sobre los objetivos; en consecuencia, inmediatamente dimos órdenes a todas las columnas destinadas a la operación de Santiago de Cuba a avanzar sobre la ciudad.
Yo quiero que ustedes sepan que nuestras fuerzas venían muy seriamente decididas a tomar Santiago de Cuba por asalto. Ello hubiera sido muy lamentable, porque hubiese costado mucha sangre, y esta noche de hoy no sería una noche de alegría como esta, y de paz como esta, y de confraternidad como esta (Aplausos).
Debo confesar que si en Santiago de Cuba no se libró una batalla sangrienta se debe, en gran parte, a la patriótica actitud del coronel del Ejército José Rego Rubido (Aplausos); a los comandantes de las fragatas Máximo Gómez y Maceo, al jefe del Distrito Naval de Santiago de Cuba (Aplausos), y al oficial que desempeñaba el cargo de la jefatura de policía (Aplausos). Todos —y es justo que aquí lo reconozcamos y se lo agradezcamos— contribuyeron a evitar una sangrienta batalla y a convertir el movimiento contrarrevolucionario de esta mañana en el movimiento revolucionario de esta tarde.
A nosotros no nos quedaba otra alternativa que atacar porque no podíamos permitir la consolidación del golpe de Columbia y, por lo tanto, había que atacar sin espera. Y cuando las tropas marchaban ya sobre sus objetivos, el coronel Rego hizo un viaje en el helicóptero para localizarme. Los jefes de las fragatas hicieron contacto con nosotros y se pusieron, incondicionalmente, a las órdenes de la Revolución (Aplausos).
Contándose ya con el apoyo de las dos fragatas, que tienen un altísimo poder de fuego, con el apoyo del Distrito Naval y con el apoyo de la Policía, convoqué entonces a una reunión de todos los oficiales del Ejército de la Plaza de Santiago de Cuba, que son más de 100. Les dije a esos militares, cuando los invité a reunirse conmigo, que yo no tenía la menor preocupación en hablarles, porque sabía que tenía la razón; porque sabía que comprenderían mis argumentos y que de esta reunión se llegaría a un acuerdo.
Y, efectivamente, en horas de la noche, en los primeros momentos de la noche, nos reunimos en El Escandel la casi totalidad de los oficiales del Ejército de Santiago de Cuba, muchos de ellos hombres jóvenes que se les ve ansiosos de luchar por el bien de su país. Reuní a aquellos militares y les hablé de nuestro sentimiento revolucionario, les hablé de nuestro propósito con nuestra patria, les hablé de lo que queríamos para el país, de cuál había sido siempre nuestra conducta con los militares, de todo el daño que le había hecho la tiranía al Ejército y cómo no era justo que se considerase por igual a todos los militares; que los criminales solo eran una minoría insignificante, y que había muchos militares honorables en el Ejército, que yo sé que aborrecían el crimen, el abuso y la injusticia.
No era fácil para los militares desarrollar un tipo determinado de acción; era lógico, que cuando los cargos más elevados del Ejército estaban en manos de los Tabernilla, de los Pilar García, de los parientes y de los incondicionales de Batista, y existía un gran terror en el Ejército; a un oficial aisladamente no se le podía pedir responsabilidad.
Había dos clases de militares —y nosotros los conocemos bien—: los militares como Sosa Blanco, Cañizares, Sánchez Mosquera, Chaviano (Gritos y abucheos), que se caracterizaron por el crimen y el asesinato a mansalva de infelices campesinos. Pero hubo militares que fueron muy honrados en su campaña; hubo militares que jamás asesinaron a nadie, ni quemaron una casa, como fue el comandante Quevedo, que fue nuestro prisionero después de una heroica resistencia en la Batalla de Jigüe, y que hoy sigue siendo comandante del Ejército (Aplausos); el comandante Sierra, y otros muchos militares que jamás quemaron una casa. A esos militares no los ascendían, a los que ascendían era a los criminales, porque Batista siempre se encargó de premiar el crimen. Tenemos el caso, por ejemplo, del coronel Rego Rubido, que no le debe sus grados a la dictadura, sino que ya era coronel cuando se produjo el 10 de Marzo (Aplausos).
El hecho cierto es que recabé el apoyo de la oficialidad del Ejército de Santiago de Cuba, y la oficialidad del Ejército de Santiago de Cuba le brindó su apoyo incondicional a la Revolución Cubana (Aplausos). Reunidos los oficiales de la Marina, de la Policía y del Ejército, se acordó desaprobar el golpe amañado de Columbia y apoyar al Gobierno legal de la República, porque cuenta con la mayoría de nuestro pueblo, que es el doctor Manuel Urrutia Lleó (Aplausos); y apoyar a la Revolución Cubana. Gracias a esa actitud se ahorró mucha sangre, gracias a esa actitud se ha gestado de verdad, en la tarde de hoy, un verdadero movimiento militar revolucionario.
Yo comprendo que en el pueblo hay muchas pasiones justificadas. Yo comprendo las ansias de justicia que hay en nuestro pueblo, y se cumplirá porque habrá justicia (Aplausos). Pero yo le quiero pedir a nuestro pueblo antes de nada, calma. Estamos en instantes en que debemos consolidar el poder antes que nada. ¡Lo primero ahora es consolidar el poder! Después reuniremos una comisión de militares honorables y de oficiales del Ejército Rebelde para tomar todas las medidas que sean aconsejables, para exigir responsabilidad a aquellos que la tengan (Aplausos). ¡Y nadie se opondrá!, porque al Ejército y a las Fuerzas Armadas son a los que más les interesa que la culpa de unos cuantos no la pague todo el cuerpo, y que no sea una vergüenza vestir el uniforme militar (Aplausos); que los culpables sean castigados para que los inocentes no tengan que cargar con el descrédito (Aplausos). ¡Tengan confianza en nosotros!, es lo que le pedimos al pueblo, porque sabemos cumplir con nuestro deber (Aplausos).
En esas circunstancias se realizó en la tarde de hoy un verdadero movimiento revolucionario del pueblo, de los militares y de los rebeldes, en la ciudad de Santiago de Cuba (Aplausos). Es indescriptible el entusiasmo de los militares, y en prueba de confianza les pedí a los oficiales que entraran conmigo en Santiago de Cuba, ¡y aquí están todos los oficiales del Ejército! (Aplausos). ¡Ahí están los tanques a disposición de la Revolución! (Aplausos). ¡Ahí está la artillería a disposición de la Revolución! (Aplausos). ¡Ahí están las fragatas a disposición de la Revolución! (Gritos y aplausos).
Yo no voy a decir que la Revolución tiene el pueblo, eso ni se dice, eso lo sabe todo el mundo. Yo decía que el pueblo, que antes tenía escopeticas, ya tiene artillería, tanques y fragatas; y tiene muchos técnicos capacitados del Ejército que nos van a ayudar a manejarlas, si fuese necesario (Aplausos). ¡Ahora sí que el pueblo está armado! Yo les aseguro que si cuando éramos 12 hombres solamente no perdimos la fe (Aplausos), ahora que tenemos ahí 12 tanques cómo vamos a perder la fe.
Quiero aclarar que en el día de hoy, esta noche, esta madrugada, porque es casi de día, tomará posesión de la presidencia de la República, el ilustre magistrado, doctor Manuel Urrutia Lleó (Aplausos). ¿Cuenta o no cuenta con el apoyo del pueblo el doctor Urrutia? (Aplausos y gritos). Pero quiere decir, que el presidente de la República, el presidente legal, es el que cuenta con el pueblo, que es el doctor Manuel Urrutia Lleó.
¿Quién quiere al señor Piedra para presidente? (Abucheos y gritos de: “¡Nadie!”). Si nadie quiere al señor Piedra para presidente, ¿cómo se nos va a imponer al señor Piedra para presidente? (Abucheos). Si esa es la orden del pueblo de Santiago de Cuba, que es el sentimiento del pueblo de Cuba entera, tan pronto concluya este acto marcharé con las tropas veteranas de la Sierra Maestra, los tanques y la artillería hacia la capital, para que se cumpla la voluntad del pueblo (Aplausos).
Aquí estamos, sencillamente, a las órdenes del pueblo. Lo legal en este momento es el mandato del pueblo. Al presidente lo elige el pueblo y no lo elige un conciliábulo en Columbia, a las 4:00 de la madrugada (Aplausos). El pueblo ha elegido a su presidente y eso quiere decir que desde este instante quedará constituida la máxima autoridad legal de la República (Aplausos). Ninguno de los cargos ni de los grados que se han concedido de acuerdo con la Junta Militar de la madrugada de hoy tienen validez alguna. Todos los nombramientos de cargos dentro del Ejército son nulos —me refiero a todos los nombramientos que se han hecho esta mañana—; quien acepte un cargo designado por la Junta traicionera de esta mañana estará asumiendo una actitud contrarrevolucionaria, llámese como se llame (Aplausos), y, en consecuencia, quedará fuera de la ley.
Tengo la completa seguridad de que mañana todos los mandos militares de la República habrán aceptado las disposiciones del presidente de la República (Aplausos). El presidente procederá de inmediato a designar a los jefes del Ejército, de la Marina y de la Policía (Aplausos) por los altos servicios que ha prestado en esta hora a la Revolución y por haber puesto sus miles de hombres a la disposición de la Revolución. He recomendado para jefe del Ejército al coronel Rego Rubido (Aplausos). Igualmente se designará como jefe de la Marina a uno de los dos comandantes de la fragata que primero se sumaron a la Revolución (Aplausos), y le he recomendado al presidente de la República que designe para jefe nacional de la Policía al comandante Efigenio Ameijeiras, que ha perdido tres hermanos (Aplausos), que es uno de los expedicionarios del Granma y uno de los hombres más capacitados del ejército revolucionario (Aplausos). Ameijeiras está en operaciones en Guantánamo, pero mañana él llega aquí (Aplausos).
Yo solo pido tiempo para nosotros y para el poder civil de la República a fin de ir realizando las cosas a gusto del pueblo, pero poco a poco (Aplausos). Solo le pido una cosa al pueblo, y es que tenga calma. (Del público le dicen: “¡Oriente federal, Oriente capital!”). ¡No!, ¡no!, la República unida siempre y por encima de todas las cosas (Aplausos). Lo que hay que pedir es justicia para Oriente (Aplausos). En todo, el tiempo es un factor importante. La Revolución no se podrá hacer en dos días; ahora, tengan la seguridad de que la Revolución la hacemos. Tengan la seguridad de que por primera vez de verdad la República será enteramente libre y el pueblo tendrá lo que merece (Aplausos). El poder no ha sido fruto de la política, ha sido fruto del sacrificio de cientos y de miles de nuestros compañeros. No hay otro compromiso que con el pueblo y con la nación cubana. Llega al poder un hombre sin compromisos con nadie, sino con el pueblo exclusivamente (Aplausos).
El Che Guevara (Aplausos) recibió la orden de avanzar sobre la capital no provisional de la República, y el comandante Camilo Cienfuegos, jefe de la Columna 2 Antonio Maceo (Aplausos) ha recibido la orden de marchar sobre la gran Habana y asumir el mando del campamento militar de Columbia (Aplausos). Se cumplirán, sencillamente, las órdenes del presidente de la República y el mandato de la Revolución (Aplausos).
De los excesos que se hayan cometido en La Habana, no se nos culpe a nosotros. Nosotros no estábamos en La Habana. De los desórdenes ocurridos en La Habana, cúlpese al general Cantillo y a los golpistas de la madrugada, que creyeron que iban a dominar la situación allí (Aplausos). En Santiago de Cuba, donde se ha hecho una verdadera Revolución, ha habido orden completo. En Santiago de Cuba se han unido el pueblo, los militares y los revolucionarios, y eso es indestructible (Aplausos).
La jefatura del Gobierno, la jefatura del Ejército y la jefatura de la Marina estarán en Santiago de Cuba, y sus órdenes serán de obligatorio cumplimiento a todos los mandos de la República.
Esperamos que todos los militares honorables acaten estas disposiciones, porque el militar, antes que nada, está al servicio de la ley y de la autoridad —no de la autoridad constituida, porque muchas veces está una autoridad mal constituida—, la autoridad legítimamente constituida (Aplausos).
Ningún militar honorable tiene nada que temer de la Revolución. Aquí en esta lucha no hay vencidos, porque solo el pueblo ha sido el vencedor (Aplausos). Ha habido caídos de un lado y de otro, pero todos nos hemos unido para darle el apoyo a la Revolución. Nos hemos dado el abrazo fraternal los militares buenos y los revolucionarios (Aplausos).
No habrá ya más sangre. Espero que ningún núcleo haga resistencia, porque aparte de ser una resistencia inútil y una resistencia que sería aplastada en pocos instantes, sería una resistencia contra la ley y contra la República y contra el sentimiento de la nación cubana (Aplausos).
Ha habido que organizar este movimiento de hoy para que no ocurra otra guerra dentro de seis meses. ¿Qué pasó cuando el machadato? Pues que también un general de Machado dio un golpe y quitó a Machado, y puso a un presidente que duró 15 días; y vinieron los sargentos y dijeron que aquellos oficiales eran responsables de la dictadura de Machado, y que ellos no los respetaban. Creció la efervescencia revolucionaria y expulsaron a los oficiales. Ahora no podrá ocurrir así; ahora estos oficiales tienen el respaldo del pueblo, y tienen el respaldo de la tropa, y tienen el prestigio que les da el haberse sumado a un verdadero movimiento revolucionario (Aplausos).
Estos militares serán respetados y considerados por el pueblo y no habrá que emplear la fuerza, ni habrá que andar con fusiles por la calle, ni metiéndole miedo a nadie porque el verdadero orden, el verdadero orden es el que se basa en la libertad, en el respeto y en la justicia, y no en la fuerza. Desde ahora en adelante el pueblo será enteramente libre y el pueblo sabe comportarse debidamente, como lo ha demostrado hoy (Aplausos).
La paz que nuestra patria necesita se ha logrado. Santiago de Cuba ha pasado a la libertad sin que hubiera que derramar sangre. Por eso hay tanta alegría, y por eso es que los militares que en el día de hoy desoyeron y desaprobaron el golpe de Columbia para sumarse incondicionalmente a la Revolución merecen nuestro reconocimiento, nuestra gratitud y nuestro respeto (Aplausos). Los institutos armados de la República serán en el futuro modelos de instituciones, por su capacidad, por su educación y por su identificación con la causa del pueblo. Porque los fusiles, de ahora en adelante, solo estarán siempre al servicio del pueblo (Aplausos).
No habrá más golpes de Estado, no habrá más guerra, porque por eso nos hemos preocupado, de que no ocurra ahora como cuando Machado. Estos señores, para hacer más parecido el caso de la madrugada de hoy con el caso de la caída de Machado, aquella vez pusieron a un Carlos Manuel, y ahora pusieron a otro Carlos Manuel (Abucheos).
Lo que no habrá esta vez es un Batista (Aplausos), porque no habrá necesidad de un 4 de septiembre, que destruyó la disciplina en las Fuerzas Armadas, porque lo que ocurrió con Batista fue que instauró aquí la indisciplina en el Ejército, porque su política consistía en halagar a los soldados para mantener disminuida la autoridad de los oficiales. Los oficiales tendrán autoridad, habrá disciplina en el Ejército. Habrá un Código Penal Militar, donde los delitos contra los derechos humanos y contra la honradez y la moral que debe tener todo militar, serán castigados debidamente (Aplausos).
No habrá privilegios para nadie. El militar que tenga capacidad y tenga méritos será el que ascienda, y no el pariente, el amigo, como ha existido hasta hoy, que no se han respetado los escalafones.
Para los militares se acabará, como se acabará para los trabajadores, toda esa explotación de contribuciones obligatorias, que en los obreros es la cuota sindical y en los militares es el peso para la primera dama, y los dos pesos para esto, y los dos pesos para lo otro, y les acaban con el sueldo (Aplausos).
Naturalmente, que el pueblo todo lo debe esperar de nosotros, y lo va a recibir. Pero he hablado de los militares para que ellos sepan que también todo lo van a recibir de la Revolución, todas las mejoras que jamás han tenido, porque cuando no se robe el dinero de los presupuestos estarán mucho mejor los militares de lo que están hoy. Y el soldado no ejercerá funciones de policía, el soldado estará en su entrenamiento, en su cuartel; no tendrá que estar ejerciendo funciones de policía.
Nosotros (Gritos de: “¡Microonda!”) de microonda nada (Aplausos), aunque sí quiero aclarar que en este momento los rebeldes andamos con microondas porque las necesitamos (Aplausos), pero las microondas ahora no las tendrán los esbirros, ni nada de eso; nada de asesinos, ni nada de frenazos delante de las casas y la tocadera a medianoche (Gritos y aplausos).
Yo tengo la seguridad de que tan pronto tome posesión y asuma el mando el presidente de la República, decretará el restablecimiento de las garantías y la absoluta libertad de prensa y todos los derechos individuales en el país (Aplausos); y todos los derechos sindicales, y todos los derechos y todas las demandas de nuestros campesinos y de nuestro pueblo en general.
No nos olvidaremos de nuestros campesinos de la Sierra Maestra y de los de Santiago de Cuba (Aplausos). No nos iremos a vivir a La Habana olvidados de todos; donde yo quiero vivir es en la Sierra Maestra (Aplausos). Por lo menos, en la parte que me corresponda, por un sentimiento muy profundo de gratitud, no olvidaré a aquellos campesinos; y tan pronto tenga un momento libre voy a ver dónde vamos a hacer la primera Ciudad Escolar, con cabida para 20 000 niños (Aplausos). Y lo vamos a hacer con la ayuda del pueblo. Los rebeldes van a trabajar allí. Le vamos a pedir a cada ciudadano un saco de cemento y una cabilla (Aplausos y gritos de: “¡Sí, sí!”). Y yo sé que obtendremos la ayuda de nuestra ciudadanía (Aplausos).
No olvidaremos a ninguno de los sectores de nuestro pueblo (del público le dicen: “¡Viva Crescencio Pérez!”). ¡Que viva Crescencio Pérez que perdió a un hijo en los días postreros de la guerra!
La economía del país se restablecerá inmediatamente. Este año nosotros seremos los que cuidaremos la caña, para que no se queme. Porque este año los impuestos del azúcar no servirán para comprar armas homicidas y bombas y aviones para bombardear al pueblo (Aplausos).
Cuidaremos las comunicaciones y ya, desde Jiguaní hasta Palma Soriano, la línea telefónica está restablecida y la vía férrea será restablecida (Aplausos). Y habrá zafra en todo el país y habrá buenos salarios, porque yo sé que ese es el propósito del presidente de la República. Y habrá buenos precios porque, precisamente, el miedo a que no hubiera zafra ha levantado los precios del mercado mundial; y los campesinos podrán sacar su café (Aplausos); y los ganaderos todavía podrán vender sus reses gordas en La Habana, porque afortunadamente el triunfo ha llegado a tiempo, para que no haya ruina de ninguna clase.
No es a mí a quien le corresponde hablar de estas cosas. Ustedes saben que somos hombres de palabra y que lo que prometemos lo cumplimos. Y queremos prometer menos de lo que vamos a cumplir, no más, sino menos de lo que vamos a cumplir, y hacer más de lo que ofrezcamos al pueblo de Cuba (Aplausos).
LIMIT
Me gustaMe gusta
…vuelves a llegar al limite. te dejo a ti la tarea esta vez de traer donde esta el mamotreto que no viene a cuento de nada en el momento actual que vive el fascismo que dejaste tan bien instaurado en todo nuestro archipielago cubano
Me gustaMe gusta
Copio de un blog de «amadores»
a) No hubo información enfática, clara y precisa en los medios (estaban concentrados en las votaciones
b)No hubo una sola comunicación pública del Consejo de Defensa Provincial en la fase informativa, como está establecido, y menos de los Consejos de Defensa municipales de Boyeros y La Lisa, que es de los que tengo conocimiento.
c) No hubo jamás convocatoria masiva a limpiar patios, azoteas, alcantarillas, caños, tragantes… desde los CDR y los Consejos de Defensa territoriales.
Me gustaMe gusta
Por cierto, ¿a quién aman esos amadores? ¿A Mao?
Me gustaMe gusta
El desastre de Putin. Una jugada no cantada
Ningun analista aventuro que Ucrania le daria semejante paliza al heroico ejercito ruso.
Ahora, muchos creen que la probable derrota del aspirante a Hitler va a ser el fin de su carrera politica. Lo irritante es que algunos comentaristas de Cubadebate apoyen las anexiones mediante falsos referendums y todo cuanto haga el manco para no ser derrotado en Ucrania. (Camina con el brazo derecho semi paralizado)
Me gustaMe gusta
No fue precisamente Ucrania sola. La armaron hasta los dientes con armas superiores a las de los rusos. Y puede ser una victoria pírrica por los billones que salieron de los bolsillos de los contribuyentes americanos en momentos en que el horno no está para galleticas. Dado el historial de corrupción de Ucrania, es probable que parte de esos fondos se hayan ¨desviado¨. (Hasta puede que la familia Biden, empezando por Hunter, haya conseguido una parte)
Rusia habrá perdido, pero las fuerzas que intentan destruir occidente, de las cuales Rusia está lejos de ser el actor principal, creo que van a salir ganando.
Me gustaMe gusta
Estos post que hago me resultan incómodos porque sé que pueden hacer pensar que quiero que el HP de Putín le gane a Ucrania. Nada más lejos de la verdad. El problema es que el hecho de que algo está mal no implica que las acciones que se toman al respecto están bien, Sobre todo si tienen como protagonista a alguien como Biden, que no creo sea capaz de hacer nada bien (solamente joderlo todo: para eso sí que tiene un gran talento)
Kennedy hizo mal al no apoyar Bahía de Cochinos y sé que muchos cubanos lo odian por eso, pero fue un buen presidente que tuvo más luces que sombras. Hizo bien al sentarse con Kruschev y conseguir que retirara los misiles a cambio, entre otras cosas, del compromiso de que USA no atacara Cuba (compromiso que la dictadura cubana se cuida de no divulgar para seguir viviendo del cuento del ataque de USA, aparte del cuento del bloqueo) ¿Que ese compromiso ha ayudado a perpetuar la dictadura? Cierto. ¿Pero cuál era la alternativa? ¿La tercera guerra mundial?
¨No presiones a un enemigo desesperado. Un animal agotado seguirá luchando, pues esa es la ley de la naturaleza. Debemos permitir a nuestros enemigos un camino de huida, pues de esta forma se rendirán mucho antes.¨ Sun Tzu ¨El arte de la guerra¨
Mi versión es: no se apaga un fuego echando gasolina. Vuelvo a postear esto:
https://www.americanthinker.com/articles/2022/10/theres_a_major_reason_why_the_world_in_2022_is_like_the_world_in_1939.html
Me gustaMe gusta
Y de paso posteo esto, Brandon puede cagarla también con Cuba pues todo lo caga. Creo que hasta CAM se ha dado cuenta y ya no lo menciona.
https://www.americanthinker.com/blog/2022/10/is_biden_going_to_rescue_the_castro_dictatorship_from_the_enraged_people_of_cuba.html
Me gustaMe gusta
En el Ecuador neoliberal, vendido a los yanquis las protestas y cierres de calles lograron bajar un poco el precio de la gasolina y sentar al gobierno a negociar. Al leader campesino le quitaron los cargos criminales que tenia. ¿Que va a hacer el Gobierno de Cuba? Mandar a dar palos?
Me gustaMe gusta
La juventud se escapa de Cuba y…
«De milagro hemos llegado aquí», dijo a la periodista uno de los ancianos, de 82 años, quien se aventuró junto a su esposa de 73.
Me gustaMe gusta
Tremendo trabajo político-ideológico hago yo con la venezolana, o colombiana que me estoy cogiendo porque me gusta muchisimo. Ayer la lleve al Pio Pio. Hoy no cogemos, pero la llevo a desayunar a Mc Donalds.
Si es una chica, como pienso, que no da problemas, me la quiero llevar a vivir conmigo. Si me da cantaletas, no.
Me gustaMe gusta
Dice el amador Giordan que la gusanería post-andropáusica cree que está haciendo tremendo trabajo político-ideológico con el. Y que eso es de lo más divertido.
Ji ji ji ji. ¿Ese tipo se cree tan importante?
¿Ese tipo cree que la gusanera es tan tonta como para perder el tiempo con una ciberclaria ilustrada?
Me gustaMe gusta
Mi comentario ha sido recibido.
Luiz Inácio Lula da Silva tiene que ir a segunda vuelta para ser electo Presidente de Brasil frente al actual mandatario, Jair Bolsonaro. Los brasileños no saben nada de politica. Yo si se lo que es bueno, Pero. ¿Por que no me dejan votar?
Me gustaMe gusta