“[Aristóteles planteaba que]…el bienestar completo de las polis lo ofrece el intelectualismo moral y las escuelas de la virtud: es decir, en el ejercicio óptimo y constante que retrata que, si la mayoría de los ciudadanos deciden hacer el bien, lo que es bueno y virtuoso, la polis será más completa y virtuosa y la política al fin tendrá su propósito aguardado, en su estado de mayor bienestar posible.

Cuando Platón muere, Aristóteles le sufre, encima no es elegido el director de la Academia, ahí es cuando decide marcharse a Asia durante tres años, allá logra casarse con Pitias, con ella tiene una hija. Su periplo allí termina de pronto cuando su mecenas es asesinado. De ahí huye a Mitilene, en la isla de Lesbos, lugar famoso por ser la ciudad donde nació Safo, allí abrió una escuela. Parece ahí tampoco duró mucho tiempo su estancia y es ahí donde se sabe que fue llamado por el rey Filipo II de Macedonia, quien pregunta insistentemente por él porque ya se había hecho eco de él en toda Grecia. Es curioso pero comenta Plutarco en la vida de Alejandro (C9,i12), qué hubo una coincidencia cuando Filipo ordenó que el hombre más sabio de toda Grecia fuese el encargado de la tutoría de su hijo Alejandro Magno, resulta que también estaba buscando a Aristóteles para que este volviera a honrar la tradición médica de la familia, resultó encontrar al médico y al hombre más sabio en el mismo Aristóteles.

Según comenta el mismo Plutarco (ídem, i14) para Alejandro no hubo alguien más influyente en vida que su maestro, en él reconoció esa sed de la aventura por lo desconocido, esa agitación almática de cada nuevo descubrimiento y en los ojos de Bucéfalo el alma humana que se reflejaba intensamente. Desde muy niño Alejandro estaba fascinado por las gestas épicas de Aquiles, y en batalla quería imitarle, se presume que hasta se enamoró de Hefestión tratando de imitar el amor que Aquiles sentía por Patroclo, y que estuvo a punto de perderse entre las sábanas de Roxana, emulando el romance que Aquiles tuvo con la joven virgen troyana llamada Briseida, pero con Aristóteles de joven entendió el valor de estos mitos, es muy conocida aquella famosa promesa que Alejandro le hace a Aristóteles, esa de que conocería los confines del mundo y se los iba a narrar cuando se volvieran a ver.

Plutarco también recoge (ibídem, i17), anécdotas de Alejandro tomando muestras de flores, plantas y especies de animales nunca vistas por el Mediterráneo, y que había una caravana destinada al estudio que Aristóteles examinaría a su regreso. El sobrino y discípulo de Aristóteles, Calístenes fue quien acompañó en su expedición como historiador personal de Alejandro, y en su haber éste tiene grandes relatos como la batalla que se libró en Gaugamela, lástima que tras unas críticas legítimas a Alejandro a Calístenes le deparase un mal final (al parecer le hicieron quedar culpable de una conspiración), y que por esta razón se fracturara para siempre su relación con su maestro. Aristóteles sí que lamentó que Alejandro se convirtiera en un tirano en aquellos días, pero siguió confiando que reflexionaría.

Algunos años antes, cuando Alejandro era sólo un príncipe y había terminado su educación con Aristóteles, Aristóteles se había ido a vivir a Estagira, la ciudad donde nació. Pitias, su amada, había muerto, y fue en ese entonces que conoció a Herpilis, algunos estudiosos presumen que fue su sirvienta, eso porque no hay documentos que refieran el casamiento, el hecho es que con ella tuvo su segundo hijo, Nicómaco. Al cabo de este tiempo decide regresar a Atenas con 50 años y mucha fama, los elogios le llovían y personalidades de todo tipo se acercaban con curiosidad para conocerlo. Aquí es cuando decide, finalmente, fundar el Liceo, mientras todo eso pasó, Alejandro conquistaba todo el mundo conocido.

Tras la muerte de Alejandro Magno, y la subsiguiente división del imperio alejandrino en satrapías, el orador Demóstenes reavivó los ánimos antimacedonios allí en Atenas y aunque para la fecha ya Aristóteles se había distanciado de su discípulo, pensó que sería mejor distanciarse de la ciudad, lo curioso es que lo hizo a tiempo ya que en poco sus enemigos lo habían acusado de “impiadoso”, por lo que terminó nuestro genio refugiándose en Calcis en la isla de Eubea, en el 322, un año después que su discípulo Alejandro muriera y con causas indeterminadas de muerte al igual que él.

Para finalizar, no encontré mejor cierre sobre Aristóteles que el que nos ofrece Hegel en la Enciclopedia de las ciencias filosóficas:

“(…) Si se tomase verdaderamente en serio el estudio de la filosofía, nada habría más digno que explicar desde la cátedra las doctrinas de Aristóteles, pues no hay entre los filósofos antiguos, vigentes o venideros ninguno que tanto merezca la pena de ser estudiado como éste. G.W.F. Hegel

𝑷𝒐𝒓 𝑺𝒖𝒔𝒂𝒏 𝑮𝒂𝒃𝒓𝒊𝒆𝒍𝒂 𝑭𝒍𝒐𝒓𝒆𝒔