‘Carlos Sánchez Berzaín, persona clave del Instituto Interamericano por la Democracia, piensa que el vencedor [el proximo dia 30 de octubre] será Jair Bolsonaro. ¿Por qué? Apunta tres razones:

La primera: porque Bolsonaro viene subiendo y Lula se ha estancado o baja en la intención de votos. Cuando eso ocurre en una “segunda vuelta electoral”, afirma CSB, hay una cierta garantía de que el voto se inclinará por quien está ascendiendo en la votación.

La segunda: porque Bolsonaro es el underdog, pese a ostentar la presidencia de Brasil. Los electores así lo perciben encuesta tras encuesta.

La tercera: porque Lula es un anciano que ha estado varios años en la cárcel acusado de corrupción. Es verdad que la Justicia lo indultó, pero no porque lo encontraran inocente, sino porque no había culpabilidad manifiesta. Eso no es suficiente para convencer a una sociedad descreída y escéptica.

De las tres razones que esgrime CSB, la primera parece razonable y tiene una cierta contundencia. Existe una tradición que indica que quien va a llegar al primer lugar mejor, que esté segundo. Esto se vio muy claro en 1990, entre Fujimori y Vargas Llosa. Las otras dos razones que esgrime Sánchez Berzaín carecen de relieve.

En todo caso, el que gane será por 51% a 49 o 52% a 48. Es decir, el país está totalmente polarizado entre izquierdas progresistas -aunque se acojan a modelos de los que menos progresan en el planeta- y derechas, aunque realmente, se enfrentan el populismo de izquierda frente al populismo de derecha. Lula es la encarnación del populismo de izquierda. Bolsonaro lo es del populismo de derecha en un país que tiene el precedente de Getulio Vargas.

La influencia de Donald Trump en Bolsonaro

Jair Bolsonaro ha sido llamado “el Trump del trópico”. Tienen similitudes (y por supuesto, diferencias). Pero vale la pena acercarse a las similitudes.

Una de las más graves es la que refleja la actitud con relación a la Ciencia expresada en el delicado asunto de las vacunas contra el Covid 19. Bolsonaro no cree en ellas, a lo cual tiene todo su derecho, pero no a mentir ni asustar. Ha expresado, oralmente, por medio de FaceBook, luego reproducido por CNN en español, que la vacuna aumenta el riesgo de contraer SIDA, lo que le valió una denuncia de los tribunales.

Las vacunas, especialmente las de Pfizer y Moderna, tienen una eficacia de más del 90%. Eso no es especulación: es ciencia. De la misma manera que cuando ambos laboratorios afirman que han desarrollado vacunas para niños de entre 5 y 13 años, no hay que tenerles miedo. Las vacunas son infinitamente seguras. Ponerlas en los brazos de los niños es la mejor manera, y la más económica, de cuidar que lleguen a desarrollarse como adultos.

En cualquier caso, la más grave y perniciosa influencia de Trump no es en el terreno de la ciencia, sino en el de lo que en Estados Unidos llaman “la gran mentira”, the big lie, relacionada con que Joe Biden no es un presidente legítimo porque fue impuesto por un fraude monumental cometido en los Estados “bisagras”. Algo que Trump dice sin aportar prueba alguna.

En efecto, Bolsonaro ha hecho suya esa big lie, y no sabemos hasta qué punto sus partidarios estarán dispuestos a sostener ese embuste. Sabemos que en USA hay hasta un 30 por ciento de los republicanos dispuestos a creer a Trump, pese a que 62 tribunales han rechazado sus demandas, pero ignoramos lo que sucederá en Brasil.

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