¿A que se refiere con eso de interrogar, amenazar y grabar mujeres en casas de protocolo?
Pego: ‘ Una actuación atizada por la impunidad de la que se saben titulares y que los lleva a detener/secuestrar a cualquiera por espacio de horas sin justificación; y a interrogar, amenazar y grabar a mujeres solas en casas de protocolo’
La oración final es importante y no le colocan referencia acá:
https://eltoque.com/entra-en-vigor-nuevo-codigo-penal-cuba

Arleen dice
Acabo de ver una publicación sobre que Cuba a la Nueva Trova Cubana como patrimonio cultural de la nación. Se que tengo fama de emocional, cosa en la que no estoy de acuerdo pero díganme ustedes si eso no saca varias lágrimas de felicidad?
Si. Juau, Juau. ¡Lloro de felicidad!
Me gustaMe gusta
Los comentarios de Cubadebate muy a tono con la politica del gobierno de la isla. ¡Que asco!
José :
Hace muy bien Vladimir Putin. Al imperialismo «ni tantico así».
¡VIVA RUSIA Y SU HEROICO PUEBLO!
Tared dijo:
Con Rusia no se juega.
Me gustaMe gusta
Mas que el perrito Picachu, me fascina la venezolana de 22 años Dayllamara, es mas o menos asi como se llama. Ayer la acompañe a Machala para conocer a su familia. Me quede a dormir por alla y me acompaño a pasar la noche a la habitacion de un hotel que alquile … sin ser invitada. ¡Quien podria negarse! Es un encanto esa chiquilla. ¡Como se preocupa por su familia! El emparedado cubano que le obsequie se lo dio a ellos.
Como me creo Dios, como decia la cuencanita, si el verdadero Dios me da fuerzas ja, ja , la voy a ayudar a «cumplir mis sueños» como dice ella, inscribiendola en una escuela de bellezas de aqui. Quiere aprender a pelar, hacer cejas, etc etc. Ya sabe arreglar uñas y ha comprado algunos utensilios.
Me gustaMe gusta
El mio se parece al perrito de la penultima foto., pero es mas hermoso, ja, ja, ja. Son dobermans miniaturas o pischners, no chiguaguas.
Me gustaMe gusta
A mi, que no me gustan los perros me fascino Chocolate que parece una rata se lo compre a un artesano a precio de ganga en las escalinatas, se parece al ultimo de la foto, pero es mas lindo y lo rebautice como Picachu.
Cada vez que lo saco a pasear lo acarician, le tiran fotos, etc. etc.
Ayer lo bañe, le lave su vestuario y esta aqui en la cama mordiendome. «¡AHHH!» TREMENDA MORDIDA! Pero en un rato se calma. Estara a mi lado hasta que la muerte nos separe. Inteligentisimo y muy cariñoso. Le dije a un amigo. Can, can, cancelo la venta , ja ja ja.
A un niñito de unos 4 años que lo estaba acariciando en Calle Larga le dije. «Te lo cambio por tu mama. La joven, que estaba como le daba la gana y mostraba el ombligo sonrio, pero no logre completar la transaccion.
Su veterinario me escribio en su carnet de salud como chiguagua, pero busque razas y definitivamente es un Doberman pischer miniatura. En Quito, los venden igualitos a este a $450.00 mas costo de envio.
En Cuenca estan pidiendo $300.00 por ellos me dijo otro veterinario.
Me gustaMe gusta
EL TOQUE no publica mi comentario ni acota a que se refiere con lo que cuestiono en esta publicacion
…vaya, que es muy sabroso combatir oscuridad con oscuridad, ademas de absurdo y pusilanime
Me gustaMe gusta
Mi comentario ha sido recibido en Cubadebate.
¿Al imperialismo yanqui no se le puede dar ni tantico asi, pero Rusia se puede apropiar de media Ucrania?
Me gustaMe gusta
AMLO esta, segun parece por las charlas infecundas que mete, medio decrepito y haciendo un papel de perfecto comemierda. Derrocha el dinero del pueblo de Mexico para que el pais se le llene de miembros de la policia politica cubana que van a indoctrinar y a pasar vacaciones pagadas en lugar de ayudar a las comunidades necesitadas de atencion medica.
Me gustaMe gusta
La verdad sea dicha. Fidel desarrollo una infinita capacidad para descojonar el pais de un extremo a otro. No dejo piedra sobre piedra.
Pero coño, supo pintartelo bien bonito
«Y somos hombres; es decir, la especie que es capaz de pensar, de tener voluntad, de actuar. No somos un rebaño de seres inconscientes. Esa es nuestra apuesta, el hombre y la capacidad del hombre.
El capitalismo es un sistema que trata al hombre cual si fuera una especie diferente, cual si fuera un animal, movido solo por egoísmo y por interes de lucro.
Me gustaMe gusta
Decia la cuencanita que yo no podia resolver los problemas de la gente, que dejase de creerme Dios.
Lamentablente «amiga, confidente y amante», no me permitio ser parte de su vida. Le aterrorizaba pensar que la considerasen una puta por irse a la cama con este viejo por dinero.
A veces, se pasaba de lista
«No soy tu cajita de ahorros» le dije. No voy a estar detras de ti financiandote proyectos».
Ningun proyecto se le ha dado que yo sepa por su mania de empinar el codo y le perdi la pista, debe estar internada en un centro de rehabilitacion no se si por problemas de alcohol o de drogas. Es muy hermetica, simpatica y articulada.
A veces mientras hago el amor con otra, recuerdo sus escandalosos gemidos y emocionados gritos de placer.
No se rebajo a hacer un trio.
«No soy un objeto sexual de ustedes», ja ja ja.
No fue mi idea, el «amigo», que me la presento hace unos 3 años, no le quitaba el dedo del renglon.
Esta otra «novia», si se deja ayudar.
Dayana
Nos ponemos de acuerdo para ver cuando empiezo el curso y cuadrar los horarios
Me encantaria estudiar belleza.
Yo:
Si cariño. Empiezas pronto en esa escuela o en otra. Esa parece ser de las mejores. Una enorme satisfaccion trabajar junto a una lista y hermosa muchachita; . emprendedora, linda y noble para que realice sus sueños y tener asi, a tu lado, mi pedacito de cielo.
Me gustaMe gusta
Le escribi
Si, claro. Yo tambien tengo que conocerte, pero hasta ahora veo que eres un amor.
¡Como te preocupas de proveer para tu familia!
Con que ternura le pediste a tu mama que se comiese tu emparedado.
Pense que debi haber comprado dos y no uno.
Me recuerdas a mi madre, un encanto de mujer, siempre pendiente de los demas.
Besos
Me gustaMe gusta
Es una muchachita especial. Fue un placer acompañarla hasta Machala y ver, siendo tan joven, con que ternura se preocupa de proveer para su familia. El collar de artesania que le regale, a su niñito le gusto y se lo dio. Los emparedados o sandwiches cubanos los comparte con su madre. Ya Papa Noel, jo , jo, jo, le va a regalar estas navidades una bicleta al chico.
Me gustaMe gusta
Cubadebate ve muchas razones para celebrar este viernes, aniversario del desembarco del Yate Granma. Ja ja ja ja ja ja ja ja,
Ja ja ja ja ja ja ja ja. Ja ja ja ja ja ja ja ja
Me gustaMe gusta
Curiosamente el 2 de diciembre es también el aniversario del ataque a Pearl Harbor.
Me gustaMe gusta
INFORME CENTRAL AL V CONGRESO DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA, PRESENTADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA Y PRESIDENTE DE LOS CONSEJOS DE ESTADO Y DE MINISTROS, EN EL PALACIO DE LAS CONVENCIONES, EL 8 DE OCTUBRE DE 1997.
(VERSIONES TAQUIGRAFICAS – CONSEJO DE ESTADO)
Distinguidos invitados;
Queridos compañeras y compañeros delegados:
Dentro de dos días, el 10 de octubre, se cumplirán seis años de la celebración del IV Congreso.
Esta vez nos hemos adelantado dos días al 10 de octubre, en consideración a que el 8 se conmemora el 30 aniversario de la caída del Che en Bolivia, de aquel momento en que es herido en una pierna, es inutilizado su fusil, se queda sin balas su pistola, y cae en poder de aquellos que al día siguiente lo asesinarían alevosamente.
Como ya se dijo, el recuerdo querido y la inolvidable presencia del Che presiden este V Congreso.
Cuando el IV Congreso decidí no elaborar un informe escrito; reuní materiales, medité, y con las ideas y los datos, en aquel momento tan especial, me dirigí a los delegados.
Esta vez, después de leer un sinnúmero de documentos —y algunos de ellos más de una vez—, ver y volver a analizar todo lo relacionado con estos años que hemos vivido y las tareas que tenemos por delante, pensando además que teníamos un excelente documento de carácter histórico y político, que fue discutido por millones de personas, y también un proyecto de resolución económica, discutido ya por todos los delegados, que van a ser objeto de análisis aquí en el congreso y punto de partida de los debates, decidí hacer lo mismo y ahorrar un documento. Por eso espero, con toda la sinceridad y la naturalidad necesaria, expresar aquí algunas reflexiones, y tratar de hacer una síntesis de las cosas fundamentales que han ocurrido en estos años verdaderamente históricos y heroicos de la vida de nuestro país.
Cuando nos reunimos en Santiago de Cuba para el IV Congreso ya el campo socialista había desaparecido, quedaba todavía la Unión Soviética. Si dos años antes, o más de dos años antes, habíamos insinuado la idea de que el campo socialista podía desaparecer y que también la Unión Soviética podía desaparecer, aquel 10 de octubre yo tenía ya la convicción de que la Unión Soviética también desaparecería.
Aquello iba a constituir algo verdaderamente impredecible, verdaderamente increíble en la historia de la humanidad; pero algo terriblemente duro en todos los aspectos para nuestro país y para nuestra Revolución. Era necesario que nuestro pueblo estuviese preparado o se fuese preparando, porque nadie se prepara de un día para otro con relación a cosas tan graves y trascendentales; era necesario forjar la convicción y cumplir la promesa de que resistiríamos, de que lucharíamos y de que venceríamos, aun cuando nos quedáramos absolutamente solos, y aquel 10 de octubre señalé algunos aspectos de carácter económico que ya venían inevitablemente.
He vuelto a releer y revisar lo que entonces dije sobre este y otros temas. Empecé señalando lo que estaba ocurriendo ya ese año: cuánto habíamos acordado con la Unión Soviética en relación con el intercambio comercial, cuánto habíamos firmado, cuánto había llegado. Les explicaba a los delegados que en cinco meses, empezando por los alimentos, prácticamente no había llegado nada, ni cereales para el consumo de la población, ni cereales para la producción de piensos que garantizaban los abastecimientos de leche, de carne de ave, de cerdo, de res, de huevos; no había llegado una libra de mantequilla, de la que recibíamos más de 15 000 toneladas; no había llegado una libra de aceite, no había llegado una libra de manteca, ni una libra de chícharos, ni una libra de arroz, ni una libra de aquellos alimentos que durante decenas de años recibíamos de la URSS, que incluían carne en conserva, pescado y otras cosas, y que formaban parte de nuestro balance anual.
No había llegado el fertilizante que necesitábamos en la agricultura ni otros muchos productos para el desarrollo de nuestro programa alimentario. Es que la agricultura, donde producíamos una parte importante de nuestros alimentos, empezaba a sufrir, de manera tremenda, el desabastecimiento de insumos necesarios, y en los primeros cinco meses, de los casi 4 000 millones de dólares acordados de importaciones, habían llegado un poco más de 700 millones, y de estos 700, casi todo, y casi exclusivamente, era combustible, que ya estaba rebajado; se habían reducido a 10 millones las entregas, no 13, como era lo tradicional. De modo que combustible, y unas decenas de millones de dólares —digo dólares porque ya se contaba en dólares el comercio— para todo lo relacionado con el intercambio.
Esto que sucedió con los alimentos sucedió prácticamente con todas las materias primas. Habíamos acordado más de 500 000 toneladas de acero y había llegado cero acero; más de medio millón de metros cúbicos de madera y había llegado cero madera. Hacía falta sosa cáustica para una serie de producciones industriales, incluso para la producción del bagazo predigerido, jabones, detergentes y otras importantes cosas; de sosa cáustica, cero. De carbonato de sodio, cero. Era indispensable en la producción de vidrio y otras actividades. Ya que los mencioné, también venía una parte de jabones y detergentes de la Unión Soviética y había llegado cero. Por otro lado, más de 25 000 toneladas de sebo eran suministradas todos los años para la producción nacional de jabón y había llegado cero. Neumáticos, cero. Negro de humo y caucho para la producción que realizaban nuestras fábricas, cero. Algodón, del cual recibíamos alrededor de 30 000 toneladas por año, cero. Metales no ferrosos, cero, y así por el estilo con relación a aquellos renglones que eran vitales, sin los cuales no podía marchar, realmente, la industria, ninguna industria, ni las producciones necesarias para abastecer la población y para los servicios.
Yo citaba aquellos ejemplos que podían dar una idea de lo grave y lo peligroso de la situación; pero el congreso se efectuaba ya a principios de octubre, en la primera decena, y también recordé qué había ocurrido hasta el 30 de septiembre, y la situación era más o menos similar: seguía manteniéndose bien la entrega de combustible, pero en muchas cosas seguíamos en cero y en otras muchas seguíamos con una parte muy pequeña de lo acordado. Si mal no recuerdo, de los 4 000 millones habían llegado en total, incluido el combustible, que era también la mayor parte, alrededor de 1 300 millones de dólares en esa fecha tan cercana al IV Congreso.
Después de aquel congreso y antes de finalizar el año desaparece la URSS, y al desaparecer la URSS prácticamente desapareció el comercio con ese país. De más de 700 rubros de importaciones quedó reducido todo casi a uno solo: combustible; algún modesto intercambio de azúcar por petróleo en cantidades limitadas y al precio del mercado mundial, bien distante de aquellos precios que habíamos alcanzado cuando el azúcar subió en la misma medida en que subían los precios de las exportaciones soviéticas. Ya había sido reducido en el año 1991 de 800 a 500, y en 1992 se redujeron a 200, es decir, a precio de mercado mundial, donde se comercializa una parte pequeña del azúcar, porque el azúcar, en casi todos los mercados del mundo, tenía precios preferenciales. El petróleo en cambio seguía con sus altos precios.
Así entramos en 1992, y ese año —ya la situación era peor— lo habíamos perdido todo: fuente de suministros, mercados, precios; había que hacerlo todo nuevo, ¿cómo?, ¿con qué? Había que garantizar unas cantidades mínimas de combustible, eso se llevaba la mayor parte de nuestros ingresos por exportaciones. Y ese año, comparado con 1989, se comportaba de la siguiente forma:
En 1989 las importaciones habían sido de 8 139 millones de dólares, ¡ocho mil ciento treinta y nueve!, y en 1992 fueron de 2 236 millones. Véase qué brutal reducción y qué repentina de todos aquellos elementos y todas aquellas cuestiones y factores que eran básicos para la vida del país, para la vida de una población de más de 10 millones de habitantes, para la vida de nuestra Revolución.
Naturalmente que esto trajo consecuencias tremendas para todos los sectores y todas las ramas. La agricultura se quedó sin el combustible necesario para un mínimo de actividades, sin fertilizantes, sin pesticidas ni herbicidas, sin piezas de repuesto, sin insumos, sin pienso, sin todos aquellos recursos necesarios para mantener la producción alimentaria que había alcanzado niveles de cierta consideración; sus equipos se quedaron sin piezas de repuestos, sus tractores sin gomas. Algo similar le pasó a la industria azucarera con muchos de los recursos necesarios para los mantenimientos, las reparaciones, la preparación de la tierra, la siembra, el cultivo, las zafras, los transportes.
La industria básica se quedó sin muchos de los materiales que necesitaba para su trabajo, para la refinería de petróleo, se quedó sin una parte importante del combustible para la producción de electricidad, sin medios para el mantenimiento y reparación de las fábricas, para la exploración y extracción de petróleo, para continuar aquellos programas que venían haciéndose durante años; se quedó sin el azufre y el amoníaco para el níquel, sin las piezas, los motores y todo lo que ayudaba al mantenimiento de aquella producción niquelífera.
La industria mecánica se quedó sin aceros, sin motores, sin los cientos de productos que necesita para su tarea, para su trabajo. La industria ligera se quedó sin algodón, sin infinidad de materiales que necesitaba para la producción de telas, de zapatos y otras muchas cosas. La industria alimenticia, como era de suponer, sin todos aquellos recursos que venían o de la agricultura, o de las importaciones —solo de la RDA llegaban más de 20 000 toneladas de leche en polvo, que cambiábamos por torula de producción nacional—, sin el trigo suficiente y sin todos los productos necesarios para que una industria alimenticia funcione, incluso los envases de todo tipo que se requieren.
Todos los demás sectores también: la prensa se quedó sin papel y sin las materias primas para la producción nacional de papel. El transporte, muchos de cuyos medios, la inmensa mayoría, eran de procedencia socialista, se quedó sin piezas, sin gomas, ni materias primas con qué hacerlas por parte de nuestra industria, sin motores —recuerden que casi todos aquellos ómnibus eran húngaros, gastadores de combustible y gastadores de piezas, creo que funcionaban con diesel, lo que hacían era unos pocos kilómetros por galón—; miles de trabajadores, cientos de miles, se quedaron sin los medios de transporte para ir a las fábricas o a los servicios, los que se mueven entre los hospitales, o para ir a la escuela, o para hacer todas las actividades que realiza un ciudadano.
Sufrió no solo el transporte de pasajeros por ómnibus, sino también por tren, les pasó lo mismo a las locomotoras y a los servicios de transporte ferroviario; empezamos a tener problemas con el transporte naval, porque una gran parte de las mercancías que llegaban a nuestro país o que se exportaban —y no era cosa fácil, porque esos buques estaban excluidos de la posibilidad de transportar mercancías hacia Estados Unidos o desde Estados Unidos hacia otros países—, gran parte de ese transporte lo realizaba la flota soviética, que también cooperaba con los abastecimientos de combustible de nuestra flota pesquera; el transporte de carga, en general, por ferrocarril o por camiones, se afectó también considerablemente.
Las fábricas, en general, se quedaron sin materias primas, sin repuestos; la industria de materiales de la construcción, sin el combustible suficiente, sin materias primas, sin piedra, sin arena, sin cemento, lo cual repercutía tremendamente en la industria de la construcción.
Yo estoy hablando de factores objetivos, no estoy hablando de factores subjetivos; estoy tratando de explicar la realidad en que nos vimos envueltos.
Toda esta situación afectó también la industria de medicamentos, los servicios hospitalarios, las materias primas para producir medicamentos y los medios necesarios para la atención higiénica, la limpieza de los hospitales, la reparación y el mantenimiento de los equipos.
La educación se quedó sin libros de texto, sin libretas casi, sin ropa escolar, sin zapatos para la escuela; del mismo modo se afectó considerablemente la producción de ropa y calzado para los trabajadores y para la población, y de material de higiene y de artículos electrodomésticos, y la reparación de todos estos artículos que eran de procedencia socialista o soviética. Tales fueron las circunstancias difíciles, muy difíciles, en que nos vimos envueltos.
Y si decía que las importaciones se redujeron a la cifra de unos 2 000 millones, cómo emplear aquellos recursos, cómo emplearlos. ¿Podía vivir sin combustible el país? Lo paraba todo. ¿Y cuánto valía una tonelada de gasolina, de diesel, de petróleo? Muchas veces 200, muchas veces más de 200 dólares el petróleo, o los derivados del petróleo que son más caros, para que el país funcionara, para que el transporte siguiera funcionando; o los equipos agrícolas.
Era imposible volver atrás en la mecanización de la caña, porque habrían hecho falta no se sabe cuántos cientos de miles de gente que hacía mucho rato que no tenían nada que ver con la vida rural, no había ni de dónde sacarlos ni cómo mantenerlos. De modo que el combustible, del cual dependía todo, fue necesario resolverlo, en cierta medida, priorizarlo; pero ya el nivel que podía pensarse era solo de unos 6 millones. Los servicios eléctricos habían crecido mucho, el 95% de la población tenía servicios eléctricos y existían millones y millones de objetos electrodomésticos. Toda la electricidad, todo el transporte, todas las producciones dependían del combustible, y ya el combustible consumiría más de la mitad de nuestros ingresos convertibles, y con el resto había que resolver prioritariamente los alimentos, incrementar importaciones de artículos que antes producíamos aquí y que se vieron considerablemente afectados; importaciones de leche en polvo, para que no les faltara a los niños, cuando nuestra producción nacional se vio terriblemente afectada por la falta de aquellos suministros con que se producía el pienso.
Los medicamentos también había que priorizarlos; fue necesario adoptar una serie de medidas para la distribución de aquellos escasos recursos.
La economía se quedó sin créditos, obtener alguna cooperación de los organismos financieros internacionales era imposible, no podía buscarse un centavo por esa vía, el bloqueo se endurecía. Todo esto traía aparejado una serie de consecuencias: cientos de miles de hombres y mujeres prácticamente se quedaron sin contenido de trabajo en las fábricas, sin materias primas; el circulante creció a límites insospechados, la moneda se devaluó tremendamente, los subsidios se multiplicaron, los gastos del presupuesto se incrementaron, el déficit presupuestario alcanzó hasta el 30% o más del Producto Interno Bruto, las fuerzas armadas vieron reducidos los suministros de armas y otros recursos de la defensa a cero, algo tan indispensable o tan importante para la defensa del país, más amenazado que nunca. Esa era la situación, ¿qué hacer?
A la Revolución le contaban los días todos los días, cuántos le faltaban; desde que se desarticuló el campo socialista, antes que la URSS, todos los días estaban en el mundo esperando la noticia del día en que desapareciera la Revolución Cubana; hacían pronósticos de todas clases, cómo podría resistir ese país tan pequeño al lado de Estados Unidos.
LIMIT
Me gustaMe gusta
INFORME CENTRAL AL V CONGRESO DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA, PRESENTADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA Y PRESIDENTE DE LOS CONSEJOS DE ESTADO Y DE MINISTROS, EN EL PALACIO DE LAS CONVENCIONES, EL 8 DE OCTUBRE DE 1997.
(VERSIONES TAQUIGRAFICAS – CONSEJO DE ESTADO)
Distinguidos invitados;
Queridos compañeras y compañeros delegados:
Dentro de dos días, el 10 de octubre, se cumplirán seis años de la celebración del IV Congreso.
Esta vez nos hemos adelantado dos días al 10 de octubre, en consideración a que el 8 se conmemora el 30 aniversario de la caída del Che en Bolivia, de aquel momento en que es herido en una pierna, es inutilizado su fusil, se queda sin balas su pistola, y cae en poder de aquellos que al día siguiente lo asesinarían alevosamente.
Como ya se dijo, el recuerdo querido y la inolvidable presencia del Che presiden este V Congreso.
Cuando el IV Congreso decidí no elaborar un informe escrito; reuní materiales, medité, y con las ideas y los datos, en aquel momento tan especial, me dirigí a los delegados.
Esta vez, después de leer un sinnúmero de documentos —y algunos de ellos más de una vez—, ver y volver a analizar todo lo relacionado con estos años que hemos vivido y las tareas que tenemos por delante, pensando además que teníamos un excelente documento de carácter histórico y político, que fue discutido por millones de personas, y también un proyecto de resolución económica, discutido ya por todos los delegados, que van a ser objeto de análisis aquí en el congreso y punto de partida de los debates, decidí hacer lo mismo y ahorrar un documento. Por eso espero, con toda la sinceridad y la naturalidad necesaria, expresar aquí algunas reflexiones, y tratar de hacer una síntesis de las cosas fundamentales que han ocurrido en estos años verdaderamente históricos y heroicos de la vida de nuestro país.
Cuando nos reunimos en Santiago de Cuba para el IV Congreso ya el campo socialista había desaparecido, quedaba todavía la Unión Soviética. Si dos años antes, o más de dos años antes, habíamos insinuado la idea de que el campo socialista podía desaparecer y que también la Unión Soviética podía desaparecer, aquel 10 de octubre yo tenía ya la convicción de que la Unión Soviética también desaparecería.
Aquello iba a constituir algo verdaderamente impredecible, verdaderamente increíble en la historia de la humanidad; pero algo terriblemente duro en todos los aspectos para nuestro país y para nuestra Revolución. Era necesario que nuestro pueblo estuviese preparado o se fuese preparando, porque nadie se prepara de un día para otro con relación a cosas tan graves y trascendentales; era necesario forjar la convicción y cumplir la promesa de que resistiríamos, de que lucharíamos y de que venceríamos, aun cuando nos quedáramos absolutamente solos, y aquel 10 de octubre señalé algunos aspectos de carácter económico que ya venían inevitablemente.
He vuelto a releer y revisar lo que entonces dije sobre este y otros temas. Empecé señalando lo que estaba ocurriendo ya ese año: cuánto habíamos acordado con la Unión Soviética en relación con el intercambio comercial, cuánto habíamos firmado, cuánto había llegado. Les explicaba a los delegados que en cinco meses, empezando por los alimentos, prácticamente no había llegado nada, ni cereales para el consumo de la población, ni cereales para la producción de piensos que garantizaban los abastecimientos de leche, de carne de ave, de cerdo, de res, de huevos; no había llegado una libra de mantequilla, de la que recibíamos más de 15 000 toneladas; no había llegado una libra de aceite, no había llegado una libra de manteca, ni una libra de chícharos, ni una libra de arroz, ni una libra de aquellos alimentos que durante decenas de años recibíamos de la URSS, que incluían carne en conserva, pescado y otras cosas, y que formaban parte de nuestro balance anual.
No había llegado el fertilizante que necesitábamos en la agricultura ni otros muchos productos para el desarrollo de nuestro programa alimentario. Es que la agricultura, donde producíamos una parte importante de nuestros alimentos, empezaba a sufrir, de manera tremenda, el desabastecimiento de insumos necesarios, y en los primeros cinco meses, de los casi 4 000 millones de dólares acordados de importaciones, habían llegado un poco más de 700 millones, y de estos 700, casi todo, y casi exclusivamente, era combustible, que ya estaba rebajado; se habían reducido a 10 millones las entregas, no 13, como era lo tradicional. De modo que combustible, y unas decenas de millones de dólares —digo dólares porque ya se contaba en dólares el comercio— para todo lo relacionado con el intercambio.
Esto que sucedió con los alimentos sucedió prácticamente con todas las materias primas. Habíamos acordado más de 500 000 toneladas de acero y había llegado cero acero; más de medio millón de metros cúbicos de madera y había llegado cero madera. Hacía falta sosa cáustica para una serie de producciones industriales, incluso para la producción del bagazo predigerido, jabones, detergentes y otras importantes cosas; de sosa cáustica, cero. De carbonato de sodio, cero. Era indispensable en la producción de vidrio y otras actividades. Ya que los mencioné, también venía una parte de jabones y detergentes de la Unión Soviética y había llegado cero. Por otro lado, más de 25 000 toneladas de sebo eran suministradas todos los años para la producción nacional de jabón y había llegado cero. Neumáticos, cero. Negro de humo y caucho para la producción que realizaban nuestras fábricas, cero. Algodón, del cual recibíamos alrededor de 30 000 toneladas por año, cero. Metales no ferrosos, cero, y así por el estilo con relación a aquellos renglones que eran vitales, sin los cuales no podía marchar, realmente, la industria, ninguna industria, ni las producciones necesarias para abastecer la población y para los servicios.
Yo citaba aquellos ejemplos que podían dar una idea de lo grave y lo peligroso de la situación; pero el congreso se efectuaba ya a principios de octubre, en la primera decena, y también recordé qué había ocurrido hasta el 30 de septiembre, y la situación era más o menos similar: seguía manteniéndose bien la entrega de combustible, pero en muchas cosas seguíamos en cero y en otras muchas seguíamos con una parte muy pequeña de lo acordado. Si mal no recuerdo, de los 4 000 millones habían llegado en total, incluido el combustible, que era también la mayor parte, alrededor de 1 300 millones de dólares en esa fecha tan cercana al IV Congreso.
Después de aquel congreso y antes de finalizar el año desaparece la URSS, y al desaparecer la URSS prácticamente desapareció el comercio con ese país. De más de 700 rubros de importaciones quedó reducido todo casi a uno solo: combustible; algún modesto intercambio de azúcar por petróleo en cantidades limitadas y al precio del mercado mundial, bien distante de aquellos precios que habíamos alcanzado cuando el azúcar subió en la misma medida en que subían los precios de las exportaciones soviéticas. Ya había sido reducido en el año 1991 de 800 a 500, y en 1992 se redujeron a 200, es decir, a precio de mercado mundial, donde se comercializa una parte pequeña del azúcar, porque el azúcar, en casi todos los mercados del mundo, tenía precios preferenciales. El petróleo en cambio seguía con sus altos precios.
Así entramos en 1992, y ese año —ya la situación era peor— lo habíamos perdido todo: fuente de suministros, mercados, precios; había que hacerlo todo nuevo, ¿cómo?, ¿con qué? Había que garantizar unas cantidades mínimas de combustible, eso se llevaba la mayor parte de nuestros ingresos por exportaciones. Y ese año, comparado con 1989, se comportaba de la siguiente forma:
En 1989 las importaciones habían sido de 8 139 millones de dólares, ¡ocho mil ciento treinta y nueve!, y en 1992 fueron de 2 236 millones. Véase qué brutal reducción y qué repentina de todos aquellos elementos y todas aquellas cuestiones y factores que eran básicos para la vida del país, para la vida de una población de más de 10 millones de habitantes, para la vida de nuestra Revolución.
Naturalmente que esto trajo consecuencias tremendas para todos los sectores y todas las ramas. La agricultura se quedó sin el combustible necesario para un mínimo de actividades, sin fertilizantes, sin pesticidas ni herbicidas, sin piezas de repuesto, sin insumos, sin pienso, sin todos aquellos recursos necesarios para mantener la producción alimentaria que había alcanzado niveles de cierta consideración; sus equipos se quedaron sin piezas de repuestos, sus tractores sin gomas. Algo similar le pasó a la industria azucarera con muchos de los recursos necesarios para los mantenimientos, las reparaciones, la preparación de la tierra, la siembra, el cultivo, las zafras, los transportes.
La industria básica se quedó sin muchos de los materiales que necesitaba para su trabajo, para la refinería de petróleo, se quedó sin una parte importante del combustible para la producción de electricidad, sin medios para el mantenimiento y reparación de las fábricas, para la exploración y extracción de petróleo, para continuar aquellos programas que venían haciéndose durante años; se quedó sin el azufre y el amoníaco para el níquel, sin las piezas, los motores y todo lo que ayudaba al mantenimiento de aquella producción niquelífera.
La industria mecánica se quedó sin aceros, sin motores, sin los cientos de productos que necesita para su tarea, para su trabajo. La industria ligera se quedó sin algodón, sin infinidad de materiales que necesitaba para la producción de telas, de zapatos y otras muchas cosas. La industria alimenticia, como era de suponer, sin todos aquellos recursos que venían o de la agricultura, o de las importaciones —solo de la RDA llegaban más de 20 000 toneladas de leche en polvo, que cambiábamos por torula de producción nacional—, sin el trigo suficiente y sin todos los productos necesarios para que una industria alimenticia funcione, incluso los envases de todo tipo que se requieren.
Todos los demás sectores también: la prensa se quedó sin papel y sin las materias primas para la producción nacional de papel. El transporte, muchos de cuyos medios, la inmensa mayoría, eran de procedencia socialista, se quedó sin piezas, sin gomas, ni materias primas con qué hacerlas por parte de nuestra industria, sin motores —recuerden que casi todos aquellos ómnibus eran húngaros, gastadores de combustible y gastadores de piezas, creo que funcionaban con diesel, lo que hacían era unos pocos kilómetros por galón—; miles de trabajadores, cientos de miles, se quedaron sin los medios de transporte para ir a las fábricas o a los servicios, los que se mueven entre los hospitales, o para ir a la escuela, o para hacer todas las actividades que realiza un ciudadano.
Sufrió no solo el transporte de pasajeros por ómnibus, sino también por tren, les pasó lo mismo a las locomotoras y a los servicios de transporte ferroviario; empezamos a tener problemas con el transporte naval, porque una gran parte de las mercancías que llegaban a nuestro país o que se exportaban —y no era cosa fácil, porque esos buques estaban excluidos de la posibilidad de transportar mercancías hacia Estados Unidos o desde Estados Unidos hacia otros países—, gran parte de ese transporte lo realizaba la flota soviética, que también cooperaba con los abastecimientos de combustible de nuestra flota pesquera; el transporte de carga, en general, por ferrocarril o por camiones, se afectó también considerablemente.
Las fábricas, en general, se quedaron sin materias primas, sin repuestos; la industria de materiales de la construcción, sin el combustible suficiente, sin materias primas, sin piedra, sin arena, sin cemento, lo cual repercutía tremendamente en la industria de la construcción.
Yo estoy hablando de factores objetivos, no estoy hablando de factores subjetivos; estoy tratando de explicar la realidad en que nos vimos envueltos.
Toda esta situación afectó también la industria de medicamentos, los servicios hospitalarios, las materias primas para producir medicamentos y los medios necesarios para la atención higiénica, la limpieza de los hospitales, la reparación y el mantenimiento de los equipos.
La educación se quedó sin libros de texto, sin libretas casi, sin ropa escolar, sin zapatos para la escuela; del mismo modo se afectó considerablemente la producción de ropa y calzado para los trabajadores y para la población, y de material de higiene y de artículos electrodomésticos, y la reparación de todos estos artículos que eran de procedencia socialista o soviética. Tales fueron las circunstancias difíciles, muy difíciles, en que nos vimos envueltos.
Y si decía que las importaciones se redujeron a la cifra de unos 2 000 millones, cómo emplear aquellos recursos, cómo emplearlos. ¿Podía vivir sin combustible el país? Lo paraba todo. ¿Y cuánto valía una tonelada de gasolina, de diesel, de petróleo? Muchas veces 200, muchas veces más de 200 dólares el petróleo, o los derivados del petróleo que son más caros, para que el país funcionara, para que el transporte siguiera funcionando; o los equipos agrícolas.
Era imposible volver atrás en la mecanización de la caña, porque habrían hecho falta no se sabe cuántos cientos de miles de gente que hacía mucho rato que no tenían nada que ver con la vida rural, no había ni de dónde sacarlos ni cómo mantenerlos. De modo que el combustible, del cual dependía todo, fue necesario resolverlo, en cierta medida, priorizarlo; pero ya el nivel que podía pensarse era solo de unos 6 millones. Los servicios eléctricos habían crecido mucho, el 95% de la población tenía servicios eléctricos y existían millones y millones de objetos electrodomésticos. Toda la electricidad, todo el transporte, todas las producciones dependían del combustible, y ya el combustible consumiría más de la mitad de nuestros ingresos convertibles, y con el resto había que resolver prioritariamente los alimentos, incrementar importaciones de artículos que antes producíamos aquí y que se vieron considerablemente afectados; importaciones de leche en polvo, para que no les faltara a los niños, cuando nuestra producción nacional se vio terriblemente afectada por la falta de aquellos suministros con que se producía el pienso.
Los medicamentos también había que priorizarlos; fue necesario adoptar una serie de medidas para la distribución de aquellos escasos recursos.
La economía se quedó sin créditos, obtener alguna cooperación de los organismos financieros internacionales era imposible, no podía buscarse un centavo por esa vía, el bloqueo se endurecía. Todo esto traía aparejado una serie de consecuencias: cientos de miles de hombres y mujeres prácticamente se quedaron sin contenido de trabajo en las fábricas, sin materias primas; el circulante creció a límites insospechados, la moneda se devaluó tremendamente, los subsidios se multiplicaron, los gastos del presupuesto se incrementaron, el déficit presupuestario alcanzó hasta el 30% o más del Producto Interno Bruto, las fuerzas armadas vieron reducidos los suministros de armas y otros recursos de la defensa a cero, algo tan indispensable o tan importante para la defensa del país, más amenazado que nunca. Esa era la situación, ¿qué hacer?
A la Revolución le contaban los días todos los días, cuántos le faltaban; desde que se desarticuló el campo socialista, antes que la URSS, todos los días estaban en el mundo esperando la noticia del día en que desapareciera la Revolución Cubana; hacían pronósticos de todas clases, cómo podría resistir ese país tan pequeño al lado de Estados Unidos.
LIMIT
Me gustaMe gusta
DISCURSO PRONUNCIADO POR FIDEL CASTRO RUZ, PRESIDENTE DE LA REPUBLICA DE CUBA, EN LA CLAUSURA DEL V CONGRESO DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA, EFECTUADA EN EL PALACIO DE LAS CONVENCIONES, EL 10 DE OCTUBRE DE 1997.
(VERSIONES TAQUIGRAFICAS – CONSEJO DE ESTADO)
Queridos compañeras y compañeros:
Un discurso más, pero con el consuelo de que será el último del congreso (RISAS), y si la otra vez hablé casi siete horas —lo peor de todo, sin darme cuenta de que pasaban las horas, y gracias a la infinita paciencia de ustedes—, en esta ocasión seré lo más breve posible.
Es difícil a estas horas decir algo que no se haya dicho a lo largo de este proceso y al final ya, desde que se inició este congreso, o que no esté planteado en las distintas resoluciones; además, han sido tres días de intensísimo trabajo para todos y de poco descanso, trabajo no físico, trabajo mental, trabajo emotivo, y eso desgasta energías y merece tomarse en cuenta.
Como ustedes ven, hemos discutido todo lo posible. Realmente nos hemos ganado el salario, sin estímulo material (RISAS), pero sí con muchos, muchísimos estímulos morales (APLAUSOS); y hemos trabajado más de cuatro horas, tal vez hasta bastante más de ocho. Solo el primer día, con el primer discurso, ya fue casi una jornada completa —nos hace falta que ocurra así también con el trabajo en general.
Ha sido fecundo. En todos los congresos siempre se aprende mucho, muy especialmente en un congreso del Partido; no precisamente en los tres días del congreso, sino en los meses y meses que dura su preparación, en las infinitas reuniones, asambleas, análisis y estudios que se hacen.
En este congreso se ha trabajado duro, muy duro, antes de llegar al Palacio de las Convenciones; y no solo nosotros hemos aprendido, sino también el pueblo, porque todo el pueblo participó en la discusión del documento político fundamental y ha recibido mucha información por todos los medios disponibles.
Precisamente en los días del congreso a uno le queda siempre la insatisfacción de ese inmenso tesoro de conocimientos y de experiencias que se deja de recibir, porque resulta materialmente imposible que intervengan todos los compañeros que desean hacerlo y que tenían, sin duda, sobre infinidad de temas, mucho que decir y mucho que enseñar.
Esa es la tragedia, ver cómo el tiempo pasa veloz y las solicitudes de palabra se amontonan. Es inevitable pensar en los compañeros que querían decir algo y no pudieron decirlo aquí, aunque lo hayan dicho en otros momentos del proceso.
Vimos cuántas cosas magníficas se dijeron, cuántos ejemplos son capaces de trasmitir los compañeros que hablaron, qué honda impresión causaron muchas de las intervenciones. Vale la pena haber tenido el privilegio de escucharlas.
Si venía uno nuevo a decir algo, siempre nos impresionaba. Así ocurrió hasta el final, como cuando habló el compañero que nos explicó el trabajo de las empresas del MINFAR. Con qué precisión, con qué seguridad, con qué claridad; en los breves minutos que le dieron, nos dijo cosas que realmente estimulan, que tienen valor económico, político; pero no solo valor económico y valor político para nosotros, sino que tienen desde el punto de vista ideológico un valor universal, ahora más que nunca, porque cada cosa que se diga vale no solo por su contenido, sino por la oportunidad, por el momento en que se dice. Hoy el socialismo y las ideas revolucionarias necesitan más que nunca de ese aporte.
Hablaron otros, como el mismo compañero de la empresa citrícola. A mí me sorprendió no solo por lo qué hacía y decía; meditaba lo bien que se expresaba y con qué claridad. Cómo maneja aquello, cómo demuestra lo que puede hacerse.
Así por el estilo, 100 más, 200 más, 300, ¡quién sabe cuántos más nos podrían decir cosas como las que nos dijeron muchos compañeros! Aquel de Guantánamo que dejó de ser inspector del trabajo para trabajar directamente en la producción. No es que los inspectores del trabajo no trabajen, y hacen falta los inspectores del trabajo; pero es admirable que cuando se ha alcanzado ya, mediante el estudio o la superación, un trabajo de ese carácter, se vaya allí a las montañas a luchar en condiciones duras y difíciles. O la compañera de la cooperativa de crédito y servicios; todo el mundo habla de esa excelente militante que nos contó su experiencia, incluso familiar, con relación al trabajo del Partido. Y seguramente que a todos ustedes les pasó igual que a mí, que querían saber qué pasó con el marido al que exigió en el núcleo la separación de responsabilidades administrativas y sanciones partidistas (RISAS). Ella es tan inteligente que no esperó a que nadie le preguntara, aunque la cosa era difícil de preguntar, y se encargó de decirnos que en el matrimonio no hubo problemas de ninguna clase, y espero que ahora haya menos; al contrario, la reciban con más admiración todavía en el hogar, acompañada de la admiración y de los aplausos que se ganó en este congreso.
Decía que cuánto hemos dejado de recibir a causa del tiempo; pero también pensemos en cuánta experiencia se ha acumulado. Si somos capaces de emplearla bien, ¿qué cosas no podríamos hacer? Eso vale mucho. Sí, falta petróleo, faltan divisas, faltan muchas cosas; pero lo que se ha acumulado en la cabeza de nuestros compatriotas, y en especial de nuestros militantes, ¿con qué puede compararse, cuánto vale? Eso sí que no puede ir a comprarse en ningún mercado, eso no tiene precio. Y en eso sí somos millonarios, tenemos más dinero que esos millonarios de que hablaba, algunos de los cuales tienen hasta 40 000 millones. Y son conocimientos para hacer millonario al pueblo. Luchamos no por crear millonarios individuales, sino por convertir en millonarios a todos los ciudadanos. Ahí tenemos uno de los importantes instrumentos.
En el mundo hay conocimientos de mucha gente al servicio de intereses particulares, personales y privados. Esa es la regla, y lo que aquí se ha acumulado en conocimientos y experiencias está al servicio del pueblo.
Los bienes materiales los conquistaremos del mismo modo que hemos conquistado muchísimos bienes culturales, del mismo modo que hemos realizado grandes conquistas sociales, del mismo modo que hemos conquistado muchos derechos para todos, si nos apoyamos en esas realidades que hemos percibido aquí, si nos apoyamos en esos conocimientos, si somos capaces de hacer cosas como las que hicieron allá en Jagüey.
Claro, esas cosas era importante hacerlas siempre; pero antes, cuando se gastaba mucho de todo, tractores, combustible y de todo lo demás, había tractores, combustible, recursos. Lo importantísimo es hacerlo ahora, ahora más que nunca, cuando esas cosas faltan.
¡Qué excelente si en todas las cooperativas y en todas las UBPC se hicieran cosas como las que nos explicó ese joven dirigente de una cooperativa de Mabay, Ramoncito. ¡Si en todas partes hacemos eso! Y somos hombres; es decir, la especie que es capaz de pensar, de tener voluntad, de actuar. No somos un rebaño de seres inconscientes. Esa es nuestra apuesta, el hombre y la capacidad del hombre.
El capitalismo es un sistema que trata al hombre cual si fuera una especie diferente, cual si fuera un animal, movido solo por egoísmo y por
Me gustaMe gusta
La flaca me tiende de cabeza. Muy simpatica y noble.
Le escribi
A ver, piensa en esta propuesta. Me mudo cerquita de ustedes y tu te mudas a vivir conmigo con tu niñito. Yo pago todos los gastos. Tu haces la limpieza. Mis unicas condiciones: No me montas cachos , te puedo coger muy seguido, casi todos los dias y…que no salgas mojada del baño y lo mojes todo como es tu costumbre. Ja ja ja
Me gustaMe gusta
Es importante ser valientes. Sobre todo para estudiar buscando la realidad, las cosas como son, no como queremos que sean
Me gustaLe gusta a 1 persona