COMENZANDO
LA SEMANA
Al mediodía del viernes, un rato después de dar por concluida la redacción de la columna dominical de humor que publiqué ayer en La Joven Cuba, alguien grita mi nombre en los bajos del edificio de Flores 506, entre Zapotes y San Bernardino, Santos Suárez, donde nací y he vivido buena parte de mi vida.
Bajo las escaleras, abro la puerta. Un joven que dice nombrarse Manuel Fernández García (los Fernández somos una familia inmensa) se identifica con el carnet del Departamento de Seguridad del Estado, me muestra una citación para «ser entrevistado» y me conmina a que lo acompañe a la esquina de Zapotes. Allí me revela que investiga las «intenciones» de La Joven Cuba, y que le han asignado la publicación («Ah, ¿tú también eres colaborador?», pregunto. No le gusta).
En dos ocasiones declara que prefiere una conversación conmigo «en el marco del Marinello». Le expreso que estoy dispuesto a discutir con él y con quien sea en cualquier contexto, pero que me molesta la insistencia con esa institución del Ministerio de Cultura en que trabajo hace ocho años.
Me entrega el papelito, tan chapucero que no disimula un número escrito sobre otro que le da cierto aire de «resuelve con ese, que no hay modelos para tanto». Pregunta si están claros los términos (fecha, hora, lugar, objetivo…). Respondo que sí, que lo que no queda claro es la legalidad de la citación misma. Que por qué, por ejemplo, viviendo yo en San Agustín y residiendo de manera extraoficial en Santos Suárez, tenga que dirigirme a Plaza. «Eso nada tiene que ver». «Lo dices tú, y yo como ciudadano tengo derecho a dudar» (tampoco le gusta).
Antes de dar por concluido el cordial pitén cuatriesquinero con un «Nada más que hablar, que tenga un buen día» (hasta las amenazas y los chantajes los hace con educación, la verdad), afirma acertada y premonitoriamente que Jorge Fernández Era se comunicará de inmediato con Alina Bárbara López Hernández, la coordinadora de La Joven Cuba. Me advierte que no me deje llevar por lo sucedido con ella ante una citación similar. «Matanzas no es La Habana —apunta a propósito del fiasco de sus colegas atenienses—. Allá se violaron las leyes». Yo: «¿Y cuántos han sido procesados judicialmente por ello?» (le gusta mucho menos; no he dicho que el compañero que me atiende carga con un pésimo sentido del humor).
Hoy salí de casa y me dirigí a la Fiscalía Provincial, donde presenté, al igual que hizo Alina en octubre, y prácticamente en los mismos términos en que lo escribió ella, una formal queja con vistas a una acción de nulidad. A Zapata y C no iré por mis propios medios, ya bastante malo que está el transporte.
Pregunto: si la «Revolución» que defienden el primer teniente y sus superiores goza del «apoyo mayoritario» de miles de intelectuales de las más diversas ramas del saber: ¿por qué el miedo de sentarlos a discutir civilizadamente con nosotros, los «confundidos» y «descarriados», en un lugar con mejores condiciones acústicas que una unidad de la Policía Nacional Revolucionaria? ¿Quién explica que no haya un periódico donde se le dé espacio al Debate Cuba (que no es Cubadebate)? ¿Cómo puede denominarse «de ideas» una batalla que no involucra a todo aquel que las posea, sino solo a los que dicen sí porque sí, sí pero no y sí porque si digo no…?
Que alguien me demuestre que el Granma, el Juventud Rebelde, el Trabajadores y la cohorte propagandística dirigida desde el Departamento Ideológico del Comité Central del Partido ¿Comunista? de Cuba hacen periodismo revolucionario. Que me enseñen un párrafo cuestionador de políticas de Gobierno que deciden destinos, sueños y realizaciones personales y colectivas.
Acúsennos de lo que les dé la gana a los que escribimos en La Joven Cuba, pero tengan la decencia y el coraje de publicar sin tachaduras cualesquiera de nuestros artículos. Sería oportunidad invaluable de revelar la calaña de la que estamos hechos.
¿Mi columna dominical es sarcástica e irónica?: qué culpa tengo de nacer en un país tan divertido y con dirigentes tan simpáticos.
Que me citen, que me detengan, que me esposen, que me interroguen, que me encierren si van a ser felices con eso. Lo difícil será mutilar mi libertad de reír con el chiste de que guardaré silencio.

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SABREMOS COSAS PRONTO.
…digo yo
¿Se acabo la Joven Cuba? El Gobierno-Estado-partido unico quiere «dentro de la revolucion todo» y no dejar cabos sueltos ni electrones libres.
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Me pegue tremenda caida en el baño. Esta resbaloso. Mañana hay que comprar una alfombra plastica. Me produje una herida en la piel del brazo, pero nada serio. La chica y su niñito de 4 años muertos de risa. Yo tambien
Los tres reiamos a carcajadas.
Ahora yo le decia que fue una situacion muy divertida. A mi, me gusta hacer reir a la gente aunque sea a ese precio.
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Vi en Silencio ha tenido que ser.
Apologia del chivaton. Ja ja ja.
Con Julito el pescador no pude.
Compre muy caro aqui 17 Instantes de una primavera. Pero al empezar la invasion a Ucrania no pude leer apologias a la URSS
Lo vendi a un precio irrisorio
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Julian. No me recuerdes a los segurosos que vomito. Ja jajaja.
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Me extraña que el seguroso se presentara con nombre y dos apellidos. Uno los solía conocer por un nombre de pila que casi seguro no era el verdadero. El que atendía eicisoft era ¨Fabián¨ a secas, que luego fue sustituído por ¨Niurka¨ a secas.
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En ¨En silencio ha tenido que ser¨ Reinier fue siempre Reinier a secas.
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Dos delincuentes para robar se bailaron a un cubanoamericano que tenia negocios en Cuba y salio en una foto con el singao
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si una entidad es definida, o consumida, por las dificultades que enfrenta, y luego no hace mas que hablar de esas dificultades, esa entidad o persona, cualquiera que sea, ya está derrotada.
Los fracasados hablan de las dificultades, de la mala fortuna, la suerte: los vencedores hablan de como van a prevalecer y mantener lo esencial inviolable aun en medio de las mas terribles condiciones
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