Visito la habana.
Al día siguiente llamo a mi padre. Anda por Santiago de Cuba revisando un campo de calabazas, dice muy asombrado que cada planta tiene 8 enormes que regresa a la capital el domingo.
Enseguida llamo a mi hermano, estará ocupado toda la mañana pero luego me llamará dice y él irá a donde yo esté.
Al mediodía nos retiramos a otra provincia y 48 horas después regreso a Miami.
No visito a mis abuelos que agonizan en sus enfermedades a diez horas de camino, no puedo arriesgas en tan pocos días una travesía así. No los veo desde 2007. Quizá los visite el mes que viene antes de cumplir 50, y aunque ellos no tengan salud para reconocerme, estar al tanto de ellos y de un tio de mi madre que yace solo en un asilo.
Mi madre un día vendrá a Miami y querrá verme.
Mi padre con todas sus energías seguirá luchando para que el sistema que ama, el “fidelista”, extienda su existencia décadas más.
Yo iré cada vez menos, quizá en 2027 para ver a mi padre cumplir 80 y recorrer los lugares que se deterioran y alguna vez fueron los más hermosos lugares de mi planeta de espacios y gentes.
Iré y apenas quedaran retazos de ambos mundos, del mundo que viví y del que recuerdo, y personas que me cuesta identificar, cambiadas hasta ser casi irreconocibles, incluido mi propio padre.
Felicidades, 50 es una cifra significativa
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Nadie puede dañarte con una agresion si sabes pensar y escapar a tiempo: estarias usando al tiempo los dos modos de respuesta a un reto, lucha y escape simultáneamente. Es esta una de las ventajas tremendas que poseemos los humanos capaces de semejante multitasking 🙂: pensar, luchar, producir argumentos que dan tranquilidad y generan respuestas complejas y esperanzadoras al tiempo que huyes de lo que es preciso tomar saludable distancia
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