Esto es no juzgar, acompañar sin emitir juicios de valor que interrumpan el flujo de ese ser. Respetar su libertad total sin la opresión de una contraparte para que sea la propia entidad la que llegue a conclusiones que al partir de si son apreciadas, no combatidas, son deseos, planes, no imposiciones externas y extrañas:

Nos fundimos con lo que nos iguala, en lo que tenemos total coincidencia y pensamos en las diferencias para entender su origen, ese curso peculiar raro como una nueva especie abismal de la que deseamos saber todo y alertarle las barreras que se le vienen, sus impulsos de donde nacen, describir sin emitir conclusiones comparativas pero que amplíen en lo posible las miras en una relación de iguales que se conocen cada vez más: y mientras más se conocen mas distancia ponen entre el reflejo que termina en la bomba, en el músculo, y más en el que termina pariendo fuegos artificiales. El inicio de toda gestación está en una mirada, que sean miradas de amigo, de amor y no de furia bestial desbordante de rabias irreflexivas que condenan sin saber apenas el ápice y nos impiden el majestuosos disfrute de lo justo e infinitamente bueno y progresivo hacia lo útil y constructivo, que es lo que vale la pena.

Lo opuesto es dejar tierra de por medio, tierra que será arrasada para crear columnas de brutalidad y soledades fantasmales, paranoicas, tan apropiadas en el perfil de los agentes de ‘contrainteligencia’, nunca mejor usada quizás esa palabra.