Imagina que una persona decide acudir al cine sin importarle la película que le van a proyectar. Es un loco, un desesperado o un abúlico. Pues lo mismo es sentarse a ver la televisión o escuchar radio sin importar lo que vaya a ser emitido.

“El declive de la televisión tiene que ver con la llegada de Internet que propone gratuidad y personalización de los contenidos. Las formulas televisivas quedan obsoletas, los jóvenes ya no ven casi la tele y las audiencias se mantienen con los mayores. Como apuntó Pablo Virnio, a finales del siglo XX, la masa (audiencia homogeneizada a la que se dirige la tele) se transforma en multitud (masa con diferentes gustos, que sacia su sed en la red).

La multitud sigue teniendo aun mucho de masa, estas grandes similitudes que las conectan y las siguen haciendo manejables. Esta década será de mayores revueltas, todo choque entre dos mundos contrapuestos en el que a uno de ellos, la masa, está viendo mermar a saltos su presencia, genera estos violentos espasmos y contorciones de los que es mejor mantenerse a buen resguardo. Escribir sigue siendo uno inmejorable. Sobre todo si escribes con el alma al aire y en el monitor procuras ver cosas nutritivas, no bazofia, sobre todo de esa que termina siendo neuroasesina.