Una manera original de dividirnos y anularnos como ciudadanos es hacernos desconfiar de las cosas importantes. Desconfiar de los demás para mermar el tamaño y potencia de los grupos. Desconfiar de nuestra capacidad de conocer verdades para disminuir la apuesta en esa arma letal. Volvernos una miriada dispersa y libre, libre del verdadero impacto que podemos tener para empujar los cambios que hacen falta sin caer en las garras de dictadores de todo tipo que nos guien como ovejas por los pasajes orwellianos que le conviene a sus privilegios, y mantener todo en este estado de cosas desde nuestras cunas acompañándonos titiriteros ellos hasta el dia final. Están ahí a cada paso activos en sus tiburones invisibles, en sus leyes y reglas que conforman las raices de todos los desastres y en las aguas tranquilas que mantenemos fieros para nuestra casi completa nulidad.