Y evitar en cuanto pudiera los tiempos precarios que se le venían encima a la Revolución, por el mesianismo y marianismo tan propicios para los desvarios que nos aquejan desde siempre como nación.

“Escribo, poco y mal, porque estoy pensando con zozobra y amargura. ¿Hasta qué punto será útil a mi país mi desistimiento? Y debo desistir. En cuanto: llegase la hora propia, para tener libertad de aconsejar, y poder moral para resistir el peligro que de años atrás preveo, y en la soledad en que voy, impere acaso, por la desorganización e incomunicación que en mi aislamiento no puedo vencer, aunque, a campo libre, la revolución entraría naturalmente, por su unidad de alma, en las formas que asegurarían y acelerarían su triunfo”

Los dos momentos del Diario de Martí