‘Desde entonces el tiempo comenzó a fracturarse más y más. Y el espacio, los espacios. La experiencia se repitió una y otra vez. Una noticia cualquiera, una frase anodina, el titular de un diario, una canción de moda: pruebas de la existencia del mundo de afuera y revelaciones de mi irrealidad. Sentí que el mundo se escindía: yo no estaba en el presente. Mi ahora se disgregó: el verdadero tiempo estaba en otra parte. Mi tiempo, el tiempo del jardín, la higuera, los juegos con los amigos, el sopor bajo el sol de las tres de la tarde entre las yerbas, el higo entreabierto —negro y rojizo como un ascua pero un ascua dulce y fresca— era un tiempo ficticio. A pesar del testimonio de mis sentidos, el tiempo de allá, el de los otros era el verdadero; el tiempo del presente real. Acepté lo inaceptable: fui adulto. Así comenzó mi expulsión del presente’
Octavio Paz
Después de los sucesos ocurridos el pasado jueves 6 de abril en Cuba, sentimos la sensación de que todo está visto. El infame, canalla y repugnante hostigamiento y detención de dos honestos y dignos cubanos, nos dejó estupefactos, huelga decirlo, durante un buen rato. Tales sucesos no son extraños en Cuba, desde luego, la dictadura de Cuba no tiene el más mínimo reparo en hostigar incesantemente, hasta la saciedad, a todo aquel que se atreva a disentir públicamente del dogma, de la ideología caduca y fracasada, que la mafia enquistada en el poder ha procurado establecer para todos los habitantes de la isla. Pero lo que nadie se esperaba fuera tal demostración de intolerancia, soberbia e impunidad: Alina Bárbara López Hernández, articulista, historiadora y ensayista, y Jorge Fernández Era, escritor de textos humorísticos, de humor inteligente y con doble sentido, fueron las víctimas de turno del odio y la arbitrariedad de la odiosa tiranía que mancha de deshonor y de infamia el suelo patrio. La tiranía nos mostró a todos que no sólo carece de competencia, honestidad, dignidad y vergüenza, sino también del más mínimo escrúpulo o respeto a la integridad humana. Lo que hizo el jueves, la canallada grosera e infame de que fuimos testigos, el espectáculo bochornoso de un grotesco y asqueante aparato represor concentrado en intimidar y acallar por la fuerza las voces lúcidas y honestas de un par de cubanos dignos y con capacidad de pensar libremente y con cabeza propia, en realidad, reconozcámoslo, es otra raya más para el tigre. Sobre eso, en realidad no me interesa hablar demasiado. No fue más que otra demostración de la podredumbre, la amoralidad, el desafuero, la repugnancia y la sordidez que en Cuba campea por sus respetos, encarnada en el desgobierno y la tiranía que padece la nación.
Lo más interesante fue ver las reacciones. De inmediato, cubanos de pensamientos e ideas diversas, pero a los que une el respeto y el decoro humanos, además de su ferviente deseo de ver libre a la Patria, se indignaron y exigieron en las redes sociales la inmediata liberación de Jorge Fernández Era, detenido por esbirros del régimen en La Habana, y la profesora Alina López Hernández, que, luego de manifestarse en Matanzas solicitando la libertad de Jorge, fue también apresada por la policía y retenida durante unas horas en una unidad policial. Al mismo tiempo, el blog La Joven Cuba, y su director Harold Cárdenas Lema, se sumaron a la petición de libertad para ambos cubanos. A pesar de haberla forzado a salir del equipo, Harold reclamó la liberación de Alina. Hizo lo correcto, al menos por una vez.
Pero lo más amoral, lo más repugnante, lo más cínico, lo más desvergonzado, fueron las reacciones de los sumisos, adoctrinados y propagandistas del régimen, los cuales disimulan muy mal su función. En el blog Otra Cita, rincón del club de fans del trovador Silvio Rodríguez, y también, aunque en menor medida, del club de aduladores y simpatizantes de la dictadura que destruye Cuba, sobresalen por su cuota de cinismo, desfachatez y sordidez humana dos comentarios, que fueron, por cierto, en contra de la tendencia general en el sitio: el del ya referido Silvio Rodríguez, que atribuyó la detención a la decisión tomada por un solo hombre, lo que es curioso es que parece culpar a los policías que detuvieron a Jorge y a Alina, y no dice nada, una vez más de forma cómplice, de la dictadura que ya venía preparando las condiciones para efectuar alguna acción contra dos cubanos que le resultaban, y le resultan, extremadamente incómodos porque no están dispuestos a callar ante el abuso y las arbitrariedades que se cometen de manera impune en Cuba. El otro comentario es el de un tal Malayibiri. La ciberclaria que utiliza este seudónimo se dedicó, en lugar de solidarizarse con la profesora Alina y condenar este flagrante y grosero ataque a su integridad física, a atacarla empleando los más sucios calificativos. No merece la pena desgastarse en ataques de poca monta con esta miseria humana: lo único que diré es que personajes así se merecen al ciento por ciento el hambre y la miseria en la que viven (si es que vive en Cuba, en caso contrario daría todavía más pena, por el descaro y la hipocresía tan flagrantes que evidencian).
Lo cierto es que lo que ocurrió fue definitorio. No hace más que demostrar, una vez más, el ambiente de total falta de respeto a las leyes bajo el que se vive en Cuba. La indefensión jurídica, el atropello e irrespeto constantes; los represores, difamadores y asesinos campeando por su respeto en la isla; el estado policíaco y de terror que existe en toda la nación, se ponen de manifiesto una vez más. Ese clima orwelliano es el que impera, amparado en la mentira, el engaño y la complacencia de cubanos indignos, que prefieren abrazar a la tiranía que empobrece a sus compatriotas, antes que unirse a ellos en su deseo de libertad, de justicia, de una vida digna y justa, esa que nos han arrebatado por 64 años.
Lo cierto es que han quedado en ridículo los planes de Harold y su Observatorio ciego de lavarle la cara a la dictadura criolla. Después de esto, podrán vendernos mil veces el humo repugnante y con tufo a propaganda dictatorial que ya nos han vendido tantas veces: lo cierto es, primero, que la grosera canallada que le hicieron a Jorge y a Alina no provino de esa oposición a la que tanto descalifican; segundo, que los que la silenciaron, y peor aún, la justificaron, no fueron los “opositores”, no fueron los cubanos del exilio, no fue tampoco el gobierno de EE..UU; fue la propia dictadura, la autora de semejante atropello, y sus voceros quienes se dedicaron a perder el poco respeto y la poca vergüenza que les quedaba, justificando tales hechos; y tercero, quienes lo condenaron no fueron sólo Harold y comparsa: fueron cubanos de todas las tendencias políticas quienes dijeron ¡basta! ante tanta desfachatez e irrespeto, ante tanta miseria humana y repugnancia que evidenciaron la tiranía y sus lamebotas en su actuación el jueves. Harold seguirá en lo suyo, después de todo, si un 11J no lo hizo cambiar de opinión, esto de ninguna manera lo hará. Sin embargo, ya nadie, señores, nadie, que conozca lo sucedido este jueves, jueves que pasará a la historia por tanta desvergüenza y tanta desfachatez de que fue partícipe una vez más, la tiranía que tiene a un pueblo entero viviendo de la caridad pública y de la lástima, en estado ya no de hambre, sino de hambruna, podrá en forma alguna creer en sus cuentos de la buena pipa, en sus cacareos infecundos, en sus monólogos infructuosos, en su palabra vacía y hueca, que no logra conmover ni inspirar a un muerto. Cuba es lo que es: un país arruinado y carcomido por el hambre, la miseria y las extremas penurias que tienen que pasar día tras día todos sus habitantes para garantizar un mísero sustento, para no morir de hambre. Si algunos no lo entienden o no les conviene entender, pues lo lamentamos mucho, señores, pero será peor para ellos.
Cubanos, por una vez pudo más la solidaridad con una excepcional persona, que las diferencias entre nosotros. Por una vez pudo más el respeto y la empatía, que la división y la estrechez de miras. Entendamos, pues, que nuestra única solución pasa por acabar de dejar a un lado lo que nos separa, y unirnos para acabar con todo este desastre, todo este espantoso cuadro de la realidad que sufre Cuba, y construir, de una vez, un futuro luminoso, justo, democrático y libre, de una sociedad regida por la fraternidad humana, “con todos y para el bien de todos”, como soñara el Maestro.
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La llegada de la papa alborota un barrio habanero en plena Semana Santa, como si hubiese llegado el Papa
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Uno de los amadores del susurrante S R pone en duda la arbitraria detencion y golpiza propinada a de la profesora Alina Bárbara López, una intelectual de etica e inquebrantable prestigio.
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